EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
Si es necesario, hasta la fatiga hay que seguir insistiendo en la importancia que reviste para el paìs entablar en todos los frentes la lucha contra el narcotràfico.
Cierto que los norteamericanos, que con frecuencia reclaman mayores esfuerzos en este sentido por nuestra parte asì como de los gobiernos de otros paìses donde se producen, procesan o trafican estupefacientes hacia su territorio, debieran mostrarse màs cooperativos y abiertos en la ayuda que nos brinda. Por lo menos, es nuestro caso particular.
Esto se le ha reprochado en muchìsimas ocasiones, recordàndoles que si son los principales perjudicados debido a que el grueso de los alijos va dirigido a su mercado, tambièn son en gran medida los responsables del auge del narcotràfico debido a sus grandes volùmenes de consumo y cantidad de adictos que lo convierten, por consiguiente, en el màs atractivo para los carteles que manejan el sucio negocio de las drogas prohibidas.
Ahora bien. El hecho de que los Estados Unidos no nos estèn prestando la ayuda que debieran, no excusa que, al margen de esa injusta realidad, no tomemos las medidas de rigor para enfrentar el problema por la parte y el interès que nos toca.
Quièrase que no, un gran volumen de la droga que va hacia los Estados Unidos, y en menor pero no despreciable medida a Europa, pasa por nuestro territorio. Y quièrase que no, una parte cada vez màs creciente se nos ha ido quedando aquì, de tal modo que ya no somos solo un corredor de suministro internacional, sino un mercado en auge lo que nos coloca en una situaciòn cada vez màs peligrosa.
La droga està en los barrios; estamos hablando de miles de puntos de venta. Y metida en el negocio de la droga, el microtràfico, una cantidad continuamente en aumento de muchachos jòvenes y hasta niños, que son utilizados por los adultos aprovechando las indulgencia con que el Còdigo del Menor contempla y maneja en su caso aùn los peores delitos. El aumento del tràfico internacional y consumo local, ha venido acompañado del lavado de recursos provenientes de la venta de drogas a travès de los màs diversos subterfugios y mecanismos de evasiòn.
Pero ademàs, como un hecho comprobado aquì al igual que en otras sociedades donde tambièn el problema del narcotràfico y la narcoadicciòn se ha convertido en un serio problema social, el incremento del uno y la otra han traìdo de la mano un aumento notable en la comisiòn de todo tipo de crìmenes, muchos de ellos de naturaleza extremadamente cruel y usando mètodos desconocidos o muy infrecuentes en nuestro medio.
Tenemos pues, que hacer frente de firme al ya muy agudo problema que representa la droga para nuestra sociedad, no para hacerle ningùn servicio gratuito o barato a los Estados Unidos sino por nuestro propio interès. No precisamente por hacerle un favor al vecino poderoso, sino para evitar que la droga termine por asfixiarnos.
Ayer mismo, se descubriò un alijo de estupefacientes en la terminal de carga de Punta Caucedo con destino a Holanda, uno de los paìses de referencia utilizado por los carteles con mayor reiteraciòn. El embarque estaba mezclado con un cargamento de latas de guandules, maìz y leche de coco, una de las tantas modalidades a que apelan los narcos para traficar la droga. El caso es que èste resulta el octavo envìo por vìa aèrea detectado e impedido por las autoridades en apenas un mes.
Se divulga extraoficialmente que la frecuencia de estos intentos y ocupaciones ha motivado la preocupaciòn de la Administraciòn de Seguridad del Transporte de los Estados Unidos, al punto de enviar una misiòn que habrìa arribado al paìs para evaluar los niveles de seguridad aeroportuaria, en particular en el Aeropuerto Internacional de Las Amèricas Josè Francisco Peña Gòmez.
Las drogas han estado a nuestro territorio por todas las vìas y en las màs diversas formas que idea el narcotràfico para tratar de burlar la acciòn de las autoridades. Pero sobre todo, donde al parecer somos màs vulnerables es en el espacio aèreo, tanto que las propias autoridades cuantifican en màs de 200 las violaciones del mismo por los aviones del narco durante el pasado año, que hicieron que del cielo nos lloviesen drogas en vez del bìblico manà.
Tan solo esto, justificarìa la compra de los aviones Tucanos tanto como el reclamo del legislador Pelegrìn Castillo a los propios Estados Unidos, para que apoyen en vez de obstaculizar el que podamos derribar las avionetas de los narcos. Estas realidades restan sustentaciòn al argumento de quienes, apelando a socorridos y abusados criterios populistas, critican la compra de los Tucanos con la excusa de que existen otras necesidades de mayor apremio.
Lo que no dicen cuàl es, en cambio, la fòrmula màgica a que podremos echar mano para combatir eficazmente el narcotràfico, mientras restan importancia a un problema de tantìsima gravedad para el paìs frente al cual no es vàlido ni mostrarse indiferente y ajeno, ni mucho menos llevarlo al debate polìtico con una increìble dosis de irresponsable y peligroso oportunismo cuando, por el contrario, debièramos mantenerlo en la agenda nacional con endoso de la màs extrema prioridad y urgente atenciòn.
2008-01-25 17:26:28