Opiniones

Kiva: el verdadero autor

Kiva: el verdadero autor

En ocasión del fallecimiento de mi entrañable amigo y destacado latinoamericanista soviético Kiva Maidanik, escribí una serie de trabajos testimoniales sobre ese ser extraordinario, los cuales sirvieron para armar este libro con el sello de la  “Escuela de Formación Política Orlando Martínez” y con el título: “KIVA MAIDANIK: HUMANIDAD SIN LÍMITES Y HEREJÍA REVOLUCIONARIA.                                                              

Antes de ponerlo en manos del público dominicano, recibí de algunos amigos(as) de aquí y del exterior (porque lo leyeron por Internet o porque se lo entregué impreso hace unos días) encendidos elogios.

Gente muy querida, mi madre, mi hermano, mi esposa, mis hijos, mis camaradas más cercanos- quienes por cierto no son muy imparciales respecto a lo que escribo-lo calificaron como uno de los mejores, o el mejor, de mis escritos.

Tomé estos elogios con la debida mesura, incluyendo la persistente opinión de un apreciado camarada de la izquierda dominicana, Manuel Salazar, que insistió como el que más para que hiciera esta edición, impensable por ahora si no hubiera contado con el generosa respaldo del amigo Frank Matías y su Editora Tropical.

 

Horas antes de pronunciar estas palabras recibí la excusa, por voz de mi madre, del Doctor Lino Romero, maestro de la psiquiatría dominicana, buena pluma y autor de varias obras importantes; recibí su excusa anticipada por la inasistencia a este acto así como su valoración del texto recibido con estas palabras: “no pude despegarme de él hasta terminarlo, lo leí de un tirón, es lo mejor que he leído de las cosas tuyas”. Imagínense ustedes el rostro de mi madre cuando me lo comunicaba.

Entonces, solo entonces, me puse a pensar en serio en lo que había pasado con estos trabajos y llegué a la conclusión de que esta publicación no es realmente de mi autoría.

                                            

Yo apenas aporté la pluma fuente, que desde el momento en que mis sentidos percibieron el pasado 24 de diciembre de los labios de Lulú, mi compañera, la infausta noticia de la muerte de Kiva y se detuvieron las lágrimas que brotaron de lo más profundo de mi ser, inició  una hermosa incontenible caminata a través de las blancas hojas que esperaban estos recuerdos inolvidables, estos testimonios de vida y de cariño, y estas valiosas enseñanzas de quien para mí ha sido una especie de padre muy joven o de hermano muy mayor, con dotes de gran y bondadoso maestro.

El verdadero autor de esta obra es Kiva Maidanik.

Un ser humano capaz de inspirar los más lindos sentimientos y socializar las mejores virtudes.

Yo sencillamente hice las veces del ser que recibe en su interior ese espíritu extraordinario y da a conocer sus no muy difundidos atributos.

Y lo hice en forma muy natural y muy fluida, sin pensar que este libro quizás podría ser el mejor homenaje y la mejor contribución de mi parte para comenzar a difundir las cualidades de kiva, que en mi opinión aproximan a los seres humanos a nuevas y muy altas expresiones de solidaridad y bondad.

No voy a hablarles hoy del contenido de este libro. Solo lo pongo en sus manos para que sean ustedes los que, mas tarde, me den su opinión sobre lo que he podido captar y expresar de aquellos densos y bonitos encuentros con Kiva y sobre el propio Kiva.

Kiva Maidanik fue y es un comunista de verdad, un científico social de verdad, un investigador de verdad.

Kiva emanaba y emana sabiduría, amor por al verdad y la justicia.

                                                

Pero lo que más me impresionó de él es su condición humana: su sencillez, su modestia, su capacidad de amar, su desprecio por cualquier afán de principalía, su desprendimiento personal, su sensibilidad frente a todo lo bueno y a todo lo malo, su atención a los detalles sensibles de la vida en familia y en sociedad, su capacidad para encariñarse, para querer y darse a querer, para valorar sin alabar, para criticar sin ofender, para ser implacable frente a sus propios errores.

Por eso, si me preguntan como definir a Kiva, yo le diría: un hombre sabio y fundamentalmente muy bueno, además de un revolucionario innovador e insumiso.

Encontrar todas estas cualidades en un mismo ser no es fácil.

Podemos decir que los revolucionarios (as) abundan, pero lamentablemente entre ellos (as) los (as) hay no pocos(as) de débiles condiciones humanas. E incluso no han faltado los (as) que a nombre de hacer revolución o de militar en la revolución, a nombre de los más nobles ideales socialistas y comunistas, han cometido atrocidades y hasta monstruosidades, o han devenido en seres despreciables.

Aquí tenemos muchos malos ejemplos, aunque por suerte hay casos que podría ubicarse dentro de la estirpe ejemplar de Kiva Maidanik (me vienen a la memoria Amín Abel, Orlando Martínez, Minerva Mirabal…). Kiva, por demás, por ser un intelectual orgánico de la causa revolucionaria internacional, por su admiración por el Che y por su vocación latinoamericanista, se hermanó e influyó en destacados(as) luchadores (as) por el socialismo y la libertad.

Por eso mi pluma no pudo resistir la tentación de convertirse en instrumento de su magnífico ejemplo de amor y solidaridad humana.

Y pudo menos aun contenerse ante la ausencia física de nuestro hermano y amigo Jorge Schafik Handal, quien sin duda lo hubiera hecho con testimonios tan o más elocuentes, con sentimientos tan o más intensos y con un cariño tambien infinito.

Precisamente el momento en que Schafik partió de este mundo para trascender a la inmortalidad, fue el último encuentro terrenal entre Kiva y yo. Y allí no despedimos con un ¡Hasta siempre, hermano, amigo, camarada!

Una despedida, una separación que nos unió mucho más y que en este libro se expresa con el prólogo que le escribimos Schafik y yo a uno de los libros de Kiva sobre este continente de la esperanza. Si, una aparente separación de este trío de cantores de sueños, no por difíciles, imposibles de realizar.

¡Hasta el más allá!  ¡Hasta la victoria siempre¡

Gracias a esta academia y a su presidente por acoger este homenaje.



Gracias a ustedes por acompañarnos.



Gracias a todos (as) por acoger a Kiva en sus corazones ¡Estoy seguro que lo harán!


                                                                             

Narciso Isa Conde.

22 de junio 2007, Santo Domingo.

2007-06-27 14:18:12