Las Elecciones y la Democracia
Recién ha finalizado el proceso electoral y el mismo deja experiencias que son positivas y otras que a la vez son frustrantes para el sistema democrático del país. Las experiencias que nos deja el pasado proceso electoral son positivas, si como sistema político y como pueblo tomamos conciencia de que el sistema democrático no debe ser una instancia al servicio de los grupos económicos y políticos que desconocen las reglas para competir establecidas por la misma democracia.
Las experiencias que nos dejan las pasadas elecciones, a la vez son frustratorias porque en las mismas vimos utilizar todos los recursos del Estado que eran necesarios para una reelección, que la mayoría del país rechazaba. Si sumamos todo el resultado de la oposición política encontramos que esta obtuvo un 46% de los votos, aun y a pesar de las embestidas del poder. De ahí podemos colegir que si las elecciones hubiesen sido un proceso con equidad y equilibrado los resultados obtenidos serian totalmente diferentes a los que se han obtenido en estas elecciones.
La voluntad de un pueblo para tener una expresión auténticamente democrática debe tener una expresión libre, sin embargo cuando esa voluntad es ganada con los recursos del poder, expresada en dinero, entonces ese proceso tiene una base de legitimación muy débil, ya que la misma es el producto, no de una voluntad popular libérrima, sino de una voluntad condicionada por los beneficios que reporta el poder a quienes se adhieren a sus designios, no por voluntad propia.
Esa voluntad, que es condicionada por el poco dinero que recibe un votante pobre y sin conciencia política ni ciudadana de que ese acto lo sumirá más en la pobreza y la ignorancia, es uno de los vicios que la democracia dominicana debe ir superando, para que el proceso político y electoral del país pueda poder avanzar y afianzarse, permitiéndole a la gente elegir sus gobernantes, sin que su voluntad sea comprada o manipulada como ha ocurrido en las pasadas elecciones.
Si los sectores políticos y económicos que son dominantes en el país no toman conciencia de que los procesos electorales deben estar legitimados y rodeados del respeto que merece el voto de la gente, entonces la legitimidad del proceso político del país será cada vez más débil.
La debilidad que arroja el pasado proceso electoral ocurre porque desde el punto de vista legal el mismo ha sido legitimado, sin embargo cuando se examina que una parte de la voluntad ciudadana involucrada en este proceso fue condicionada y manipulada por el poder, ya que este tenia el control y el predominio de los medios de comunicación, entonces se puede concluir afirmando que el pasado proceso fue impuesto, por parte del poder político, a una parte importante del electorado dominicano. Esa es una conducta, traducida en acción, que debilita la creencia que debe tener la gente en el proceso político y democrático dominicano y sus protagonistas en el seno del gobierno.
A simple vista el pasado proceso electoral evidencia que ha habido un ganador y un perdedor, sin embargo, cuando examinamos a profundidad los vicios que arroja el mismo, encontramos que la gobernabilidad en el pasado proceso, en vez de salir fortalecida ha sido debilitada por todos los vicios y violaciones, que van desde las compras de cedulas, el control de los medios de comunicación y el paso al gobierno de grupos y personas que dieron ese paso por múltiples beneficios a su favor provenientes del Estado.
El pasado proceso electoral es una experiencia que debemos asimilar para que el Estado y el gobierno de turno nunca más sean los destructores de los propios partidos del sistema, como ha ocurrido con el reformismo, que producto de las embestidas que recibió en el pasado proceso ha quedado sumamente debilitado y esa es una pata del sistema de partidos que estamos viendo casi desaparecer porque en estas elecciones no se han respetado las reglas de la democracia y la protección que debe brindarse a los partidos del sistema.
Los gobiernos son legitimados por la voluntad de las mayorías nacionales, sin embargo si esas mayorías van perdiendo la fe en el sistema democrático, porque sus representantes lo debilitan con sus acciones viciadas dentro del proceso político y electoral, entonces la credibilidad y la legitimidad va desapareciendo.
Todo el que vive en este país sabe que de nada vale hablar del respeto a las instituciones democráticas de la boca hacia fuera, si con nuestros actos hacemos lo contrario de lo que predicamos con la boca. Las elecciones recién pasadas deben ser un espejo para que nos miremos y decidamos, como nación, si queremos avanzar o si queremos seguir montado en la cadena de vicios ancestrales que han ido convirtiendo a las instituciones democráticas dominicanas en instituciones de ficción, antes que en instituciones auténticamente democráticas.
Cuando la expresión autentica de un pueblo es desviada de su fe y creencia en las instituciones democráticas, porque las reglas del proceso político y de las elecciones son viciadas en una parte importante de su expresión popular, entonces si aceptamos esos vicios e irregularidades, sin expresarnos y denunciarlos, de esa forma estamos contribuyendo, por omisión, a que los mismos se entronicen, como comportamiento permanente, del grupo gobernante y de paso nuestro silencio contribuye a debilitar el rol protagónico, que debe jugar el pueblo y sus sectores más sanos en el desarrollo y afianzamiento del proceso democrático de la nación dominicana.
Evelio Arroyo es Sociólogo, Abogado y Escritor.
2008-05-19 22:15:15