EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
El Procurador General de la Repùblica, Radhamès Jiménez, acaba de declarar que el noventa por ciento de los crímenes que se cometen en el paìs està relacionados con las drogas.
Aùn cuando se trate de un simple estimado, la afirmación no estarìa lejos de la verdad.
Evidencias estadísticas de otros paìses demuestran, sin margen a dudas, que el aumento de la delincuencia va de la mano con el tràfico y consumo de estupefacientes. Mientras màs extendido èstos, màs numerosos y graves los hechos criminales.
A muchos asombra que de unos años a esta parte, no sòlo haya una mayor proliferación de delitos sino tambièn las características de èstos. Ajustes de cuentas, robos y atracos acompañados de violencia asesina, secuestros son algunas de las modalidades que anteriormente eran o muy infrecuentes o prácticamente desconocidas.Tambièn por entonces era insidiosa y apenas perceptible la introducción del narcotráfico en el paìs.
Esto asì no obstante que ya para una fecha tan remota como 1973, la prensa neoyorquina revelaba que en un allanamiento llevado a cabo por fuerzas policiales de la metrópoli habìan sorprendido una reunión de importantes elementos gansteriles ligados al negocio de las drogas, ocupando evidencias de que miraban hacia la Repùblica Dominicana como un corredor o estación de paso para la introducción de narcóticos al mercado estadounidense.
La revelaciòn sin embargo, no pareciò tener el menor impacto a nivel local. Ni las autoridades dieron la impresión de apreciar la importancia del hecho y prever su gravedad, ni menos aùn el pleno social preocupado y ocupado en los problemas de la habitualidad que han resistido el paso del tiempo para mantener su vigencia, como son,entre otros, los apagones y los problemas relacionados con el suministro de agua potable, sobre todo en tiempos de sequia.
De entonces a la fecha ha corrido mucho agua bajo los puentes. Y tambièn ha entrado mucha droga al paìs pòr aire, mar y tierra, se nos ha quedado una cantidad cada vez mayor en el mercado local, ha aumentado de manera significativa el nùmero de adictos y se ha reducido cada vez màs la edad de quienes han caìdo en las garras del vicio y se han vinculado al microtràfico barrial.
Si nos colocamos un poco en cuenta regresiva, de seguro vamos a encontrar que en la misma medida que se han agravado el narcotráfico y el consumo, se ha ido incrementando la criminalidad en el paìs y èsta se ha vuelto màs y màs peligrosa cada vez.
Ni por asomo los padres de la actual generación de relevo pudo imaginar que un malhechor pudiera dar muerte a tiros a un ser humano para robarle un celular, menos aùn un par de tennis. Atracos a mano armada, eran muy infrecuente noticia de primera plana. De los ajustes de cuentas solo se tenìa idea por las películas de gansters que nos servìa Hollywood. Un secuestro, causa de gran conmoción.
Hoy parecerìa que hechos de esta naturaleza y gravedad hayan pasado a ser parte de la cotidianidad, que en todos provoca una sensación de inseguridad pero que a nadie parece asombrar.
Sin embargo, lo peor de todo es que a nivel de la sociedad dà la impresión de que aùn no hemos cobrado conciencia de esta ìntima relaciòn entre drogas y criminalidad, y la estrecha asociación`que el incremento de unas lleva al aumento de la otra. Y en consecuencia de la necesidad urgentísima de colocar el tema entre las prioridades de la agenda nacional y de hacer causa y frente comùn para presentarle cara.
Porque hoy por hoy, tenemos la droga metida hasta el cuello: desde usarnos como corredor internacional hasta ampliar cada vez màs su mercado local, lavar e invertir aquì sustanciales cantidades de recursos sucios como permear y corromper todos los estratos de nuestras todavìa muy débiles estructuras institucionales, quebrar espinazos y comprar complicidades e impunidad.
Ojalà reaccionemos a tiempo para enfrentar el problema con la debida energía y previsión, no solo con la autoridad y el poder del Estado sino tambièn con la màs firme voluntad y disposiciòn ciudadanas.
2007-07-27 16:45:46
