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El Líder Político: ¿Cómo influye y Motiva a la Gente?

El Líder Político: ¿Cómo influye y Motiva a la Gente?

Todo ser humano que se ha dedicado a tratar con la gente sabe que cada persona tratada  quiere  sentirse la más valiosa. Toda persona  tiene hambre de comprensión, solidaridad, reconocimiento, amor. En fin, las personas tienen sed de ese deseo de aprecio que proviene de los demás porque ello le ayuda  a sentirse útil, importante, valioso y necesario. Por eso en nuestras relaciones con otras personas debemos tratar de ayudarlas a que eleven su autoestima.

La historia reseña que Napoleón Bonaparte, que fue un gran líder militar y político, conocía a cada oficial de su ejército por su nombre. Le gustaba pasearse por su campamento, encontrarse con oficiales y saludarles por sus nombres y hablar de alguna batalla o maniobras donde ese oficial había participado. Señala la historia que nunca desperdicio la oportunidad para preguntar sobre el pueblo natal de un soldado, su esposa y su familia. Todos se sorprendían de toda la información personal que Napoleón disponía sobre sus soldados, aun siendo emperador y gran líder.

Si tomamos en cuenta que la palabra liderazgo denota influencia de una persona sobre otra persona o sobre un grupo de personas, no debemos olvidar que para que esa influencia se produzca, efectivamente  sobre los demás, debemos tomar en cuenta dos aspectos muy importantes, como son la motivación y  la capacitación.



¿Cómo influimos en otras personas para motivarlas y capacitarlas? Eso se hace y se logra por medio de la fe, el estimulo y una actitud positiva y de buena voluntad orientada a influir el ánimo de la gente.

Muchas veces esperamos que las personas sean leales a nuestras posición de liderazgo en el seno de una organización política y perdemos de vista que las personas nunca son leales porque otro tenga una posición determinada dentro de la organización política. Las personas no se motivan por la estructuras de una organización  y por quien la dirige, hasta que no ven en qué se benefician de esa estructura o dirigente. De manera que la gente responde a la gente y si una persona que ocupa una posición de mando quiere imponer la misma basado en la autoridad de sus derechos, ante que en la autoridad de sus relaciones personales, no tiene ninguna posibilidad de éxito en su meta de motivar a otras personas a que lleven a cabo esfuerzos comunes con miras a la obtención de un objetivo común dentro del grupo o de la organización.  . 

Para motivar a la gente  debemos dar  y ofrecer lealtad a los demás. Si la gente no cree en el otro, eso le impide hacer causa común y viceversa. A la gente no le importa cuánto conocimiento posee usted sino sabe con qué se va a beneficiar con su relación. Por eso las personas apoyan lo que creen que le conviene  y sólo se sienten parte de un proceso dentro de una organización  política o en cualquier tipo de organización si a ellas se les permite sentirse parte de las metas, tanto para su obtención como para su disfrute, ya que así se sienten necesarias e importantizadas.



Por eso, cuando vayamos a motivar a alguien para que haga causa común con nuestras causas o metas, al interior de una organización, sea ésta de carácter político, empresarial o eclesiástica, lo primero que debemos procurar es que esa persona se sienta importantes, tanto en nuestra relación personal como en el seno de la organización política que deseamos fortalecer. Ver que una meta se hace realidad y que esa persona aporta para conseguir ese objetivo, eso se traduce en satisfacción, ya que la persona tomada en cuenta mejora su estado de ánimo y ayuda al logro del objetivo final que persigue la organización.

La motivación es algo que ayuda al crecimiento espiritual y material de una persona, así como al crecimiento de una organización, por lo tanto debemos estimular a las personas para que ensayen y adquieran hábitos nuevos de trabajo en equipo. Cuando otras personas triunfan debemos apoyar ese triunfo y motivarlas para que sigan adelante. Debemos reforzar ese espíritu positivo ya que dentro de la familia, del grupo o de la organización si usted crece, todos crecen y se benefician también.

