Opiniones

¿Plagio, Transmisión de Pensamiento o Coincidencia?

¿Plagio, Transmisión de Pensamiento o Coincidencia?

Por: Onorio Montás

Orlando Jorge Mera, tendrá que hilar fino para convencer a los Dominicanos y extranjeros, a nosotros los Dominicanos porque el ha escogido la política como profesión siguiéndole los pasos a su padre y su madre con un resultado final lamentable, aunque su padre utilizó los tribunales para catapultarse políticamente en los nunca olvidados doce años de Joaquín Balaguer, que se la guardó y lo convirtió en un muerto político.

En el caso de los extranjeros el licenciado Jorge Mera se olvidó que nos hemos convertido en “Una Aldea Global” , pues lo que le ha sucedido con dos artículos publicados como de su autoría en “El Caribe” en fecha 28 de noviembre de 2006 y Jordi Sevilla el 15 de noviembre 2006 en su blog.jordisevilla.org, solo 13 días de diferencia y para colmo el 13 febrero 2007 publica  de nuevo en El Caribe “Calentamiento Humano” con 11 días de diferencia Billy Crisanto Seminario publicó en “piuravirtual.com” el 2 febrero 2007 “El Calentamiento Global es irreversible” , pero alguien que fue asesor o consejero de Salvador Jorge Blanco me decía que “a los políticos dominicanos con el tiempo sobre la epidermis se le va formando una cascarita o escama que al pasar el tiempo se convierte en una coraza”, pero parece que al licenciado Jorge Mera se le aceleró el proceso de formación de esa coraza como buen aspirante a político dominicano, pues hoy aparece en la prensa dando declaraciones y exigiendo “transparencia al PLD” cuando yo creo que debería callarse por un tiempo y evitar  aparecer en la prensa, si no por respeto a los Dominicanos, por lo menos a los autores de los mencionados artículos de opinión que se atribuyó en el respetable diario “El Caribe”, de ahora en adelante los directores tendrán que escoger con mucho cuidado sus articulistas.



A continuación los artículos mencionados, para que usted saque su propia conclusión.

19 de abril de 2007

Opinión

Mal Estado, no Estado, buen Estado

El sacrificio que ha tenido que hacer el pueblo dominicano para mantener la democracia estable que tenemos es un reconocimiento de la capacidad que tiene nuestra nación. Ahora, siempre será una tarea inacabada reforzar la democracia.

Por Orlando Jorge Mera  / El Caribe

Martes 28 de noviembre del 2006 actualizado el lunes 27 de noviembre del 2006 a las 10:43 PM

                  

En medio del debate generado por la tercera reforma tributaria impuesta por el gobierno del PLD, que ha merecido el rechazo de amplios sectores de la vida nacional, por cuanto se ha establecido que, en vez de establecer nuevos impuestos, lo que el Gobierno debe hacer es implementar una amplia política de austeridad, se ha puesto de moda, otra vez, el rol del Estado, o mejor dicho, del buen Estado.

Que la administración pública funcione bien es la condición necesaria para garantizar los derechos, las libertades y la lucha contra el hambre. De hecho, cada vez más, en todos los programas de cooperación internacional, se incorporan aspectos de buena administración como elemento fundamental.

 

Ya ha llegado a su fin el llamado Consenso de Washington, que indudablemente provocó la supervivencia del más fuerte y de un Estado mínimo, que tanta miseria y corrupción ha esparcido por el mundo en las últimas décadas.

Cuando el Estado no es capaz de proporcionar los servicios públicos básicos, garantizar el nivel mínimo de inversión en educación y salud, luchar contra la erradicación de la pobreza a través de planes sociales transparentes, y establecer prioridades nacionales sobre la base de una ejecución presupuestaria sana y transparente, entonces se está en presencia de un mal Estado. Por eso, la alternativa a un mal Estado no es un no Estado, sino un buen Estado.

En épocas de incertidumbre como la que estamos viviendo actualmente, existe una sola receta: más información, más transparencia, más participación, y en definitiva, más democracia.  Ante la incertidumbre se necesita un Estado fuerte y eficaz.

 

Esta fortaleza reside en la calidad democrática, en el ejercicio responsable de sus competencias y en la existencia de unos servicios públicos eficientes.

