Opiniones

EL TIRO RAPIDO

EL TIRO RAPIDO



de



Mario Rivadulla

Si el hecho criminal que motivò la vigilia montada  frente al edificio de la Suprema Corte de Justicia por un grupo de organizaciones reclamando el apresamiento de seis de los siete hombres que habrìan violado durante dos dìas consecutivos a una menor huèrfana se corresponde con el relato publicado por  el Listìn Diario, entonces estamos en presencia de un drama jurìdico pero tambièn humano que estremece hasta lo màs profundo de la conciencia.

Segùn el reportaje del centenario matutino, que firma Ramòn Cruz Benzàn, la menor, cuyo nombre de omite por razones legales, fue vìctima de este salvaje atentado el 21 de febrero del 2006. Desde entonces han pasado màs de dos años.

Previamente la menor ya habìa sido cruelmente marcada por el destino por otra circunstancia no menos horrenda cuando tuvo que asistir a la violaciòn de su propia madre, quien dìas despuès apareciò asesinada.

En el documento entregado al Presidente de la Suprema, doctor Jorge Subero Isa, por dos representantes de las organizaciones que realizaron la demostraciòn y dos tìas de la menor abusada, no solo reclaman el apresamiento y sanciòn para los presuntos violadores.

Se cuestiona tambièn el hecho de que el Tribunal Colegiado de Jimanì dispusiera la libertad de Ernesto Pèrez, alias “Meneo”, ùnico apresado del grupo de siete implicados en el caso.Y se reclama del Jefe de la Policìa Nacional disponer la cancelaciòn y envìo a los tribunales civiles del personal policial que integra la dotaciòn de Jimanì, a la que acusan de negligencia y posible complicidad al facilitar la fuga de otro acusado Tirson Vàzquez Mancebo, alìas “Chita”.

El caso que comentamos presenta aspectos tan horrendos y repulsivos a la par que preocupantes, en tanto arroja dudas sobre el comportamiento de los miembros de un tribunal y de una dotaciòn policial, que exige ser investigado en profundidad para depurar posibles responsabilidades si las hubiese.  Al mismo tiempo,  una diligente acciòn policial para apresar a los presuntos autores de los hechos imputados, establecer `posibles niveles de culpa, someter a la Justicia y èsta aplicar las sanciones màs rigurosas establecidas en el actual Còdigo Procesal Penal.

Este, en tanto cuenta con defensores que lo consideran un instrumento de modernizaciòn de la justicia,  ha sido y sigue siendo objeto de muchas crìticas por parte de reconocidos juristas, entre èstos el muy respetado magistrado de la Suprema Rafael Luciano Pichardo.

Entre las principales objecciones figuran el que no se adapta a nuestra realidad; que en muchos aspectos protege en demasìa a los delincuentes,  aùn los pertinaces reincidentes, en desmedro de los derechos de la sociedad; que contiene normas de procedimiento que representan una verdadera camisa de fuerza para jueces y magistrados verse obligados a dictar autos de no ha lugar y facilitar la libertad de elementos peligrosos y reconocidos criminales.

En este sentido, es posible que al disponer la libertad del ùnico encarcelado por el hecho criminal que comentamos,  el tribunal de Jimanì se haya visto compelido a hacerlo por inexorable apego al Còdigo. Pero la razòn del fallo dictado deberà ser investigado y evaluado por la Suprema Corte de Justicia, tambièn con estricto apego al Derecho.

En cuanto al comportamiento de la dotaciòn policial de Jimanì, corresponderà tambièn al propio cuerpo a que pertenecen,  que cuenta con un Departamento de Asuntos Internos, establecer si fue descuido o complicidad lo que permitiò la fuga de uno de los implicados en la repugnante acciòn. Pero tambièn ponerse las pilas para reapresarlo y localizar y someter a la totalidad de los involucrados.  El Jefe de la instuticiòn ha dado seguridades de que no tolerarà ni abusos ni inconductas en el personal uniformado. Tiene ahora oportunidad de probarlo.

Aprisionado en medio de estos dos justos reclamos de justicia, quedarà  el temprano drama que por partida doble le ha tocado en suerte a esta infortunada niña: primero como obligado testigo del crimen incalificable sobre su propia madre,  y luego como vìctima ella misma de la màs inhumana y brutal acciòn criminal, merecedora del mayor de los castigos.

Màs importante aùn: una tarea de infinito amor de sus familiares y de entregada dedicaciòn de psiquiatras y psicòlogos para ahuyentar los demonios que pueblan su mente, llevar sosiego a su alma torturada y ayudarla a recobrar la oportunidad de una vida sana y provechosa arrebatada por un grupo de desalmados pervertidos y degenerados.

Dios lo quiera.

2008-02-28 15:44:24