Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO

de



Mario Rivadulla

Los servicios religiosos efectuados en estos dìas elevando preces por la suerte de los miles y miles de damnificados provocados por los intensos aguaceros dejados a su paso por la tormenta Noel y que han contado con la presencia tanto del Presidente Leonel Fernàndez y destacados miembros de su gobierno, asì como de los aspirantes y lìderes de la oposiciòn, han tenido un denominador comùn.

Desde el Cardenal Lòpez Rodrìguez hasta todos los demàs oficiantes eclesiàsticos han puesto especial ènfasis en reclamar la solidaridad de todos los sectores de la vida nacional,  tanto para ir en ayuda de los necesitados como para emprender la reconstrucciòn de la parte del paìs afectada por el meteoro.

El reclamo de los ministros religiosos se corresponde con exactitud con las necesidades de la hora presente.  Esta es de solidaridad. Solidaridad es la palabra clave y debiera ser la de orden en estos momentos en que la tragedia ha tocado a tantas puertas, ha costado tantas vidas, ha dejado la secuela de tantas familias sin hogar y sin sus modestas pertenencias y que han visto convertida su secular pobreza en extrema miseria.  La tragedia de ellos, debe ser la tragedia de todos.  Y sus urgidas necesidades de ayuda material y consuelo moral, tambièn un reclamo y compromiso que nos alcance a todos.

Ciertamente el infortunio provocado por Noel, ha tenido como compensaciòn el despertar y poner de manifiesto una vez màs el espìritu compasivo y la vocaciòn de ayuda del pueblo dominicano. 



Los aportes particulares no han vacilado en fluir hacia los centros de acopio.  Sectores importantes de la poblaciòn e instituciones representativas tambièn se han sumado a la cadena de socorro. Particularmente conmovedora la ràpida respuesta de nuestra clase artìstica con la celebraciòn de esos importantes telemaratones. Como contrapartida, no han faltado los especuladores que no han dejado pasar la oportunidad para lucrarse de forma indecente con la desgracia ajena.

La hora insistimos una vez màs no es de debates infecundos, de oportunismo logreros ni ventajismos mezquinos.  Si hay aspectos que debatir en torno al antes, durante y despuès de la tragedia y responsabilidades que depurar, tiempo habrà de hacerlo.  Ahora es solo tiempo de solidaridad. De ayuda a quienes, desde el fondo de su angustia, claman por ella.



Desde el comienzo de este hecho imprevisto e infortunado, hemos venido planteando un alto en el debate partidario.  Otras voces muy autorizadas hacen el mismo reclamo, entre èstas la del psiquiatra Cèsar Mella y el magistrado de la Junta Central Electoral, Eddy Olivares.  El mismo director de Estrategia Internacional de Reducciòn de Desastres de las Naciones Unidas, Silvano Briceño, califica de “mal gusto y actitud miserable” que se trate de obtener ventajas partidarias de la misma.

Pero creemos que hay que ir màs lejos.  A riesgo de pecar de ingenuos,   proponemos que la campaña electoral entre en receso hasta el 15 de Enero.  Y que los partidos polìticos aporten la parte proporcional correspondiente a los meses de Noviembre y Diciembre de los recursos para financiar sus actividades que reciben del Presupuesto Nacional, vìa la Junta Central Electoral, para nutrir los fondos de socorro. Pedirles por otra parte a los especuladores que repriman su criminal codicia, pudiera ser un ejercicio inùtil. No asì reclamar de las autoridades que pongan mano dura en reprimirlos.

Obviamente debemos sacar experiencias de esta situaciòn infortunada.  Una de ellas, quizàs la màs importante por la cuota de participaciòn que aporta en la cantidad de vìctimas y pèrdida de hogares, es la permisividad mostrada tradicionalmente por las autoridades ante la construcciòn de viviendas, generalmente con materiales de desecho, en sitios de alto riesgo, ya sean laderas de lomas o màrgenes de los rìos.

El Presidente de la Repùblica ha prometido que no permitirà que esa pràctica siga ocurriendo. Y que comenzarà por levantar viviendas para los damnificados en lugares seguros.  Es de esperar que honre ese compromiso.  Y que lo haga si es preciso, aplicando la autoridad del Estado para preservar sus vidas frente a quienes por ignorancia se opongan a ello, facilitàndoles en cambio ubicaciones apropiadas.

De esperar tambièn que las autoridades encargadas de las labores de prevenciòn y socorro dispongan en el futuro de mayores recursos de manera permanente y no necesariamente bajo situaciones de crisis.  El trabajo que han desplegado y siguen haciendo sus brigadistas es en extremo meritorio. Casi heroico.  El mejor reconocimiento que podemos brindarles es dotarles de màs amplios medios para que puedan efectuar sus labores con mayor efectividad y menos riesgo personal.

Por lo demàs, insistimos en que ahora mismo, en este preciso instante, la palabra de orden para todos sin excepciòn debe ser Solidaridad.

2007-11-08 14:57:45