De la necesidad de la democracia lo sabemos todos los dominicanos. El sacrificio que ha tenido que hacer el pueblo dominicano para mantener la democracia estable que tenemos es un reconocimiento de la capacidad que tiene nuestra nación.

 

Ahora, siempre será una tarea inacabada reforzar la democracia. Para alcanzar este objetivo es preciso que todos los ciudadanos nos impliquemos, porque la participación hacer fuerte a la democracia y la democracia, como expresé, hace fuerte al Estado.

 

El binomio ciudadanía-poder político determina la calidad de una democracia. Una ciudadanía exigente hace que la democracia progrese. Y esto es justamente lo que estamos viendo actualmente con la propuesta de la tercera reforma tributaria: La mayoría de los dominicanos entiende que no son necesarios los nuevos impuestos.

 

Que el Gobierno debe implementar la austeridad. En la tarea de la construcción democrática, el valor de la política y de la acción pública y de quienes nos dedicamos a ello es determinante.

 

Porque las sociedades y la democracia no pueden avanzar sin políticos convencidos y convicentes, con ideales, con proyectos y, sobre todo, con firmes principios.

 

En definitiva, sí, tenemos mucho que mejorar. Pero, de vez en cuando, conviene recordar las cuestiones básicas de un buen Estado.




Orlando Jorge Mera es secretario general del PRD



www.orlandojorgemera.com.do

Mal Estado, no Estado, buen Estado

Miércoles, 15 de Noviembre de 2006

Regreso de Guatemala con algo más que “jet lag”. Traigo un “lag” que no se debe sólo al cambio horario o al avión.



He releído todos mis post anteriores, casi todos vuestros comentarios y  mis respuestas. Todos los contenidos son importantes porque son nuestros, pero la perspectiva con la que analizo este blog ha cambiado un poco.

No entraré en los comentarios que hace Aníbal sobre la pobreza y las perspectivas limitadas de vida de gente que no ha hecho nada para nacer donde lo ha hecho. Los comparto. Tampoco quiero hablar de la posibilidad de que El Principito se escribiera en Antigua dado que Saint-Exupèry estuvo tiempo viviendo allí. Ni de la importante labor que realizan nuestros cooperantes allí, de lo que hablaré en próximos textos.

Lo que me ha llamado la atención de la reunión de Ministros Latinoamericanos es que el Estado vuelve a estar de moda.



Que una administración que funcione bien, imparcial, profesional y sólida es condición necesaria para garantizar los derechos, las libertades y la lucha contra el hambre.

De hecho, cada vez más, en todos los programas de ayuda al desarrollo se incorporan aspectos de buena administración como elemento fundamental. Parece que se está poniendo fin al llamado Consenso de Washington y a un cierto neoliberalismo conservador del tipo, la supervivencia del más fuerte y un Estado mínimo, que tanta miseria y corrupción ha esparcido por el mundo en las últimas décadas.

La alternativa a un mal Estado no es un no Estado sino un buen Estado. Estuve con el ministro de Finanzas de Guatemala, país que tiene una presión fiscal del 12% del PIB, una de las más bajas del continente. Con esos ingresos es imposible que se pueda asegurar sanidad y educación públicas para todos. O carreteras, o seguridad. 



La desnutrición infantil del 40%  que reconocen, es imposible de combatir sin dinero público para programas contra el hambre. Sin Estado, sólo los ricos sobreviven rodeados de guardias privados de seguridad y en casas ocultas por las verjas y los alambres.

Sí. Tenemos mucho que mejorar. Pero, de vez en cuando, conviene recordar las cuestiones básicas.

Mis respuestas…

Perdonad el retraso pero he andado bastante liado estos días y como es verdad, aunque algunos lo pongan en duda, que me leo vuestros comentarios, no he podido contestar hasta ahora.

La mayoría comparte la necesidad de un buen estado para un adecuado funcionamiento de la sociedad. Pero ¿qué es el Estado? se pregunta Magda Sinconcilia y lo hace ante la evidencia de la amplia existencia de mal estado en el mundo, incluso allá donde se entremezclan buen y mal estado. Pero sin quitarle nada a su reflexión, como a la de otros que señalan los problemas realmente existentes en nuestras administraciones públicas -trabajamos para solucionarlo-, es importante saber que sin buen estado no hay buena sociedad, ni buen sector privado, ni buena democracia. Por tanto, ya sabemos por lo que luchar. Pero ¿realmente puede funcionar bien el estado? Se preguntan varios (Valencia, Harto II, M. Tulio Cicerón…) y trasladan un elevado escepticismo respecto a la verdad de las cosas o la realidad de las grandes palabras.

