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Moscú tendrá que elegir entre la mantequilla y las armas

Por:  Josep Borrell

Alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la
Unión Europea

¿Ayudan las sanciones contra Rusia? Sí, ya están golpeando con fuerza a
Vladimir Putin y sus cómplices y sus efectos en la economía rusa aumentarán
con el tiempo.

Desde que Rusia violó deliberadamente el derecho internacional al invadir
Ucrania, la UE ha adoptado seis paquetes de sanciones contra Moscú. Nuestras
medidas se dirigen ahora a casi 1.200 personas y 98 entidades en Rusia, así
como a un número importante de sectores de la economía rusa. Estas sanciones
se adoptaron en coordinación con los miembros del G7. Su eficacia se ve
reforzada por el hecho de que más de 40 países (incluidos países
tradicionalmente neutrales) las han adoptado o han tomado medidas similares.

A finales de 2022, habremos reducido nuestras importaciones de petróleo ruso
en un 90% y estamos reduciendo rápidamente nuestras importaciones de gas.
Estas decisiones nos están liberando gradualmente de una dependencia que
durante mucho tiempo ha inhibido nuestras opciones políticas frente a la
agresividad de Vladimir Putin. Probablemente creía que Europa no se
atrevería a aplicar sanciones debido a su dependencia energética. Este no es
el menor de los muchos errores de apreciación del régimen ruso en este
conflicto. Por supuesto, esta rápida desintoxicación de la energía rusa
también crea serias dificultades para muchos países de la UE y para varios
sectores de actividad. Pero este es el precio que tenemos que pagar por
defender nuestras democracias y el derecho internacional, y estamos tomando
las medidas necesarias para hacer frente a estos problemas de forma
solidaria.

Algunos dirán, ¿pero estas sanciones afectan realmente a la economía rusa?
La respuesta es sí. Porque si bien Rusia exporta muchas materias primas,
también se ve obligada a importar muchos productos de alto valor añadido que
no produce. En materia de tecnologías avanzadas, depende en un 45% de Europa
y en un 21% de Estados Unidos, frente a sólo un 11% de China. 

En el ámbito militar, crucial en el contexto de la guerra en Ucrania, las
sanciones limitan la capacidad de Rusia para producir misiles de precisión
como el Iskander o el KH 101. Casi todos los fabricantes de automóviles
extranjeros también han decidido retirarse de Rusia y los pocos coches
producidos por los fabricantes rusos se venderán sin airbags ni
transmisiones automáticas. 

La industria petrolera no sólo sufre por la marcha de los operadores
extranjeros, sino también por la dificultad de acceder a tecnologías
avanzadas como la perforación horizontal. Es probable que la capacidad de la
industria rusa para poner en marcha nuevos pozos sea limitada. Por último,
para mantener el tráfico aéreo, Rusia tendrá que retirar de la circulación
la mayoría de sus aviones para recuperar las piezas de recambio necesarias
para que los demás puedan volar. A esto hay que añadir la pérdida de acceso
a los mercados financieros, la desconexión de las grandes redes de
investigación mundiales y la fuga masiva de cerebros. 

En cuanto a la alternativa que China ofrecería a la economía rusa, sigue
siendo limitada en la realidad, especialmente para los productos de alta
tecnología. Hasta ahora, el gobierno de Pekín, muy dependiente de sus
exportaciones a los países desarrollados, no ha permitido a Rusia eludir las
sanciones occidentales. Las exportaciones chinas a Rusia han disminuido en
proporciones comparables a las de los países occidentales. 

¿Estos impactos significativos y crecientes llevarán a Vladimir Putin a
modificar sus cálculos estratégicos? Probablemente no en el futuro
inmediato: sus acciones no se guían principalmente por la lógica económica.
Sin embargo, al obligarle a elegir entre la mantequilla y los cañones, las
sanciones le encierran en un círculo que se va estrechando poco a poco.   

Queda el impacto de estas sanciones en terceros países, especialmente
africanos, que dependen del trigo y los fertilizantes rusos y ucranianos.
Las responsabilidades en la crisis alimentaria son claras: nuestras
sanciones no se dirigen a las exportaciones rusas de trigo o fertilizantes,
mientras que a Ucrania se le impide exportar su trigo por el bloqueo del Mar
Negro y la destrucción causada por la agresión rusa. Si se materializan
algunas dificultades potenciales relacionadas con nuestras sanciones,
estamos preparados para poner en marcha los mecanismos adecuados para
responder. He informado de ello a mis homólogos africanos y les he pedido
que no se dejen engañar por las falsedades de las autoridades rusas sobre
nuestras sanciones.

La verdadera respuesta a las dificultades de los mercados mundiales de
energía y alimentos es el fin de la guerra. Esto no puede lograrse aceptando
el diktat ruso, sino con la retirada del ejército ruso de Ucrania. El
respeto a la integridad territorial de los Estados y la prohibición del uso
de la fuerza no son principios occidentales ni europeos. Son el fundamento
de todo el derecho internacional. Rusia los pisotea alegremente. Aceptar tal
violación abriría la puerta a la ley de la selva a escala mundial. 

En contra de lo que pensábamos con cierta ingenuidad hace unos años, la
interdependencia económica no implica automáticamente una pacificación de
las relaciones internacionales. Por eso es imperativo la transición hacia
una Europa como potencia, que vengo reclamando desde el inicio de mi
mandato. Ante la invasión de Ucrania, hemos empezado a pasar de la intención
a la acción demostrando que, cuando se le provoca, Europa puede responder.
Como no queremos entrar en guerra con Rusia, las sanciones económicas son
ahora el núcleo de esta respuesta. Ya están empezando a surtir efecto y lo
harán aún más en los próximos meses.   

mgonzalez@mgpr.com.do