Opiniones

EL MIRADOR

EL MIRADOR

“Simplemente una conversación”

La reunión de Fidelio Despradel, Miguel  Ángel Muñíz y Manuel Salazar, con el ex jefe de la Policía Nacional, el general retirado Pedro de Jesús Candelier, presidente del Partido Alianza Popular, ha provocado  un reperpero de izquierdistas. Ramón Fondeur, ex dirigente del Partido Nueva Alternativa, considera  la participación de los camaradas en la junta con Candelier, “es una traición a la Izquierda del país”. Varios izquierdistas históricos hablan de publicar un documento para fijar posición. Fidelio Despradel, recibió hoy las primeras reacciones durante su participación en el Gobierno de la Mañana, de la Z 101. Reveló que en la reunión Candelier manifestó su identificación con el modelo del Presidente venezolano Hugo Chávez, y que el encuentro se produjo a petición de Miguel Ángel Muñíz. Más, dijo que hablaron con Candelier de la idea   en procura de una convergencia social al interior de la sociedad dominicana, el “país que queremos”. A Fidelio le preguntaron si esto implicaba una alianza con el presidente de Alianza Popular, pues él (Fidelio) impulsa un movimiento a favor de Guillermo Moreno, a los fines de que sea el candidato de una coalición de fuerzas progresistas. Ahí respondió rápido y aclaró que la junta  fue “simplemente una conversación”. Llamó la atención que por eso  se hizo pública porque no hay nada que ocultar. Sin embargo, izquierdistas que escucharon la entrevista piensan que los camaradas se expusieron en un lugar donde acude gente que tiene contactos en los medios de comunicación para que se difundiera la noticia y percibir  las reacciones. Si era de apoyo, seguirían adelante, pero si la reacción es negativa, como ha ocurrido,  abandonarían  la idea. Para los que comparten esa opinión es evidente que si el grupo hubiese querido  no se divulgara la reunión, se habría reunido en un lugar discreto como es el punto donde está la casa campestre de Fidelio,  en Jarabacoa. Se quería que la noticia corriera rápido.

En tiempo de libertad

En una tertulia vespertina un grupo habló de la reunión de los izquierdistas con Candelier.



Compartió  la idea de que la Izquierda busque su espacio y desarrolle vocación de poder, pero aclaró que rechaza la incoherencia que a su juicio exhiben algunos de sus dirigentes históricos. Uno lamentó que una parte de la Izquierda sólo piensa en nuevas opciones de administración de Gobierno, cuando desde  la administración del Gobierno se respetan las ideas, y nadie es intimidado por lo que dice, como entienden  ocurre ahora en el país. Otro recordó que en la pasada administración del PRD-PPH,  medios de comunicación, periodistas y ciudadanos ordinarios, sufrieron la presión de la intolerancia, pero  a voces como la de Fidelio y compartes, no se le ocurrió procurar una convergencia social para restaurar el Estado de Derecho. La esposa de un izquierdista recuerda que tampoco reaccionaron cuando el Gobierno del Presidente Hipólito Mejía, construyó  un monumento en Constanza, para honrar a los que exterminaron a los expedicionarios del 14 de junio de 1959. Tampoco levantaron las voces contra una política económica que dejó como legado un agregado  a la lista de pobres de un millón y medio de personas. La mujer al final dijo que es lamentable lo que oye;  se convence de que la Izquierda tiene unas personalidades que perdieron el rumbo. 

   

Para que se republique

Una lectora de EL MIRADOR, nos ha enviado un artículo del distinguido periodista Bienvenido Alvarez Vega, actual director del periódico Hoy, publicado el 28 de julio de 2004, en ese diario, con el título “Nadie pensó que terminaría así”. Según el criterio de la dama, como aquí se trata de borrar la memoria, el texto debe “republicarse” para que la gente piense en cuál sería el futuro de las promesas que hace en su campaña el candidato presidencial del PRD, Miguel Vargas Maldonado, Secretario de Obras Públicas en el Gobierno del PRD del presidente Hipólito Mejía (2000-2004) Dice que cuando escucha o lee las promesas de Miguel, piensa en el líder del PRD-PPH.  El contenido del artículo es el siguiente:

Nadie pensó que terminaría así

“No creo que dominicano alguno advirtiera que la administración del Presidente Hipólito Mejia terminara como está concluyendo este gobierno. Y no me refiero a los ya conocidos graves problemas de la economía y las finanzas. Tampoco al desmadre del valor del peso frente al dólar norteamericano, ni a la  inflación y mucho a la elevación de la deuda externa hasta nivel francamente acogotante. Me refiero a esta manera de vivir tan humillantes, tan degradante y tan vergonzosa en que se están desenvolviendo los millones de personas que habitan la República Dominicana.

