Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de

Mario Rivadulla



El Cardenal Lòpez Rodrìguez, con quien no siempre es preciso coincidir ni estar de acuerdo con sus opiniones para reconocer que carece de toda timidez al momento de asumir posiciòn frente a los problemas màs conflictivos, y que por lo general dà en el blanco, advierte a los dirigentes polìticos que deben tener mucho cuidado para evitar que el dinero del narcotràfico influya en la selecciòn del pròximo Presidente de la Repùblica.

La alerta del prelado catòlico es oportuna y vàlida.  Puede hacerse extensible ademàs a todos los cargos pùblicos que sean sometidos a decisiòn del electorado.

Es de amplio conocimiento el hecho de que el narcotràfico, seguramente la actividad ilìcita màs rentable que mueve cientos de miles de millones de dòlares anualmente en el mundo entero, precisa contar con altos niveles de protecciòn y complicidad. Esto significa apelar al soborno descarnado en unos casos o al mètodo sutil de aportar en forma encubierta en otros,  medios econòmicos que generan desde la màs  vergonzosa impunidad hasta  espacios favorables a sus actividades o de arropadoras influencias.

De esto hay màs que sobrados ejemplos.  Baste recordar el de Colombia, que estuvo a punto de naufragar como estado debido al poder econòmico y criminal logrado por los carteles de la droga.  Gran parte de este poder se alcanzò por la vìa ya señalada de los sobornos y la compra de influencia en los màs diversos niveles de decisiòn del Estado.

La infiltraciòn de los carteles en la actividad polìtica llegò al punto inclusive de involucrar hace algunos años a un presidente colombiano, bajo la acusaciòn comprobada de haber recibido millones de dòlares del narcotràfico para financiar su arribo al poder, aunque el escandaloso episodio culminò quebrando la soga por la parte màs delgada personificada en el tesorero de su campaña electoral.

El costo de las campañas polìticas se ha ido incrementando en el paìs hasta sumas verdaderamente astronòmicas.  Baste señalar que en dìas recientes, un candidato de la oposiciòn declarò pùblicamente que en sus afanes proselitistas a la bùsqueda de la Presidencia de la Repùblica, gastarìa unos mil millones de pesos.  El partido oficial por su parte, no se queda atràs.  Pero tambièn son respetables los fondos que acopian y gastan los llamados partidos emergentes.



La ley de financiaciòn de los partidos politicos que por no haber cumplido sus fines està carente de toda justificaciòn, les aportarà este año de elecciones unos mil cien millones de pesos a los partidos polìticos.  Pero esa cifra resultarà a todas luces insuficiente para financiar los cuantiosos y crecientes gastos en que incurren los respectivos candidatos.  No es por consiguiente temerario afirmar que el grueso de los gastos de campaña proviene de fuentes privadas, que era precisamente lo que la ley de financiaciòn pretendìa impedir.

Aportes particulares a campañas polìticas constituyen pràctica generalizada en numerosos paìses.  Pero en su gran mayorìa, estàn sometidos a regulaciones y fiscalizaciòn.   En muchos casos se fija un tope màximo a los aportes personales o empresariales.  Las fuentes deben estar debidamente identificadas.  Justificada la forma en que se gastan los recursos recibidos. 



Y esas contribuciones sometidas a estricta auditorìa.  Todas estas medidas, como es natural, reducen la posibilidad de que dineros provenientes del narcotràfico o de otras actividades ilìcitas puedan determinar la victoria de un candidato.

Aquì no tenemos nada de eso.  La propia Junta Central Electoral admitiò semanas atràs que no disponìa de los mecanismos para fiscalizar el uso que los partidos y candidatos dan a los fondos que reciben del Estado a travès del organismo, mucho menos en el caso de los aportes privados.  Al carecer de ellos, nos hacemos vulnerables al empleo de dineros mal habidos que pudieran llegar a influir en los resultados de la votaciòn.

La alerta del Cardenal Lòpez Rodrìguez por lo tanto, no es un ejercicio protagònico del prelado catòlico, sino una advertencia muy seria ante un riesgo muy cierto.  No es ademàs la primera vez que se llama la atenciòn sobre el tema ni la suya la ùnica voz que se ha alzado en este sentido.

Hoy por hoy, el narcotràfico constituye uno de los màs graves problemas que confronta el paìs no sòlo desde el punto de vista de la seguridad ciudadana, sino de la posible infiltraciòn econòmica en instancias de poder, instituciones y procesos.  Cada vez que se ocupa un importante alijo de drogas, con valor multimillonario, se le està aplicando un duro golpe a los carteles.  Pero es tambièn una evidencia del monto significativo que alcanza el tràfico de drogas en nuestro paìs.  Ese dinero dà para mucho, incluìda la posibilidad real de contaminar el proceso polìtico.

Ojo, mucho ojo por consiguiente,  comenzando por los propios candidatos y partidos que deben ser exigentes a la hora de reclamar el origen de los recursos que les llegan por vìa privada y el pedigrì de quienes los aportan. 

2007-12-20 16:09:30