Evelio Arroyo es Sociólogo, Abogado y Escritor. Estos artículos son publicados del libro “Lideres y Liderazgos” de su autoría.

El Liderazgo Político y su Crecimiento

Siempre se ha dicho que el éxito continuo es el resultado del mejoramiento continuo. Siempre debemos recordar que la diferencia entre jugar para ganar y jugar para no perder, es la diferencia entre el éxito y la mediocridad.



Toda persona que desee jugar un rol importante dentro de su organización debe tener presente que el crecimiento y desarrollo de su potencial humano y espiritual sólo es posible si asume una actitud positiva ante sus gentes y ante la vida.

Toda persona que desee ejercer influencia en la gente de su comunidad u organización  debe estar seguro que ello sólo es posible cuando esté conciente que debe hacer sentir bien e importante a la gente  de su entorno y que su esfuerzo debe orientarse a trabajar en beneficio de su gente y de su organización, ante que hacerlo sólo en provecho personal.

El liderazgo que crece es aquel que no sólo tiene una valoración positiva para si, como persona, sino que también valora a su gente y le permite que se manejen así mismo con cabeza propia. El liderazgo que ejerce influencia positiva es aquel que muestra el camino correcto a sus seguidores y da las alertas necesarias para que estos tomen las medidas necesarias cuando hay obstáculos que pueden detener la buena marcha y crecimiento de la organización política.

El liderazgo que influye y crece es aquel que inspira y motiva a sus seguidores y se aleja de la intimidación y la manipulación para conseguir la colaboración de éstos. El liderazgo comprometido con el crecimiento y desarrollo de una organización social, económica  o política debe vivir y conocer a las personas de su organización, así puede conocer sus problemas para ayudar a resolverlos.

El liderazgo que influye y crece es aquel que se da cuenta que lo más importante, dentro de una organización, es que haya consciencia de que la posición del líder no es lo determinante dentro del grupo, sino que lo más importante es la disposición que éste tenga para  motivar y servir a sus seguidores.

El liderazgo que  crece nunca se coloca por encima de otros, excepto cuando es para llevar a cabo responsabilidades mayores dentro de la organización. Debe entender, además, que la institución es el reflejo del carácter de sus miembros y de su líder y que este debe estar adornado por la responsabilidad e integridad en sus actos frente a sus seguidores. El liderazgo que triunfa tampoco pierde de vista que debe ser honesto tanto en las cosas pequeñas como en las grandes.

Este tipo de liderazgo tampoco pierde de vista la importancia que tiene la disciplina para el crecimiento de la organización política. Una organización disciplinada puede hacer frente a las contrariedades y transformar los eventuales reveses en avances para la institución. El liderazgo correcto nunca pierde de vista que el aspecto moral de sus actuaciones siempre debe de ir en dirección a la  responsabilidad, sinceridad y honestidad para proyectar la imagen adecuada ante sus seguidores y ante la sociedad en general.

 6.3- El Líder y el Reconocimiento del Grupo

El reconocimiento, tanto dentro de los grupos humanos como cuando se plica de manera individual a una persona individual, es de importancia vital para el líder político. Francis Fukuyama, por ejemplo, en su libro “El Fin de la Historia y el Ultimo Hombre” plantea que los diferentes nacionalismos, que han existido en diferentes sociedades, han sido el resultado de la falta de reconocimiento por parte de los gobiernos de grupos étnicos que defienden interese comunes y nacionales.

En la medida en que se han desconocido los intereses y planteamientos de grupos nacionales, han surgido conflictos de guerras internas y en muchos casos guerra con países vecinos. Por eso, si dentro de una nación los lideres no reconocen el valor que entraña  un grupo o una persona individual, y se le valora, efectivamente, en función del valor que esa colectividad aprecia que tiene de si misma, el líder corre el riesgo no sólo de ser rechazado, sino también de verse involucrado en grandes conflictos con aquellos grupos o sectores  a quienes no les han reconocido sus derechos.             