Admitidme dos cosas: primero, si analizamos casos concretos, hay para todos los gustos. Servicios que funcionan bien y otros que son mejorables. No todo es tan negro como se señala en esos comentarios. Segundo, es una evidencia que la sociedad y los seres humanos hemos mejorado desde hace ¿Cuánto? ¿50, 100, 25 años?. Y cuando digo esto me refiero también a nuestros servicios públicos, a la administración y al control a los gobernantes.

Con momentos en los que es difícil ajustar oferta y demanda y sobre todo, con un creciente y positivo nivel de exigencia por parte de los ciudadanos respecto a la calidad en la prestación de estos servicios como reclama Juan A. Sánchez y como ocurre también con los servicios privados. No, no vivimos en el mejor de los mundos. Pero tampoco seamos pesimistas no ya respecto a esto o aquello, sino respecto al propio ser humano y a su capacidad de hacer bien las cosas.

Técnica de Hacienda: leo vuestros comentarios y sigo el asunto.

Por cierto, enhorabuena a Transon y ánimo.

Opinión

Calentamiento humano

El calentamiento puede tener efectos dramáticos sobre la vida individual, colectiva y la seguridad global. el anterior informe del ipcc concluía en que gastando anualmente un 1% del pib se podía dar marcha atrás a este fenómeno.

Por Orlando Jorge Mera  / El Caribe

Martes 13 de febrero del 2007 actualizado el lunes 12 de febrero del 2007 a las 11:07 PM

                    

La Tierra, el aire y el agua han sufrido un calentamiento. Esto es ya algo seguro, según el informe presentado la semana pasada por el Panel Internacional para el Cambio Climático (IPCC) creado por la Organización de Naciones Unidas (ONU). Y, en buena medida, este calentamiento es obra del hombre.

“El efecto neto de las actividades humanas desde 1750”, es decir, desde la primera revolución industrial, ha sido un calentamiento global, que se ha reforzado desde 1960, esencialmente debido al uso de combustibles fósiles y del cambio en el uso de los terrenos.

 

De seguir así las cosas, la temperatura media en el mundo aumentará probablemente entre 1.8 y 4 grados para finales del siglo, el nivel del mar se elevará entre 28 y 43 centímetros, lo que sería desastroso para países como Bangladesh, y habrá, con casi total seguridad, más olas de calor y tormentas tropicales más intensas.

Más que grandes novedades, este informe y otros que seguirán aportan la necesaria base científica a favor de acuerdos de obligado cumplimiento para todos a escala global, con un resumen para quienes toman decisiones.

 

El Protocolo de Kioto se ha quedado corto, y su fecha de expiración, 2012, demasiado larga. No se puede aguantar tanto, y esta vez tienen que subirse al carro Estados Unidos, China e India. Estamos sentados todos sobre una bomba de tiempo, que podemos desactivar.

El calentamiento puede tener efectos dramáticos sobre la vida individual, colectiva y la seguridad global. Cabe recordar que el anterior informe concluía que gastando anualmente un 1% del PIB mundial se podía dar marcha atrás a este calentamiento. De no hacer nada, se perderá un 5% y hasta un 20% del PIB.

 

De hecho, el propio informe reconoce que ha habido progresos, por ejemplo, en cuanto al uso de aerosoles nocivos.



Los científicos han advertido que un cambio climático provocado por el hombre de esta magnitud amenaza el futuro del planeta y de la civilización. La pregunta que todo el mundo tiene en mente es qué se puede hacer.

Las alarmas están sonando, y cada vez, más políticos van asumiéndolo y comprendiéndolo. El caso más significativo es el exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore, cuyo documental “Una verdad incómoda” es un aporte significativo y extraordinario para crear mayores niveles de conciencia ciudadana, y da algunas respuestas a lo que los ciudadanos podemos hacer. El documental hace referencia a la situación de la foresta entre República Dominicana y Haití. Una comparación

2007-04-20 13:38:47