La delincuencia ha crecido de una manera alarmante. Los robos grandes y pequeños, los actos de raterías, la invasión de tierras, la apropiación de bienes públicos, los ajustes de cuentas y los crímenes escandalosos han llenado de temor a las familias. Los ciudadanos y ciudadanas advierten una preocupante pasividad de parte de los responsables de cuidar y mantener el orden público.



Después esta pasividad es racionalizada con una explicación de pretendida factura sociológica que busca, no combatir la delincuencia, sino que se comprenda como una ley del progreso de la que no podemos escapar.

El estado de los hospitales públicos no podía ser peor. Nunca antes los centros de salud se habían visto tan huérfanos de regentes, tan precarios, tan incapacitados para responder a las necesidades mínimas de sus usuarios. Las publicaciones de prensa han sido sobremanera elocuentes. Dos y hasta tres pacientes en una cama, enfermos tirados en los pasillos de los hospitales, médicos haciendo partos con auxilio de linternas y velas, carencia de medicamentos y de materiales necesarios para la administración de salud. Algunos reportes periodísticos han dado cuenta del hecho insólito de que los pacientes que van al hospital de Villa Altagracia tienen que comprar combustible para la planta. En otros casos, los familiares de los enfermos han tenido que comprar los medicamentos, las jeringuillas y otros materiales para poder ser atendidos. No sólo porque la devaluación del peso  y la crisis eléctrica  han convertido en insignificantes las asignaciones presupuestarias para los hospitales, sino porque estas suelen llegar tarde, tan tarde que en ocasiones los hospitales pierden el crédito.

La crisis eléctrica no tiene parangón. Nunca antes los dominicanos habían sufrido tantos y tan largos apagones. Nunca antes el Gobierno se había cruzado de brazos ante una cuestión tan grave y tan importante para la nación. La crisis eléctrica amenaza con arruinar negocios y empresas grandes, medianas y pequeñas. La economía informal, la mayor generadora de empleos, ha quedado en ruinas. Las plantas de emergencia están explotadas. Los gerentes de las empresas han agotado su presupuesto para comprar combustibles, mientras la desesperación y el nerviosismo se adueñan de los responsables de estos medios de producción. Pero estos gerentes no saben qué hacer, porque el Gobierno se ha sentado como un espectador más.

Era imposible creer que un gobierno dirigido por el agrónomo Hipólito Mejia terminaría en tal bancarrota. Se le consideraba con suficiente orgullo personal, profesional y regional como para que no permitiera que en sus manos ocurrieran estas cosas. Ni mucho menos que hablara de ficciones.



Porque ahora el ciudadano Presidente de la República ha dicho que la crisis hospitalaria es una ficción. También dijo recientemente que la escasez de combustible- otra calamidad- es una ficción.

Nadie hubiera creído que después de cuatro años de gobierno del agrónomo Mejia los hospitales terminarían convertidos en “almacenes de enfermos”. Y no basta que se mencione a Herrera, al Marcelino Vélez, porque ante cientos de hospitales, clínicas y policlínicas, uno no basta.

Tampoco era posible creer que el hombre que más critico el nuevo sistema eléctrico iba a permitir que en sus manos empeorara. Porque su actitud prejuiciada lo inhabilitó para superar los problemas que el esquema tenia. Entonces, los Acuerdos de  Madrid y Washington fueron un fracaso; la renegociación de los contratos con los IPPs fue otro fracaso; la recompra de las Edes españolas no sólo constituyó un fracaso, sino que fue necesario que el FMI demostrara el engaño técnico que se quería legitimar. En síntesis, la política eléctrica fracasó.

Pero nadie pensó que se gobierno, presidido por el agrónomo Hipólito Mejía, terminara como está terminando”.  

2007-11-29 18:15:03