Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla

Infame es lo menos que merece de calificativo la campaña que han montado varias ONGs, aparentemente preocupadas por garantizar los derechos humanos de los haitianos…pero no en Haitì sino en la Repùblica Dominicana, para lo cual reciben fondos sustanciosos de fuente extranjera.

La campaña està orquestada sin embargo en contra del paìs màs que a favor de los haitianos que residen aquì.  Y se basa en medias verdades, exageraciones, burdas mentiras y turbios propósitos. 

No a otra conclusión puede llegarse frente a la pretensión de algunos de estos grupos al dirigirse a la Comisiòn Interamericana de Derechos Humanos para que exija que el Estado Dominicano se declare racista.

Màs todavìa, cuando otras ONGs anuncian la celebración de un evento que tendrà como sede la ciudad de Parìs para denunciar que la Repùblica Dominicana mantiene en esclavitud a 800 mil haitianos que residen en territorio nacional, de los cuales apenas 5 mil han legalizado su estancia.

Que hay gente aquì que discrimina por el color de la piel, la nacionalidad o la condición social, es cierto.  Pero no màs que en cualquier otro paìs, incluyendo aquellos que se presentan como campeones de los derechos humanos.  Es un problema cultural que se registra en grupos específicos, siempre minoritarios, que existen en todas partes y en cualquier època.

Que tenemos quienes se aprovechan de la mano de obra de haitianos indocumentados para explotarlos, tambièn es cierto.  Pero se trata igualmente de casos y situaciones especìficas que se registran en todos los paìses por lo general con los inmigrantes ilegales. Y si alguien lo duda no tiene màs que preguntar a los braceros hispanos, principalmente mexicanos, que laboran en los predios agrícolas norteamericanos.

Pero de ahì a pretender que aquì existe una política de Estado y una actitud social generalizada de exclusión, hostigamiento y explotación a los haitianos que han encontrado en nuestra pobreza refugio y acogida a la agobiante miseria e inseguridad que reinan del otro lado de la frontera, es un acto de aberrante abuso. Una autèntica infamia.  En el mejor de los casos, una verdadera injusticia.

Para desmentirlo bastarìa apelar a las terminantes expresiones con que el Presidente vecino, Renè Garcìa Prèval, culminò su reciente visita al paìs declarando de manera categórica que aquì ni se persigue ni se maltrata a los obreros haitianos. 

Nada de esto sin embargo interesa ni es tomado en cuenta por esas ONGs.  Su real propòsito es seguir mostrando un protagonismo en este campo que le reditúa cuantiosos recursos por un lado.  Y por el otro, seguir presionando para que el paìs resigne su derecho soberano a decidir la forma en que se puede acceder a la nacionalidad dominicana, inscribiendo como tales a los hijos de haitianos indocumentados residentes en el paìs.

Para ello apelan entre otros muchos cuestionables e insostenibles argumentos, a que de no hacerlo asì nos  convertimos en  responsables de que esos menores queden en condición de apàtridas. Silencian el hecho de que la Constitución de Haitì establece con toda claridad que los hijos de haitianos no importa donde nazcan adquieren la nacionalidad de sus padres, que asimismo prohibe terminantemente la doble nacionalidad, y obvian de ex profeso reclamar de sus autoridades que los documenten como tales.

La situaciòn a que estos grupos han llevado el tema domìnico-haitiano es de una peligrosidad que no puede ni debe ignorarse por màs tiempo.  Ciertamente ha faltado una política de Estado en este sentido a lo largo de todos estos años.  Es una situaciòn que debe cesar.

Ninguna voz se ha levantado en defensa de Haitì y en reclamo de ayuda internacional para que pueda salir de su postración como pueblo e integrarse como naciòn, como la de Repùblica Dominicana en todos los foros en que participamos.  Es hora que pongamos esa misma vehemencia en defendernos de ataques tan injustos.

El problema como bien señalò en dìas pasados el Canciller Carlos Morales Troncoso y màs recientemente el Secretario Administrativo Luis Manuel Bonetti no es de gobierno ni de partido. Es de toda la naciòn.  Como tal tenemos que reaccionar y hacer un frente comùn sin distingos ni exclusiones,  para salir al paso a esta campaña infame, mezquina y abusiva que en vez de acercar a ambos pueblos, por el contrario tiende a distanciarlos creando espacios de indebida confrontación.

O lo hacemos asì o estos grupos se saldràn con la suya, proyectando hacia el exterior una imagen totalmente distorsionada de racista y abusador a un pueblo como el dominicano acogedor y generoso,  donde priman el negro y el mulato conviviendo en armonìa con la minoria blanca y con los inmigrantes del otro lado de la frontera y de las diversas nacionalidades que han encontrado abrigo en su suelo.

2007-04-03 16:40:06