El reconocimiento individual o colectivo, por parte del líder, es de vital importancia, ya que tanto las personas como los grupos que tienen intereses comunes, también tienen una valoración de si mismos. El valor que tiene el grupo y a la vez el valor que tiene cada persona, de si misma,  tiene diferentes grados y va a depender de que el líder valore, en su justa  dimensión, el valor que tiene el grupo de si mismo. Si lo valora de acuerdo al valor que el grupo se atribuye, ese grupo estará satisfecho con la actitud  de reconocimiento por parte del líder. Si la valoración y reconocimiento que el líder hace del grupo está por debajo de lo que el grupo entiende es su verdadero valor la reacción, en ese caso, será adversa al líder.

Todo grupo  o persona tiene un valor para si mismo, según su apreciación. Cuando se le valora de acuerdo a la estimación que el grupo tiene de si mismo éste reacciona satisfactoriamente frente al líder, al contrario si no se le valora de acuerdo con lo que ese grupo cree que vale, éste reacciona de forma adversa frente al líder. En ese mismo orden, si el grupo o una persona dentro del grupo hace algo que considera esta por debajo de su propio valor, eso le produce vergüenza.                               

Estos aspectos el líder no debe perderlos de vista al momento de dirigir su organización o a la sociedad a través del Estado, ya que si desconoce la parte fundamental que gobierna al ser humano, que son sus sentimientos, le estaría haciendo un flaco servicio al crecimiento de su liderazgo. Por eso, cuando dirige la sociedad, el líder no debe ignorar que está tratando, de forma directa, con personas y grupos que influyen en el seno de ésta.                                                                                     

                                                                   

El reconocimiento del grupo o de las personas  es una tarea diaria y común por parte del líder político, ya que tanto las personas, como la  población, estiman el elogio y el reconocimiento de su valor y les atribuyen mayor importancia cuando dicho reconocimiento y elogios provienen de alguien a quien se respeta, se valora y se confía como es el líder.

El líder político tiene que tener presente que los grupos o personas  valoran el reconocimiento si no esta acompañado de coacción, ya que si el líder para reconocer y favorecer aun grupo o comunidad con sus decisiones de Estado, primero los somete  a los rigores de la confrontación para luego tomar una decisión favorable, en una situación similar el grupo reacciona entendiendo que su logro es una conquista propia, no un resultado de la benevolencia del líder  y en esos caso no se valora la decisión de éste.                                              

Ningún líder político, si aspira crecer y arraigarse en la conciencia colectiva, debe olvidar que los grupos actúan a favor o en contra del Estado, dependiendo del grado de satisfacción que tengan, pero sobre todo su reacción en contra del gobernante de turno dependerá de que el líder o jefe de Estado valore el auto estima que ese grupo y las personas que lo forman tienen de si mismas.

En cada persona hay ciertos anhelos de dignidad humana, integridad, moralidad, aspiración de libre expresión y un sentido de trascendencia por encima del mundo que nos rodea. El líder que ignora esta realidad y se coloca  por encima de ella corre el riesgo de ir perdiendo espacio en la conciencia publica, ya que no se debe perder de vista que la gente, día a día, cobra conciencia de su importancia en el proceso político, además los ciudadanos, de más en más, valoran el sentido de la dignidad  y cada día tienen mayor conciencia de que el Estado debe respetan sus derechos y los lideres el valor de sus votos.                      

El  reconocimiento tiene gran importancia para todo ser humano. Hay un aspecto que Francis Fukuyama en el Libro “El Fin de la Historia y el Último Hombre” expone y es el que se refiere al timo. El timo es la valoración que tiene cada persona  de si misma. Proporciona un apoyo emocional al proceso de valorar y evaluar y permite a los seres humanos superar sus instintos naturales mas poderosos en aras de lo que consideran justo o bueno.”*                                                                                    

Esta afirmación tienen una significación especial en todos aquellos que proyectan la vocación de lideres porque la gente aprecia que tiene su propio valor y le da una dimensión  a ese valor de acuerdo a lo que cree es el alcance y tamaño del mismo. Además el ser humano tiene la capacidad  de asignar valor a otras personas, ya sea valorando sus actitudes positivas o ya sea odiando o rechazando su comportamiento.

