Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla



Como era previsible no le costò trabajo ni tiempo a nuestro Secretario de Estado de Hacienda, Vicente Bengoa, obtener del gobierno venezolano una ampliación en el suministro de petróleo al paìs bajo las condiciones crediticias de Petrocaribe, de 30 mil a 50 mil barriles diarios, es decir la tercera parte de nuestro consumo promedio que sube a ciento cincuenta mil.  De hecho, ya el Presidente Hugo Chàvez habìa anticipado en dìas recientes una disposición favorable en este sentido.

Obviamente se trata de un fiao y hay que hacer insistencia en este punto. Una especie de curita, de alivio temporal que en modo alguno debemos tomar como soluciòn a la que acogernos frente al desmadre en el precio internacional del petróleo que coquetea en la franja de los ochenta a ochenta y tantos dólares, y segùn los sombríos pronósticos, o quizàs temores de algunos entendidos, pudiera llegar a los cien dólares.

El fiao es un crèdito a veinte años, con dos de gracia y a interés bajo.  Pero que hay que pagar y que acumularà de año en año cifras tan voluminosas como los cuestionados bonos soberanos. Quizàs para recordarlo, el propio Bengoa al anunciar en Palacio el èxito de su gestión,  advirtió que ya para el 2008, o sea, el año venidero tendremos que comenzar a amortizar la deuda con Venezuela cuyo pago ojalà no nos cueste la aplicaciòn de nuevos impuestos.

Mientras tanto, el Secretario de Estado de Industria y Comercio, Melanio Paredes informa que se ha constituido una comisiòn de expertos para recomendar al gobierno posibles cambios en la Ley de Hidrocarburos y medidas para implementar un plan de ahorro de combustibles.

En cuanto a lo primero, se ha venido planteando por la oposición y fue una de las demandas enarboladas por el Foro Social Alternativo durante el llamado a paro el pasado martes, que el gobierno fije un tope al precio de los combustibles.  La Ley actual fija un mecanismo automático que regula los precios locales conforme a la cotización internacional de los combustibles.

Pero los precios locales estàn incididos por una fuerte carga impositiva, con la finalidad de especializar los recursos asì obtenidos para pagar el servicio de la cuantiosa deuda externa que pesa sobre el paìs.  Obviamente, la ùnica forma de fijar un techo a dichos precios serìa reduciendo el monto de los citados impuestos.

Esto conllevarìa una disminución en los ingresos del Estado que serìa preciso compensar por otra vìa con nuevos impuestos, aumentando los existentes o sacrificando partidas del presupuesto. Esto ùltimo es màs que poco probable. 

Pero además al bajar los precios de los combustibles, resultarìa lógico esperar un incremento en el consumo. Baste señalar que pese a los elevados precios que se pagan al presente por los combustibles el consumo se ha elevado en lo que va de año en casi un 9 porciento en relaciòn con el 2006 segùn acaban de revelar instituciones empresariales.

Lògicamente nadie en sus cabales puede oponerse a que se encuentre la fòrmula adecuada para poder bajar los combustibles, cuyos elevados precios inciden de manera negativa en todas las expresiones de actividad del paìs: desde la producciòn agrìcola hasta la factura eléctrica.  Pero si los precios se reducen sin ir acompañados de un plan de ahorro y de fomentar una cultura de austeridad es seguro que el consumo aumentarà y no precisamente para incrementar la producciòn sino para alimentar los motores de los vehículos de lujo y alto consumo.  Y esto en definitiva, nos apretarìa aùn màs la soga que ahora mismo tenemos alrededor del cuello.

Dentro de este contexto confunde un tanto la informaciòn del Secretario de Industria y Comercio sobre el nombramiento de la comisiòn a que antes hacemos referencia.

¿Acaso el Presidente Fernández no estableció por decreto un plan de ahorro de energía hace ya màs de dos años que  se puso en pràctica por espacio de varios meses hasta que se suspendió con carácter temporal,  dizque por las festividades de Navidad en diciembre del 2005, sin que pasada esa fecha volviera a retomarse?

¿Es que ese plan, vigente porque el decreto no ha sido derogado, no fue bien pensado y elaborado? 

¿No se dijo entonces que  a las pocas semanas de su implementaciòn ya se habìa logrado una baja significativa en el consumo de energía?

Si el plan resultò efectivo y despuès de las lògicas incomodidades iniciales, la gente empezó a acomodarse  a sus disposiciones ¿a què ensayar ahora nuevos métodos? 



¿por què no dar aplicaciòn y nueva vida al decreto existente?

Por lo demàs, insistimos en la necesidad del ahorro al tiempo que de agilizar la ejecución de los proyectos de energía alternativa para hacernos menos dependientes de la importación de carburos,  antes de que nos lleve el mismísimo diablo disfrazado de barril de petróleo.

2007-10-08 02:49:07