EL TIRO RAPIDO
de
Mario Rivadulla
El ingeniero Temìstocles Montàs, una de las figuras màs influyentes del gobierno y a quien se coloca a la cabeza de su gabinete econòmico, acaba de lanzar una dramàtica voz de alerta sobre lo que califica de “situaciòn terrible” a que estarìa abocado el paìs.
El sombrìo pronòstico del Secretario de Estado de Economìa, Planificaciòn y Desarrollo se fundamenta en el disparo, al parecer irrefrenable, del precio internacional del petròleo, y de hecho de la canasta de diferentes combustibles que importamos.
Meses atràs, hubo algunos expertos que pronosticaron la posibilidad de que el crudo alcanzase la barrera de los cien dòlares antes de finalizar el año. La mayorìa se resistiò a aceptar una posibilidad tan funesta. Lamentablemente el presagio se ha cumplido, y ya en los ùltimos dìas se ha quedado corto. Ayer el crudo cerrò a casi ciento diez dòlares. Y ya se baraja la posibilidad de que en pocos dìas màs pudiera llegar a ciento veinte.
El alza desenfrenada del llamado “oro negro” ha trastornado la economìa mundial, con reflejos adversos que se dejan sentir con fuerza en pràcticamente todas las naciones, incluyendo las màs industrializadas y ricas del planeta. Pero los perjuicios, como es obvio, se sienten con màs fuerza en los paìses en vìas de desarrollo, de economìas limitadas, que resultan altamente dependientes de su importaciòn.
Tal es nuestro caso. Desde mucho antes, ya la factura petrolera representaba la mayor erogaciòn en divisas del paìs. Esta situaciòn se ha ido agudizando en la medida en que aumenta el precio internacional. Pero en adiciòn ha ido igualmente incidiendo de manera negativa en los diferentes sectores de la economìa, incrementando sus costos y restàndoles competitividad, al tiempo que afectando la calidad de vida de la poblaciòn.
Si èsta no se ha deteriorado màs es gracias a la polìtica de subsidios mantenida por el gobierno, principalmente en la energìa elèctrica y el gas licuado de petròleo. Tan solo por este concepto, la carga presupuestada para el presente año se fijò, siempre de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, en màs de 800 millones de dòlares.
Pero esa cantidad resulta ahora insuficiente a la luz de las ùltimas alzas en el precio del petròleo. Tanto asì que de acuerdo a las estimaciones que cita el ingeniero Montàs, de seguir la tendencia alcista actual y alcanzar la barrera de los ciento veinte dòlares el barril, el subsidio a la energìa elèctrica se dispararìa hasta llegar a mil 200 millones de dòlares. Es decir, un cincuenta porciento màs de la provisiòn que se hizo para el presente año.
Salta a la vista, sin necesidad de recordatorios por parte del ingeniero Montàs, que el Estado no puede absorber un incremento de ese monto. Y que frente a tal eventualidad, salvo que encontremos la varita màgica hacedora de milagros, la diferencia entre el subsidio actual y el incremento del costo en la factura elèctrica tendrìa que ser soportado por los usuarios.
Dicen que guerra avisada, no mata soldado. Lamentablemente la previsiòn no ha figurado nunca entre nuestras cualidades màs distintivas. Nuestros gobiernos no han escapado a esa tendencia a la imprevisiòn. En todos estos años, no se hicieron reales esfuerzos por preparar y poner el paìs a cubierto de eventualidades adversas que se venìan venir. Hemos dejado pasar casi tres dècadas sin preocuparnos y ocuparnos de desarrollar fuentes alternativas de energia, promover polìticas oficiales de austeridad y fomentar una cultura social de ahorro, sobre todo en el campo energètico. Hemos vivido derrochando como si fuèsemos un paìs rico. Ahora nos toca pagar las consecuencias.
Una vez màs insistimos en la necesidad de meter el pie en el acelerador para imprimir mayor dinamismo al fomento de nuestras fuentes alternativas de energia. Pero al mismo tiempo, en la necesidad de promover el uso racional y el ahorro de combustibles. En adoptar las necesarias medidas de austeridad que otras sociedades, incluyendo las màs ricas, estàn poniendo en pràctica. Es un tema que nos involucra a todos y que debe quedar al margen de cualquier minùsculo y oportunista debate partidario para convertirse en compromiso y cruzada de todos.
Es hora de que entendamos de que no hay otra alternativa. Porque el precio del petròleo es una situaciòn que escapa a nuestras manos, deseo, interès y voluntad. Y que o lo enfrentamos con criterio realista apretàndonos el cinto, o padeceremos esa situaciòn terrible que advierte el ingeniero Montàs a cuyas puertas pràcticamente ya nos encontramos.
2008-03-14 15:08:59