Estos son aspectos que el líder debe tomar en cuenta, de forma permanente, ya que si pierde de vista los valores, positivos  o negativos, en el conglomerado social o político que desea dirigir, corre el riesgo de no incidir en el mismo por su desconocimiento de cuáles son la aspiraciones  y valoraciones de la gente.     

                                                                                                    

Si de acuerdo al grupo y las personas que lo conforman el líder le diera un tratamiento  que no se corresponde con el valor que ese grupo y esas personas se atribuyen a si mismas, el líder será rechazado por quienes reciben un trato similar, porque  consideran que éste ha sido injusto en su trato y la valoración que ha hecho de ellos. 

El deseo de reconocimiento que tenemos los seres humanos es la parte que el líder político debe tomar en cuenta, porque es la parte de la personalidad humana  que tiene un vinculo más intimo con la política, ya que la política es el medio que empuja al hombre a querer afirmarse, a si mismo, sobre las demás personas.

Cuando un líder lastima el autoestima de una persona, que se siente con dignidad humana, esta dando pasos para disminuir su espacio social y político porque si la incidencia en la sociedad de la persona infravalorada es amplia, en esa misma medida puede verse afectado el espacio del líder, ya que la nota discordante que el afectado pondrá en marcha afectará la imagen del líder o dirigente  que ha desconocido el valor que de si mismo tiene el afectado.  

El valor que tiene el reconocimiento del líder hacia los miembros de su grupo y hacia la sociedad en general tiene un precio incalculable, ya que no se debe perder de vista que en la vida política las reclamaciones económicas  se disfrazan, a menudo, en reclamaciones que buscan hacer notar que lo que se reclama es justicia económica y si el líder no toma en cuenta que detrás de esas reclamaciones del grupo muchas veces se esconden intereses particulares más que colectivo, es decir que si pierde de vista que detrás de esas reclamaciones hay intereses que van mas allá de los limites económicos que el grupo dice defender  y no se reconocen las motivaciones reales o esenciales que llevan al grupo a actuar en el plano social y político , se corre el riesgo de profundizar divisiones en el seno de la sociedad.              

El hombre a, lo largo de la historia, se ha visto movido por la pasión y los intereses materiales. Esa pasión y esos intereses han parido innumerables guerras internas entre naciones, sin embargo cuando se buscan las motivaciones reales de muchas de éstas, vemos que las mismas han tenido su origen en la codicia y ambición de riquezas del hombre. Es por eso que el líder que aspira a unas relaciones estables, tanto con su sociedad como con naciones extranjeras, debe conducirse entendiendo que el desconocimiento de los valores, tanto de una persona, de un grupo, como de una nación puede poner fin a  su mandato antes del tiempo estipulado para dirigir el Estado.

El líder debe reconocer que en la naturaleza del hombre encontramos tres causas principales por la que éste reacciona a favor  o en contra de sus semejantes. Lo primero es que si un líder desconoce la competencia que una persona piensa que posee, ese es un grave error. Segundo el líder debe tener presente  que en el pensamiento de la mayoría de los hombres  hay una aspiración de gloria personal,  y tercero el líder debe reconocer a los hombres y las naciones en los valores que estos se atribuyen a si mismos. Por ejemplo, el médico debe ser reconocido en su profesión, lo mismo sucede con el ingeniero, abogado, religioso, entre otros. En el caso de las naciones el lidera que desea mantener buenas relaciones con el exterior debe comenzar respetando el principio de soberanía y territorial de otras naciones.               

