Opiniones

UNA PISADA EN FALSO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla

UNA PISADA EN FALSO

Cuando los miembros del actual Congreso se juramentaron en sus cargos, hubo promesas y se generaron expectativas  de que la actuación de los mismos marcharìa por nuevos rumbos, y por consiguiente que se lograrìa restablecer la maltrecha imagen de los cuerpos legislativos.

Ciertamente una de las primeras decisiones que adoptaron los congresistas en gran parte de estreno, contribuyò a alimentar esa esperanza.  Fue cuando acordaron extrañar del presupuesto todas las organizaciones no gubernamentales, màs conocidas por sus siglas de ONGs, pertenecientes o promovidas precisamente por los propios legisladores asì como aquellas otras que no pudieron justificar con sus acciones el destino de los fondos recibidos del erario.

La medida significò un ahorro de cientos de millones de pesos que se pensaba pudieran ser destinados a mejores fines, principalmente en las àreas de salud y educación.  Pero sobre todo, repetimos, proyectò la sensación de que aires de renuevo estaban soplando en los predios congresionales.

En poco tiempo  sin embargo, los miembros del muy ilustre Congreso han dado pasos en falso que a ellos les hace perder lustre y a la ciudadanìa, anhelante de cambios en el estilo de hacer política y de regir los asuntos públicos, dudar de ver satisfechas esas legìtimas aspiraciones.

Primero fue la infortunada decisiòn de un numeroso grupo de diputados del Partido de la Liberación Dominicana que por razones de la lucha interna de su agrupación en pos de la candidatura presidencial con vistas al 2008, se retiraron de manera abrupta del hemiciclo dejando sobre la mesa importantes proyectos de leyes a conocer y debatir.

Retornaron en breve.  Pero no lo hicieron por sentido de responsabilidad  legislativa para lo que fueron electos, sino gracias a una circular del Secretario Administrativo de la Presidencia recordando a todos los organismos y dependencias del Estado la prohibición del Ejecutivo de cancelar empleados por razones partidarias,  asì como disponiendo la reposiciòn de los que pudieran haber sido dados de baja por ese motivo.La explicaciòn restò todo sello de grandeza a la rectificación.

Pero ahora en un sentido màs amplio, tenemos que en sustituciòn de las ONGs que eliminaron del presupuesto, la creatividad legislativa se ha inventado una nueva modalidad de disponer indebidamente de los fondos públicos sin discrímenes partidarios..  Es la creaciòn del llamado “barrilito”.  Un fondo a distribuir entre los señores legisladores,  dizque para atender necesidades sociales de sus respectivas provincias.

La ilegalidad y ausencia de toda justificación ètica del “barrilito” no resiste el análisis màs superficial.  Sencillamente se trata de una nueva forma de usar recursos del Estado, que salen de los bolsillos de los contribuyentes, para financiar la tan cuestionada y cuestionable pràctica del clientelismo político.

El Poder Legislativo ha sido creado para servir de contrapeso al Poder Ejecutivo. El representa al pueblo y su función primordial es la creaciòn de leyes de interés y beneficio para el paìs pero nunca atender de manera directa alegadas necesidades sociales.  Para eso estàn los organismos del Estado.  Lo que corresponde en cada caso a los señores legisladores es gestionar la satisfacción de esas necesidades por vìa de la Administración Central, las Gobernaciones Provinciales y los Ayuntamientos correspondientes.

La convicciòn generalizada es que el “barrilito” resulta una modalidad que ha venido a sustituir a las ONGs de los legisladores que fueron suprimidas.  Y que los fondos que recibirán en cada caso los señores congresistas tienen como real finalidad favorecer a sus activistas. Esta es la penosa realidad.  En fin, una nueva manera de disponer de manera alegre y festinada de los recursos que salen de los ya bastante agobiados bolsillos de los contribuyentes,  y que se supone debìan ser destinados para fines de beneficio colectivo y no para sustentar la nòmina particular y las exigencias políticas de los congresistas.

Para eso, piensan muchos, mejor debieron haber dejado vigentes las ONGs que suprimieron.  Porque al menos èstas lucìan una forma un poco menos ostensible e irritante de utilizar los fondos públicos para fines bien distintos a los que se supone deben ser destinados.

Ojalà el Congreso abandone los surcos fangosos donde en el pasado se ha ido hundiendo su prestigio y credibilidad para retomar el sendero por donde al principio luciò que iba a encaminar sus pasos.  Porque èste del “barrilito”  es,  a no dudarlo,  una pisada en falso.

2007-04-19 16:40:58