Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla

En dìas recientes se removió el expediente por el asesinato del funcionario aeroportuario Angel Christopher ocurrido hace màs de un año.  En  esa ocasión, se especulò sobre la posibilidad de que èste hubiese sido victimado por disposición de los carteles de la droga debido a la firme posición asumido contra èstos, para que los aeropuertos del paìs no pudiesen ser utilizados por el narcotráfico.

Saludable el hecho de que al tomar posesiòn de su cargo como nuevo incumbente del sector aeroportuario, el ex senador Josè Tomàs Pérez reclamara la reapertura de ese expediente, al parecer durmiendo en archivos.   El interès que puso en que este caso se moviera,dio lugar a que se dispusiera una orden de captura librada a la INTERPOL en contra de un sicario colombiano quien presuntamente habrìa sido el autor material del crimen.  Esto ha otorgado mayor fuerza a la versión original de que Christopher habrìa sido ultimado por orden del narcotráfico internacional.

Bien por consiguiente que se hayan reanudado las pesquisas en este caso, en vez de echarle tierra tal como, por desgracia, ha ocurrido en tantas otras situaciones de asesinatos que han quedado sin resolver.  Tales, por citar dos ejemplos, la desaparición y lógica presunta muerte del profesor Narciso Gonzàlez, “Narcisazo”; el llamado caso Vimenca, del cual el precedente jefe de la Policìa Nacional afirmò tener evidencias suficientes para dejarlo resuelto antes de finalizar su mandato, promesa que quedò incumplida; y sin dejar de lado el del periodista Goyito Garcìa Castro.

Pero no es sòlo en ese campo que hay expedientes que no deben dejarse morir.  En que no debe permitirse que el tiempo arrope culpas y genere impunidades.  Hay otras situaciones de menor significación pùblica, pero no de igual importancia que es preciso mantener con vida. En que se deben profundizar investigaciones, depurar y sancionar responsabilidades.

Tres al menos de esos casos, estàn vinculados a crímenes de trànsito.

Uno de ellos es el del joven estudiante que perdiò la vida en la Gustavo Mejia Ricart, una noche de meses atràs, a manos de unos irresponsables de los llamados hijitos de papi y mami que no teniendo otra cosa mejor que hacer con sus existencias inútiles y vacìas, se dedicaban en esa avenida de tanto trànsito, a temprana hora, a realizar carreras de automóviles a ciegas, es decir con las luces apagadas.  Atropellaron a la vìctima y luego huyeron cobardemente del lugar sin siquiera intentar prestarle auxilio.   El hecho se manejò en forma tal que deja bastante margen a suspicacia de que hubo complicidad por parte de alguna autoridad para posibilitar que el responsable pudiese a abandonar el paìs.

Otro, el del bárbaro que conduciendo al parecer a velocidad supersonònica su vehìculo por la Autopista de Las Amèricas, invadiò el àrea peatonal, matando, asesinando serìa expresión màs adecuada, a tres infortunadas mujeres que caminaban por la misma. Aunque se reportò que el responsable habìa sido identificado y detenido, nunca se diò su nombre a la luz pùblica.

Finalmente, sin que resulte excluyente en un largo listado donde se han registrado muchos crímenes impunes fruto de conducción temeraria, o por  una ingesta excesiva de alcohol o bajo los efectos de las drogas, queda el caso del psicópata, no cabe calificarlo de otra forma, que conduciendo una jipeta atropellò una niña y no conforme con ello, para completar su labor homicida, volviò sobre sus pasos y le pasò por encima al tierno cuerpecito como para asegurarse de que no sobrevivirìa.

Es claro que no se trata de hechos tan notorios como el de Chistopher, el de Narcisazo, el de Vimenca o el de Goyito Garcìa Castro. Pero son tambièn acciones horrendas y vìctimas que desde sus tumbas reclaman justicia. Por sus vidas tronchadas. Por el dolor de sus familias.  Por la seguridad y dignidad de una sociedad en cuyo seno viven en pecado pero sin sanción, los autores de estos crímenes.

Que sobre ellos tambièn se deje sentir la filosa espada de la justicia.

2007-10-25 13:12:38