El Líder Político y  el Ejercicio del Poder

Max Weber, sociólogo alemán, al referirse a la función del líder político nos dice que éste debe desenvolver su comportamiento adoptando dos tipos de éticas. La primera  es la ética de la responsabilidad, que tiene que responder a las consecuencias previsibles de los actos del líder y la segunda es la ética de la convicción de conciencia, en donde el líder no responde, de forma directa, por las consecuencias de sus actuaciones, sino que deja que sea un ser o fuerza superior que se encargue de la legitimación de sus tareas o acciones. 

El líder político que actúa bajo la influencia de la ética de la convicción de conciencia, no deja que las consecuencias  de sus actos se imputen como una acción directa de él, sino que la función de ese líder consiste en ser el punto de referencia para que no se apague la llama de la pura convicción que tiene el grupo o sector social y político que le sigue.

               

Si un líder socialista, por ejemplo, plantea que se debe luchar contra las injusticias sociales que ocurren en el sistema capitalista,  de esta forma esta sugiriendo a quienes le siguen a que aviven su convicción de conciencia sobre las injusticias  del sistema que él está  antagonizando . El, como líder, de ésta forma, está induciendo  a la gente para que luchen por algo que no proviene de él, como tal, si no de una causa de la que él no es responsable sino representante.                

De manera que la ética de la convicción de conciencia del líder  esta representada por una causa o motivo principal que sirve de base al líder para motivar a la gente para que luche y le siga en sus metas, orientadas hacia la consecución del poder. En este caso el líder no asume un rol directo de responsabilidad en sus actuaciones .La causa que a él, como líder, lo lleva a actuar es la que da justificación, tanto a sus actos como a los actos de sus seguidores para que actúen a favor de si mismos y de la causa que el como líder representa y defiende.

Según Weber el gran dilema del líder político se presenta cuando  tiene que manejar el Estado y ejercer el poder.



Cuando el líder tiene que ejercer el poder del Estado se convierte en el representante de una instancia todopoderoso, que aunque representa una instancia superior y buena, que puede ser puesta al servicio de la gente, también representa una asociación de dominación de carácter institucional, que ha intentado, con éxito, monopolizar la violencia física y legitima dentro de un territorio como medio de dominación y que para este fin ha reunido todos los medios materiales de funcionamiento en manos de sus dirigentes.

                                                                                                                          

Cuando el líder político maneja el Estado, a través del gobierno, es evidente que tratará de influir en la distribución del poder entre los diferentes sectores que componen la sociedad .Cuando el líder beneficia a un sector social o económico en detrimento de otro, de esta forma esta dando origen a una distribución desigual de las riquezas del Estado y de ésta forma da origen a la desigualdad social.                                                                                                                             

Cuando ocurre esta distribución desigual de la riqueza y del poder, en donde el líder está actuando bajo el imperio de  la ética de la responsabilidad, la gente lo ve como responsable directo de sus actos .Esa actuación del líder lo ubica en el centro de la ética de la convicción de conciencia y también de la ética de la responsabilidad, porque está haciendo lo que cree que conviene al sistema que él representa.

Esta actuación en la que el líder se auxilia de  ambas éticas, da origen a que la población lo vea como al típico demagogo, que asume una de éstas dos éticas, según su conveniencia. El líder político debe estar conciente de esta realidad y debe entender además que la política no es sólo bondad y servicio, ya que si no entiende estos aspectos medulares de la política nunca podrá ser un buen líder, aunque lo desee, ya que deberá estar conciente de que las contradicciones permanentes que ocurren en todo conglomerado social y político son el producto de intereses de clases y donde el ser humano es la materia prima principal de esas contradicciones e intereses De esta forma un liderazgo que desconozca esa realidad de la política será descartado por los sectores que conforman las redes de intereses que confluyen en el ejercicio del poder político.                  

