Soldaditos, Motocicletas y Lap-tops
Por Narciso Isa Conde
Muchas veces los(as) civiles no alcanzamos a ver lo que pasa en el mundo militar, en el día a día de los alistados y oficiales de las Fuerzas Armadas. Al interior de esas instituciones y en cada una de sus dependencias.
Ha sido tan intensa y prolongada la separación forzada entre el pueblo civil y los militares y policías, que casi siempre nos inclinamos a pensar que el empobrecimiento creciente es una realidad que solo afecta a los(as) civiles.
¡Como si este fenómeno provocado por la clase dominante-gobernante tuviera fronteras de ese tipo!
Percepciones superficiales
Al militar o al policía lo vemos ajeno a su vida familiar, vestido en forma regular y solo en su condición de empleado público para funciones represivas.
Pensamos, además, que la corrupción institucionalizada es de tal dimensión que permite que sus beneficios lleguen a todos sus integrantes; más en el caso de la policía, pero tambien en la “guardia”, donde se dice impera desde arriba la corruptela o “cogioca”, aunque no tan descarada.
No alcanzamos a penetrar más allá de esas apariencias y percepciones superficiales.
No logramos captar a profundidad que el proceso de conformación y ensanchamiento de la pobreza dominicana es un fenómeno general, que si bien tiene volúmenes impresionantes en la sociedad civil, impacta dramáticamente tambien lo cuerpos armados de la nación desde los mismos intereses y actores dominantes
Expresiones del empobrecimiento militar
La verdad en el caso de las Fuerzas Armadas es que la parte de su membresía que se beneficia de la corrupción instrumentada por los altos oficiales que actúan como cancerberos y socios de la partidocracia y de la oligarquía empresarial inescrupulosa, es una minoría de escasa significación en comparación con los excluidos del sistema de privilegios y de los mecanismos de corrupción.
Los jefes de las Fuerzas Armadas invierten en la comida suministrada a sus miembros (el tristemente famoso “chao” de los “guardias”) apenas trece pesos al día.
Los presupuestos se aprueban y muy raras veces se contemplan aumentos salariales para los militares y policías, a pesar de que el poder de compra del sueldito que reciben se reduce progresivamente. Esto, por ejemplo, está pasando ahora con el presupuesto del 2008.
El pluriempleo, tan socorrido en la vida civil, tiene escasa posibilidad en el quehacer militar, salvo en los casos de los oficiales, clases y rasos que forman parte del entorno de la claque corrompida y corruptora aliada a la partidocracia y a ciertos empresarios inescrupulosos. Estos cobran el sueldo normal y tambien sirven por necesidad a los intereses señalados y reciben a cambio sueldos extras o ciertas migajas de la corruptela cívico-militar.
La oportunidad de “macuteo” es además más reducida en las FFAA que en la P.N., pero incluso en esta última institución es poco lo que de ella llega a los “chiquitos” y a los oficiales que no forman parte del cohollo policial y su entorno.
El negocio de las motos y las Lap-tops
La asociación entre la oficialidad corrompida y los empresarios suplidores de esos cuerpos es tan perversa que está siendo usada para extorsionar económicamente a soldados y oficiales a través de nuevas ofertas consumistas.
Por ejemplo, en los últimos años ha crecido extraordinariamente al interior de las FFAA la venta a crédito de computadoras “Lap-Tops” y de motocicletas.
Una parte de los jerarcas de esos cuerpos militares, combinados con ciertos empresarios chupa-sangre, promueven e instrumentan institucionalmente esas ofertas.
Los oficiales subalternos y los alistados, cada vez más empobrecidos, la ven como una oportunidad para obtener ingresos extras inmediatos: comprándola a plazo (comprometiendo parte de sus sueldos en las cuotas mensuales) y vendiéndola de inmediato.
La desesperación los lleva a la trampa y se cuentan por centenares y por miles los alistados que vendieron sus lap-tops y sus motocicletas para pagar deudas y cubrir necesidades imperiosas y ahora se encuentran con que como sueldo reciben un cheque mensual de a penas dos mil pesos (2,000 pesos).
El cuadro es realmente patético, a pesar de que pronto veremos publicitar estadísticas que habrán de mostrar lo bien dotados de computadoras portátiles y lo bien motorizados que están nuestros soldados y policías, a nivel de los países de alto desarrollo, casi bordeando la “pos-modernidad” y la “sociedad del conocimiento”. ¡Gracias a las sabias políticas del Presidente y la Primera Dama!
Patrullaje con estómago vacío
Y son esos mismos militares y policías empobrecidos los que en periodos especiales (como los de Navidad, Año Nuevo, Reyes, Semana Santa, Carnaval, protestas huelgas…) están obligados a patrullar las calles y barrios a pie, a pesar de que ahora las FFAA y la P.N. cuentan con una buena dotación de vehículos y a pesar de que ese método ha sido descartado por las unidades militares y/o policiales modernas.
Patrullan a pie y no reciben ninguna ración de agua o comida. Dependen de lo que el pueblo generoso pueda regalarle.
Humillación, desprecio.
A la pobreza se le suma la humillación, porque tambien ellos cargan sobre sus espaldas con el descrédito de sus jefes que son la cara expresiva de sus instituciones.
Así el empobrecimiento es doble: material y espiritual.
Se sacrifican, muchas veces por causas injustas, y además no se sienten estimados ni queridos, más bien rechazados.
Y si se enferman, la pasan tan mal como cualquier marginado(a) de la sociedad civil.
Su ARS (Administradora de Riesgo de Salud) ha sido estafada. Unos 155 millones fueron manejados para provecho de algunos y no hay quien castigue a los culpables. El CONEP, la oligarquía capitalista, se resiste a que los militares de jefes sean incluidos en el seguro familiar de salud y el gobierno cede a esa presión.
Y además de todo esto su profesión queda anulada tan pronto son “puesto en retiro”. Toda una carrera, una profesión, casi una vida, es menospreciada de sopetón.
Reflexión obligada
Estas expresiones del cuadro real de nuestros militares son como para poner este tema en uno de los capítulos importantes del debate nacional.
Llegó la hora de quitarle su carácter invisible y de meditar sobre sus causas y sus consecuencias.
Llegó la hora de relacionar estrechamente el empobrecimiento civil y el empobrecimiento militar; en una era -la era neoliberal- que ha convertido a ciudadanos(a), uniformados o no, en simples clientes y cuyas formas de gestión política lo corrompe y lo comercializa todo, absolutamente todo.
Y sobre todo es hora de pensar seriamente en una alianza cívico-militar (como la que forjaron Caamaño, Fernández Domínguez, Torrijos, Velasco Alvarado y Juan José Torres en su época y como la que representa Chávez en el presente) capaz de ponerle fin a esta dinámica perversa.
2008-01-04 16:19:22