Opiniones

¿Dónde está el Fantasma del Fraude?

¿Dónde está el Fantasma del Fraude?

Eddy Pereyra

En el interregno de las elecciones presidenciales del 2004, grupos de opinión y destacadas figuras públicas expresaban su temor de que en la Junta Central Electoral se estuviese fraguando un fraude electoral en contra de la oposición política. El rumor de la denuncia se desparramó por el país surgiendo un sorpresivo conflicto electoral.

Esa crispación empuja el retorno de las desconfianzas de los años 78, 82, 86, 94 y 2000 relanzando la figura del “Fantasma del Fraude” que para muchos se encontraba emboscada en la sede del organismo electoral.

La mayor justificación de la acusación de falta de limpieza en la administración de los comicios lo constituía la relación Junta-Gobierno. Fue de  aceptación generalizada la afirmación de que los jueces electorales pertenecían en su mayoría al partido gobernante; que había mal manejo en las cédulas, en el padrón; parcialidad con la selección del personal que conformaban  las juntas y los colegios; impurezas que podrían proyectarse en las actas y en los cómputos finales del proceso electivo.

Es mas, el resaltado  discurso del déficit  de la democracia era  sustentado con la falta de transparencia del sistema electoral. Ciertamente, había aumentando la incertidumbre, posesionándose la crisis de confianza que mantenía al país en una relativa tensión. Este aprieto obstaculizaba los  intentos por parte de las autoridades electorales de  demostrar que estaban mejorando la integridad de la organización de los comicios.

Avivada la movilidad política, el fantasma del fraude se extrapoló a la realidad tras ser promovido repetidamente por todos los medios de comunicación, por la oposición política, la sociedad civil y legitimado por las estereotipadas debilidades de la Junta y el sistema electoral dominicano.

 

No obstante, esa  Junta del 2002 creó bases y progresó, aunque luego de montar la contienda del 2004, unas  elecciones calificadas de sobresalientes, no se anticipó al conflicto y tuvo que abdicar a sus logros permitiendo la presencia en su terreno de  outsiders o antisistémicos que acapararon el respaldo de la opinión publica adquiriendo  la confianza y el protagonismo que le correspondía a la  entidad electoral.

   

Ahora, con miras a las elecciones del 2008, probablemente  los que componen el  actual Tribunal Electoral se preparan para lidiar con las crisis propias de la competencia; porque han auspiciado el diálogo entre las partes y han tomado iniciativas sin debilidad,  sin tener que ocultar su intención de impulsar el sistema electoral, profundizando en las reformas para producir cambios. 

Aunque  hay confusión en lo que tiene que ver con las propuestas de ordenamiento del sistema, ha habido actitud en el debate de los temas, apreciable crecimiento en la transparencia del proceso,  aplicación de algunas políticas que van desde la proyección educativa, los derechos de los electores y de los partidos, hasta el renacer de la confianza avalada por un trabajo electoral y la firmeza de un discurso libre, conceptual y moderno.

El fantasma del fraude ha sido expulsado de la Junta Central Electoral, su Pleno ha logrado evitar que se coloque en la campaña electoral. Así lo dicen todas las valoraciones positivas de las encuestas y más aún, el liderazgo nacional  que afirma que los  jueces de la Junta están en capacidad de consumar unas elecciones ordenadas y transparentes.

Una vez destruida esa figura psicopolítica, entrevemos que lo que va a marcar las elecciones será el “fantasma del dinero”, hasta que se despierte el de la abstención.

2008-01-26 04:40:40