                                                                                                                                    

El líder político debe actuar con cautela, ya que existen dos tipos de éticas que éste debe poner en práctica en el ejercicio del poder. El líder debe prestar atención a dos tipos de actuaciones política, como ya hemos establecido, o debe de actuar  de acuerdo a la ética de la responsabilidad o de acuerdo a la ética de la convicción de conciencia. Estos dos tipos de ética se complementan y es una necesidad que todo líder político comprendas sus alcances en el plano político para su mejor aplicación en   el campo del accionar partidario y en el ejercicio de gobierno.

El líder político que hace elección de una de estas éticas de actuación en detrimento de la otra esta cometiendo un error porque como hombre político y como ser humano él  tendrá que lidiar  con ambas y dependerá de las circunstancias para escoger una o la otra..Los lideres con verdadera vocación política y de poder tienen que estar conscientes de su rol y accionar en la política general de su nación auxiliándose de estas dos formas de actuación política El liderazgo que quiera ejercer la política, sobre todo como profesión, tiene que estar consciente de la existencia de esas dos paradojas éticas y tiene que ser responsable de lo que  puede realizar o llegar a ser  bajo la presión de estas dos éticas.              

Aquellos  líderes que han actuado como grandes virtuosos de la bondad y el amor no han cosechado éxito en el terreno político. Por eso, quienes busquen favorecer a sus conciudadanos deben participar en la política conscientes de que para salvarse a si mismos  y para favorecer a otros, sin el auxilio de estas mencionadas éticas no tienen posibilidad de éxito en su actuación en la vida política de su nación.              

No importa lo joven o lo viejo que sea el líder político para poner en práctica estos dos tipos de éticas en su actuación política, ya que estas deben actuar combinadas para lograr el éxito en la acción de poder que lleva a cabo el líder. Debemos tener presente que la edad no es un merito, sino que ésta nos capacita y nos enseña a mirar sin reservas las realidades de la vida  y al mismo tiempo nos capacita para soportarla.

Cuando miramos el mundo, vemos que está lleno de sufrimientos inmerecidos y de injusticias no castigadas, la paradoja de todo esto es que frente a esa realidad encontramos el poder del Estado, que se presenta como una instancia todopoderosa, sin embargo no puede vencer esa forma contradictoria que tienen las relaciones de poder de expresarse. Tomando en cuenta esa forma contradictoria en que se expresan las relaciones de poder es que el líder político no debe perder de vista los principios de recompensa y de redistribución, que debe poner en marcha desde el Estado, ya que el ejercicio del poder sintetiza esas dos realidades.                                                  

El que está en el ejercicio político debe estar conciente de que el poder por necesidad, se ejerce con ciertos niveles de violencia y el líder debe estar conciente de que aunque su misión es servir a sus conciudadanos por otra  parte debe comprender que del bien no sólo sale el bien sino que muchas veces de éste sale el mal. Por eso el líder que no vea esas realidades en el ejercicio político no esta comprendiendo la expresión real de las relaciones de poder.                                                                                                                      

                    

Evelio Arroyo es Sociólogo, Abogado y Escritor. Estos temas son publicados del libro “Lideres y Liderazgos” de su autoría.

El Líder Político y Sus Cualidades

El líder, por medio del ejercicio de la acción política, debe buscar, desde el punto de vista formal, varios objetivos.



Entre esos objetivos éste debe de tener conciencia de que la influencia sobre la gente es una condición necesaria de todo líder. Debe participar del poder que da el puesto de mando político. El líder debe visualizar los vínculos que tiene la política con la historia. Debe por todos los medios de trascender lo cotidiano.

La carrera política puede brindar satisfacción al líder, ya que proporciona, en primer lugar un sentimiento de poder. Incluso en puestos modestos, desde el punto de vista formal, da al político la conciencia de influir sobre las personas, de participar del poder que se ejerce sobre ella y sobre todo le da el sentimiento de manejar, con sus manos, los hilos de acontecimientos históricamente importantes  y que pueden trascender lo cotidiano.

