EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
La descentralizaciòn del poder y el fortalecimiento de la autonomìa municipal se reconocen como un saludable ejercicio de gobierno democràtico. Esta ùltima, como es natural, requiere para poder desenvolverse de manera funcional y exitosa de sustentabilidad financiera.
Desde esta òptica, la ley que dispone la entrega a los ayuntamientos de un porciento del presupuesto nacional, tiene que ser vista como un instrumento beneficioso y que contribuye al logro de ese ideal.
Esa propia ley, sin embargo, sabia y expresamente, estableciò la forma en que los cabildos deben hacer uso de esos fondos. La distribuciòn es tripartita: una parte para gastos corrientes, entre èstos el pago de la nòmina; otra partida para atender los servicios municipales y una final para la adquisiciòn de bienes y realizaciòn de obras que sirvan para enriquecer el patrimonio local.
Si bien hay ayuntamientos que ajustan la destinaciòn de los recursos que reciben a los paràmetros establecidos en esa legislaciòn, otros, por el contrario, hacen tabla rasa de èstos y manejan esos fondos con un criterio arbitrario y en franca violaciòn a la misma. En casi todos estos casos, la inmediata disposiciòn de los distinguidos sìndicos y regidores es los primeros incrementarse los salarios y los segundos, las llamadas dietas e ingresos adicionales que constituyen una forma nada encubierta y totalmente grosera de cobrar por unos servicios que la ley consagra como gratuitos.
Los cargos de regidores se reputan legalmente como honorìficos. En sus inicios, fue asì. Eran ciudadanos meritorios, probos y ejemplares los seleccionados para representar a sus respectivos munìcipes. Ser regidor era considerado como una distinciòn. Lamentablemente el concepto inicial se perdiò y distorsionò en el tiempo, convirtièndose en no pocos casos en fuente de sinecuras y de oportunidad de enriquecimiento ilìcito. De esa distorsiòn surgiò la figura de la “dieta”, una forma disfrazada, encubierta, de percibir sueldo, con el agregado de otros crecientes y diversos beneficios adicionales.
Ahora mismo, el caso del cabildo de San Cristòbal salta a la luz pùblica orlado de escàndalo ante la denuncia del Sìndico Josè Montàs de que los regidores se aprobaron un aumento en sus ingresos de casi un 50 por ciento, lo que eleva sus emolumentos a la respetable cifra de 154 mil pesos mensuales, bastante màs que el sueldo nominal del propio Presidente de la Repùblica.
El detalle es interesante: de dieta, 96 mil pesos; por prorrateo mensual de regalìa pascual, 8 mil adicionales; por combustible, 8 mil 300; un bono de 4 mil 165; una compensaciòn de 25 mil. Todo esto hace un total por mes de 154 mil 905.00 por cabeza, un total por año por regidor de un millòn 858 mil 860 pesos, con una gran suma final por los 16 regidores que componen la sala capitular de 29 millones 741 mil 760 pesos.
Un detalle curioso es que en esta oportunidad los regidores de los 3 partidos tradicionales: PLD, PRSC y PRD obviaron toda pugna. No tuvieron al parecer la menor dificultad en coincidir y ponerse de acuerdo para el voto unànime. Lograron el milagro de la unidad polìtico partidaria en el àmbito municipal.
La justificaciòn que han dado para dar este gran salto financiero en sus emolumentos, pese a ser San Cristòbal una de las provincias del paìs que resultò màs castigada por el paso de Noel y que mayor nùmero de damnificados dejò, es que el Sìndico se aprobò a su vez un incremento salarial de un 28 porciento. De ahì que olìmpicamente y para no ser menos, decidieron en su caso particular y beneficio propio elevar sus ingresos en casi el 50 porciento. Sin dudas, una excelente manera de celebrar su entrada en el nuevo año.
Ahora bien: no se crea que el de San Cristòbal es un caso aislado. Baste con tomar de ejemplo otros tres cercanos geogràficamente que cita en su ediciòn de hoy, el matutino gratuito El Dìa.
Los regidores del Distrito Nacional se embolsillan mensualmente 113 mil pesos; los de Santo Domingo Este, elevan la parada a 130 mil; màs modestos, los de Santo Domingo Norte, se conforman con 78 mil. Lògicamente si no seguro, es probable que inspirados en el saludable y patriòtico ejemplo de los ediles sancristobalenses no demoren en buscar la equiparaciòn.
Ingenuo pensar que volvamos a tener como regidores a ciudadanos honorables que acepten la encomienda como una distinciòn y una responsabilidad de servicio honorìfico a sus comunidades. Pero al menos, si tenemos derecho los contribuyentes a reclamar un poco de mayor moderaciòn a sìndicos y representantes consistoriales, para que sean màs medidos al momento de ordeñar la pròdiga ubre presupuestaria. Que en definitiva, son los cuartos salidos del sudor y el esfuerzo de los ciudadanos los que sostienen y dan vida al aparato estatal, no vaya a ser que lleguemos al punto en que un dìa nos cansemos de seguir haciendo el papel de tontos y borregos.
2008-01-08 13:35:15