Opiniones

EL TIRO RÁPIDO

EL TIRO RAPIDO

de



Mario Rivadulla

Para nadie es secreto que todo lo que ocurre en Haitì se refleja, en una u otra forma, en nuestro paìs.

Todos estos dìas atràs han sido de desòrdenes callejeros al otro lado de la frontera, que han llegado al extremo de producir un conato de asalto a la sede del gobierno para reclamar la renuncia del Presidente Renè Garcìa Prèval, afortunadamente impedido por la oportuna presencia de las fuerzas militares de ocupaciòn de las Naciones Unidas.

Muchedumbres, convertidas en verdaderas turbas, se han estado manifestado en reclamo de la màs elemental necesidad de los seres humanos: la de saciar el hambre.  Las protestas han sido motivadas por la carestìa de alimentos y el alza desmedida de los mismos.

Aumentos de màs de un cincuenta por ciento del pasado año al presente se  han reportado en productos esenciales de la canasta alimentaria: el arroz, las habichuelas, el aceite, la leche, entre otros.  Incrementos de tal naturaleza han colocado esos rubros bàsicos fuera del alcance de la gran mayorìa del pueblo haitiano, cuyo bajo percàpita lo sitùa como el màs pobre de nuestro Continente y entre los màs pobres en el plano mundial.

No es arriesgado suponer que la prohibiciòn de importar pollos y huevos de Repùblica Dominicana, como era comercio habitual en el mercado fronterizo de Dajabòn, en los dos dìas por semana que funciona, ha sido un factor de agravamiento del problema al provocar escasez y consiguiente encarecimiento de ambos productos. De ahì que desafiando el ùkase gubernamental, miles de haitianos estèn cruzando la lìnea divisoria para aprovisionarse este lado tanto de aves como de huevos y otros productos  buscando rellenar los vacìos de su canasta alimenticia. Una prueba màs de que cuando el hambre aprieta, de nada valen las prohibiciones oficiales.

Bien es cierto que ambos, carestìa y alzas de precios, constituyen un fenòmeno que se està registrando a nivel mundial por diversos factores: cambios climàticos, disparo del petròleo, utilizaciòn de granos para producciòn de biocombustibles, baja del dòlar, aumento de las importaciones de alimentos e insumos por parte de China Continental y la India.  Pero esa situaciòn se agrava en el caso de Haitì por su falta de opciones domèsticas para enfrentar el problema.

En un esfuerzo por tranquilizar los alterados ànimos de sus conciudadanos, el Presidente Garcìa Prèval se dirigiò al paìs con un discurso en que revelò que Haìtì debe importar anualmente 360 millones de unidades de huevos y decenas de millones de dòlares en arroz y otros alimentos.  A partir de esa realidad, anunciò un plan gubernamental para tratar de incrementar la producciòn local de rubros bàsicos.

Lamentablemente, esos buenos deseos, vàlidos en nuestro caso en que disponemos todavìa de tierras con vocaciòn agrìcola y pecuaria para producir alimentos, el suelo del territorio vecino està erosionado,  y resulta por tanto improductivo en gran parte.  Esto limita grandemente sus posibilidades de buscar respuestas locales al drama que hoy padece y que tiende a agravarse.

De ahì, el reclamo de òrdenes de religiosos catòlicos que sirven en Haitì,  dirigido primero a la grey que profesa su misma fe y por extensiòn a las grandes potencias para que acudan en ayuda del infortunado vecino.  Es el mismo llamamiento que aquì ha cobrado eco en la voz del Cardenal Lòpez Rodrìguez,  demandando ese mismo urgente auxilio.  A ellos debemos unir tambièn nuestra voz de paìs, tanto por razones humanitarias como por interès nacional.

Si aquì tambièn tenemos que ponernos las pilas para enfrentar la situaciòn que se nos viene encima y cuyos nudillos ya nos estàn golpeando a las puertas con gran fuerza, hay que imaginar cuànto màs difìcil de enfrentar es el reto para el empobrecido y en buena medida indefenso vecino.  De ahì, que no debamos ser remisos en gritar alto y claro para que las grandes potencias que se proclaman amigas de Haitì, den prueba de ello acudiendo en su ayuda con la prontitud y largueza requeridas.

Cerrar los ojos ante esa tragedia serìa por nuestra parte no solo un crimen de  humanidad,  sino tambièn un acto de absurda ceguera por los efectos negativos que para nosotros pudiera tener un estallido social en Haitì subvertidor de su precaria institucionalidad.

Contribuyamos a evitar que eso ocurra.

2008-04-17 14:03:11