                                                                                                                

Hay tres cualidades decisivas que  deben adornar a un líder político: “Pasión, sentido de  la responsabilidad y sentido de la distancia.”. En cuanto a la pasión con que el líder político debe abrazar su causa nos dice Max Weber en su libro “La Política como Profesión,” lo siguiente:”Pasión en el sentido de darle importancia a las cosas que realmente la tienen y una entrega apasionada a su causa. Este autor  advierte que el líder político debe actuar con pasión, pero ésta no debe ser una mera pasión, ya que la pasión por si misma no convierte a una persona en político. En este aspecto se expresa de la manera siguiente:”Pues con la mera pasión, aun sintiéndola auténticamente, no basta por supuesto. La pasión no lo convierte a uno en político si ella como servicio a una causa no  convierte  la responsabilidad precisamente respecto de esa causa en la estrella que guié la acción (del líder) de manera determinante”.                                                                                                                                                                 

La cualidad sicológica del líder juega un papel muy importante en el ejercicio de su liderazgo, Por eso a éste debe caracterizarlo  el sentido de la distancia que debe mantener con las personas y con las cosas. Esta cualidad psicológica del líder es decisiva para el ejercicio de su liderazgo político, ya que éste necesita esa capacidad de dejar que la realidad actué sobre si misma y mientras eso ocurre este debe actuar con serenidad y recogimiento interior, es decir necesita de la distancia respecto de las personas y las cosas.                                                                 

                                                       

La falta de distancia del líder político con las personas y con las cosas es uno de los pecados capitales de cualquier político profesional. Esto lo podemos resumir de la manera siguiente: La falta de distancia, como tal, es uno de los pecados mortales del político y cuyo cultivo, por la joven generación de nuestros políticos intelectuales la va encadenando  a la incapacidad política, pues el problema es precisamente éste: como conjugar en la misma persona la pasión ardiente y el frío sentido de la distancia. Podemos decir entonces que la política se hace con la cabeza, no con otra parte del cuerpo o del alma y sin embargo la entrega a la política sino queremos que sea un frívolo juego intelectual, sino una acción auténticamente humana, sólo puede nacer y alimentarse de la pasión.                                                 

Sólo habituándose  al distanciamiento el líder político puede conseguir el seguimiento y sometimiento, a la vez, de otras personas a sus designios. Esto es lo que diferencia a un político experimentado y apasionado  del simple político aficionado.  La fuerza de una personalidad política (líder) significa antes que nada poseer estas cualidades. El líder político no debe confundir el distanciamiento de la gente con una actitud de vanidad personal frente a sus seguidores, frente a su organización y frente a la sociedad, ya que una actitud similar es un error que no debe cometer, porque ello debilita su liderazgo y puede llevarlo hasta desaparecer.

En su libro “La Política como Profesión”,  Max  Weber, sociólogo alemán, al referirse a lo perjudicial que resulta la vanidad para un  líder político lo expresa del modo siguiente” Por este motivo el político tiene que vencer en si mismo, día a día y hora a hora un enemigo muy trivial y demasiado humano, la vanidad, que es muy común y que es la enemiga mortal de toda entrega a una causa  y de todo distanciamiento respecto a si mismo”*

Al enfocar lo negativo de la vanidad  en el líder político Weber  nos dice lo siguiente: “La vanidad es una característica extendida y talvez nadie esté libre de ella. En los círculos académicos  e intelectuales es una especie de enfermedad profesional, pero en el intelectual es relativamente inocua, por muy antipática que se manifieste, en el sentido de que por regla general no afecta su actividad científica. En el político tiene otras consecuencias totalmente distintas.  El político opera con la ambición del poder como un medio inevitable. El instinto de poder, como suele llamarse, pertenece de hecho a sus cualidades normales”*.

                                                      

Evelio Arroyo es Sociólogo, Abogado y Escritor. Estos temas son publicados del libro “Lideres y Liderazgos” de su autoría.

2008-03-27 17:08:39