Opiniones

En un tris… (a Goyito/in memorian)

En un tris… (a Goyito/in memorian)



Por LEO HERNANDEZ*



-“Pichón, ¿quién hace esas notas que siempre me traes?”, sonó como un disparo la  pregunta.



-“Eeeh… yo mismo”, fue la respuesta nerviosa del mozalbete, que interpretó la interrogante como el preludio de un reproche.



-“Si es verdad eso, ven todas las tardes aquí, que te voy a hacer periodista”, dijo aquel hombre desde su escritorio, al fondo del pequeño salón.



-“¿Periodista yo?”, se preguntó para sus adentros el mozalbete, cuyas aspiraciones de la pubertad eran las de ser arquitecto, talvez porque era bueno en las matemáticas. Aún con dudas, el muchacho recibió aquellas palabras como un aluvión de energía positiva. Casi no podía creerlo(“¿Yo periodista?”, se repetía a sí mismo) pero viniendo de esa persona, que percibía tenía algún mando allí, acogió la sugerencia.



El de ese llamado para que el periodismo tuviera un nuevo oficiante era Gregorio García Castro (Goyito). El mozalbete era yo.



De aquel hombre hiperactivo, conservo como imagen aquella con el auricular de la centralita telefónica gris entre el hombro y su oreja derecha escribiendo con inusual rapidez en una máquina Facit, de suave carro que dejaba escapar un sonido de campana al término de cada línea. Era el jefe de redacción del periódico, gustaba de ofrecer conferencias sobre periodismo en el interior, pero daba ejemplo de sencillez y humildad reseñándolas siempre identificándose simplemente como “redactor de Ultima Hora”.



Cada día, daba seguimiento a las noticias que dominaban la actualidad, recibía por la vía telefónica datos sueltos de cualquier reportero y/o corresponsal, escribía y chequeaba su columna En un Tris… y verificaba –antes que lo hicieran Virgilio Alcántara y Moisés Pellerano- el pegado de las páginas. Cerrada la edición del día, escribía un comentario para el más popular programa televisivo del mediodía, redactaba el editorial de un noticiero radial, distribuía notas en la redacción, adelantaba asignaciones para los reporteros y recibía una que otra visita.



Para su época, era de los periodistas que ganaba más dinero por su práctica del pluriempleo. No obstante, fue peatón hasta semanas antes de aquel fatídico 28 de marzo, ya que no amaba tanto las cosas materiales y con facilidad hacía suyos los problemas económicos de los demás.



Era pequeña entonces la redacción de Ultima Hora, en la mezanina del edificio, siempre pintado de verde, de la calle 19 de Marzo con Salomé Ureña. La dirección estaba detrás de la redacción, publicidad y contabilidad en el primer piso, y enfrente, administración y talleres, los mismos del Listín Diario.



De allí salió Goyito a su cita con la muerte la noche del 28 de marzo de 1973, hará hoy 34 años. Su recuerdo y admiración siempre estarán en el mozalbete que él llevó al periodismo sustrayéndolo de la arquitectura y que escribe estos párrafos sin poder evitar las lágrimas.