Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de

Mario Rivadulla

En estos dìas se ha puesto de moda reclamar del gobierno poner un tope a los precios de los combustibles, habida cuenta del alza significativa que ha registrado el petróleo, y por ende sus derivados, en el mercado internacional.  Pero sobre todo, por la perspectiva de que continùe en alza hasta topar los cien dólares por barril de que hablò hace algùn tiempo el Presidente de Venezuela, Hugo Chàvez.

La demanda se proyecta como atractiva.  ¿Quièn en sus cabales no estarìa de acuerdo con que se pudiera poner un tope al precio de la gasolina?  Ahora bien, ¿hasta dònde ello es posible y hasta què punto el gobierno estarìa en disposiciòn de acoger una demanda de esta naturaleza?

El tope en cuestión, como es lógico, resulta de muy relativa posibilidad.  Aùn cuando el gobierno rebajese sustancialmente el monto del impuesto que grava la venta de combustibles, principalmente la gasolina, cosa por demàs improbable, tomando en cuenta que como señala Temìstocles Montàs representa el 14 por ciento del total de sus recaudaciones, el precio del crudo pudiera continuar aumentando hasta màs allà de la capacidad del gobierno para incurrir en ese sacrificio fiscal, en cuyo caso el poder ponerle un techo a los precios resultarìa totalmente ilusorio salvo que el Estado subsidiara la diferencia.  Y esto, es de todo punto inviable.

Ahora bien, con independencia de la mayor o menor acogida que las autoridades puedan dar al reclamo que hacen por un lado el PRD, como arma de lucha política, y otras agrupaciones, incluyendo el llamado Foro Social Alternativo, hay algo que llama la atenciòn.  Es la ausencia en estos reclamos de una política de ahorro energético por parte del gobierno y de una actitud de uso racional de los combustibles por la de la ciudadanìa.  Tal parecerìa que el tèrmino austeridad viene a ser una mala palabra en nuestro diccionario político y populista.

Asì como nadie se negarìa a que los combustibles bajaran de precio y tuvieran un tope frente a las alzas del mercado internacional, a nadie en cambio le resulta atractivo el tener que someterse a un plan de ahorro con todas las limitaciones que esto conlleva. 



Menos aùn a los políticos y los grupos populistas afrontar el costo de imagen y respaldo que ello les reportarìa.

Y es en verdad penoso que no acabemos de enfrentarnos a la realidad de que somos un paìs pobre donde hay gente que hace irresponsable allante y expresión de riqueza, que ellos pagan en pesos pero el paìs tiene que pagar en dólares.  Aùn si se consiguiera que el gobierno actual, o el que venga atràs, o el que sea, encontrara la fòrmula para poner un techo a los precios de los combustibles, ya sea rebajando o eliminando los impuestos que gravan los mismos, al paìs le seguirían costando la misma cantidad y tendría que erogar por ello ese costo en divisas. Serìa una especie de engañabobos, pues quiérase que no, a la corta o a la larga, tendrìamos de una forma o de otra que sufrir las consecuencias.

Hoy por hoy, el paìs afronta un gran déficit en su balanza comercial.  Esto quiere decir que estamos exportando menos bienes y servicios que los que importamos pero con una gran diferencia a favor de estos últimos, es decir en contra del paìs.  La factura petrolera representa nuestra mayor erogaciòn en dólares.  Y si no queremos hundirnos màs en la pobreza, no nos queda otro remedio que tratar de bajarla.

Para ello sòlo existen dos mecanismos.  Y uno de ellos no es precisamente las facilidades que nos ofrece Venezuela a travès de PETROCARIBE al financiarnos parte del petróleo que le compramos a partir del precio de 50 dòlares el barril,porque eso es una deuda que estamos contrayendo, que crece de año en año y que ya el pròximo tendremos que comenzar a pagar.

No.  Uno de los mecanismos es desarrollar aceleradamente fuentes alternativas de energía.  El Presidente Fernández por decreto acaba de declarar de alto interés nacional la explotación y uso del gas natural. Es una buena medida. Tambièn lo seràn la fabricación de etanol y otros biocombustibles, la energía eòlica, la solar y la hídrica. Pero todas èsas, son posibilidades en el mejor de los casos al mediano plazo.

Mientras tanto, el otro mecanismo que tenemos a la mano es meternos en la cabeza que como paìs de limitadísimos recursos, estamos obligados a hacer un empleo racional de aquellos que como los carburos importados nos estàn costando un ojo de la cara, aplicando una política de ahorro y adoptando hàbitos de austeridad.  El derroche en las actuales condiciones casi debiera ser calificado como un delito de lesa patria. 

Lamentable que quienes reclaman que bajen los combustibles, demanda que concitan una lógica simpatía y respaldo generalizados, no promuevan al mismo tiempo el ahorro energético, no para beneficio de nadie en particular sino como necesidad imperiosa del paìs.

2007-10-09 20:36:52