Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO

de



Mario Rivadulla

El llamado Foro Social Alternativo ha reiterado su llamado a un nuevo paro nacional para mañana martes, alegando que el gobierno ha dado respuesta ni satisfecho ninguno de los reclamos enarbolados durante la anterior jornada efectuada el pasado junio. 

Mientras tanto el vocero del gobierno Rafael Núñez, quien ya la vez pasada anunciò un intento similar que no pudo concretarse, invitò a los organizadores del movimiento a dialogar con el gobierno manifestando que el Presidente Fernández se siente preocupado por la seguridad de los comerciantes, trabajadores y ciudadanos en general ante la posibilidad de que ocurran hechos lamentables. 

Sea exitoso o no este intento de negociación y tenga o no lugar el paro anunciado para mañana, la cuestión de fondo a plantearse es la validez y conveniencia de este tipo de acciones. 

Obviamente el ejercicio de la protesta, dentro de los lìmites que establecen la Constitución y las leyes, es un derecho que asiste a cada ciudadano y todos los grupos que conforman nuestra sociedad. Es una prerrogativa de la democracia, solo violada e impedida en los regímenes totalitarios del cariz ideológico que sean.  Esto es incuestionable.

Ahora bien, desde un punto de vista real,  los tantos paros que se han efectuado en el paìs a lo largo de los últimos 20 años y bajo distintos gobiernos, ¿Han traído algùn resultado pràctico?  ¿Han contribuìdo a resolver alguno de los mismos problemas que se airean en cada una de estas jornadas como banderas de lucha?  ¿Han terminado con los apagones? ¿Han mejorado la calidad de vida de la gente? ¿Han reducido la pobreza y el desempleo? ¿Han bajado el costo de la vida? ¿Han eliminado la corrupciòn y la impunidad? 

Las respuestas son obvias, como lo es el solo hecho de que en todos estos años y paros las consignas que se levantan son las mismas, señal del fracaso de sus objetivos y de ese método de lucha.

Veamos la otra cara de la moneda.

Cada vez que se anuncia uno de estos paros, sus convocantes dicen que serà pacìfico y ordenado.  Nada màs lejos de la verdad.  Sus organizadores no estàn en la màs mínima capacidad de garantizarlo.  En cambio, sì han sumado no pocas muertes; una gran cantidad de heridos; cientos,  miles de detenidos; pèrdidas económicas por miles de millones de pesos; dìas perdidos de clases que significan aùn mayor atraso docente del que padecemos; la lógica zozobra que provoca en la ciudadanìa y la imagen de inseguridad que proyecta hacia el exterior, donde es dura la competencia para atraer inversionistas y turistas extranjeros.

Este año tuvimos ya un paro de transportistas. Hubo violencia en las calles y el saldo màs trágico fue el de un minibús cargado de obreras y obreros que se dirigían a sus labores en una zona franca, atacado con cocteles Molotov que causaron graves heridas a varios de sus ocupantes, principalmente mujeres con daños permanentes.

Durante el pasado paro del mes de Junio se quiso exaltar su carácter pacìfico.



Pero se olvidò o silencio que un trágico hecho fortuito frustò lo que pudo haberse convertido en un drama de mucho mayores proporciones,  cuando el dìa antes, a tres jóvenes les estallò una de las bombas caseras que estaban preparando causando la muerte de uno de ellos y lesiones de consideraciòn a los otros dos. 



De no haber ocurrido este accidente, hay que suponer cuàntas vìctimas hubiesen podido ocasionar esos artefactos lanzados en el curso de la jornada de paro.

Lo cierto es que se ha usado y abusado del paro que es un método de acciòn extremo y cuyos efectos reales como expresiòn de protesta ciudadana,  no pueden calibrarse por cuanto terminan siendo politizados por partidos que estàn en la oposiciòn y que, de esa forma, validan ese mismo método de acciòn para tener que sufrirlo cuando les toca ser poder. 

Y porque muchos ciudadanos no pueden acudir a su trabajo por falta de transporte; otros no se atreven a salir de sus hogares por temor a sufrir una agresión; y todavìa hay otro grupo, que aprovecha la jornada para tomarse un dìa de descanso del que disfrutan sus integrantes en forma bucólica reuniéndose con sus vecinos y amigos alrededor de una mesa de dominò alimentada con unas cuantas frìas y un pote de ron.

De que hay razones para protestar y quejarse, las hay.  Las ha habido y las seguirà habiendo porque son muchos los problemas que nos aquejan y aùn con las mejores intenciones, no hay varitas mágicas que los resuelvan. Pero en todo caso, el ejercicio màs racional y rentable de la protesta ciudadana no son los paros que, como señalamos, han arrojado siempre un saldo negativo y por lo general, contribuyen màs a complicar que a solucionar las cosas.  Los resultados asì lo demuestran.

2007-10-02 14:47:23