EL TIRO RÁPIDO
De
Mario Rivadulla
REFLEXIONES POSTELECTORALES
El pasado viernes el pueblo dominicano acudió de nuevo a las urnas en la forma ejemplar, ordenada y pacífica en que siempre lo ha hecho a lo largo de todos estos años para elegir Presidente y Vicepresidente.
Lo hizo con un nivel de abstención que en principio lució mucho mayor que el 29 porciento que fue en realidad. Del proceso extraemos algunas lecturas que creemos oportuno compartir con nuestros televidentes.
La campaña fue pobre en propuestas y respuestas a los problemas básicos que confronta el país; en cambio penosamente excedida en denuncias, acusaciones y descalificaciones que, en ocasiones, llegaron al insulto personal. Un estilo de hacer política que los partidos, cuyo nivel de confianza y credibilidad es muy bajo, tendrán que revisar con vistas al futuro si no quieren caer en completo descrédito.
Las elecciones no solo sirvieron para escoger al triunfador sino para medir la confiabilidad de las encuestas realizadas por firmas reconocidas y en base a criterios técnicos adecuados, como valiosos instrumentos de trabajo. Gallup, Greemberg,Noxa-Cies, Penn and Schoen, Asisa y el Centro Económico del Cibao probaron un alto grado de acierto frente a quienes, obnubilados por la pasión, pusieron en duda sus pronósticos.
La Junta Central Electoral es merecedora de los mayores elogios. Los resultados de su trabajo se tradujeron en unas elecciones ejemplares en preparación y ejecución, que sientan un precedente de mayor credibilidad y eficiencia para el futuro.
El Presidente Leonel Fernández se convirtió en protagonista de la primera reelección presidencial sin traumas de la época pos trujillista. Su triunfo, con más de un 54 porciento de preferencia electoral y más de 13 puntos de ventaja sobre su más cercano competidor, es un buen espaldarazo popular a su gestión y liderazgo, sobre todo tomando en cuenta las difíciles circunstancias que atraviesa el país. La forma humilde y conciliadora en que acogió su victoria, le enaltece.
Pese a no ser una figura de carisma, Miguel Vargas Maldonado se ha abierto un espacio como dirigente de renuevo en el seno del PRD, que pudiera revitalizar dicha agrupación y convertirla de nuevo en opción de poder. Su discurso de pronta admisión de la victoria del PLD y de reiteración de su espíritu democrático, abona a favor de su figura. Su futuro dentro del PRD dependerá del modo hábil en que se maneje a lo interno, y hacia lo externo en la forma en que ejerza una oposición no sistemática ni vocinglera, sino responsable y juiciosa frente al gobierno.
El PRSC continuó cuesta abajo. Es el único de los tres partidos tradicionales que ha ido perdiendo su voto duro. De un 25 porciento que le dejó el finado ex Presidente Balaguer ciego, inválido y nonagenario en el 2000 ha ido en marcha descendente hasta menos de un 5 porciento que registró en las urnas en el presente proceso. Más que buscar causales externas de su desplome, tendrá que abocarse a un inmediato proceso de autocrítica, recomposición de su liderazgo, su discurso y estrategia política.
Los resultados electorales confirmaron que las candidaturas de Eduardo Estrella y Guillermo Moreno, dos figuras de incuestionable prestigio, estaban divorciadas del “sentido de oportunidad” en una competencia altamente polarizada. Las urnas evidenciaron, por otra parte, la indigencia de respaldo y total falta de representatividad de algunas agrupaciones que aparecieron en la boleta y que recibieron cantidades millonarias del presupuesto nacional sin la menor justificación real. Su vigencia futura queda en completo entredicho.
La Junta Central Electoral, con todo el aval del prestigio que ha logrado en este proceso, debe abocarse de inmediato a dos tareas fundamentales. Una de ellas, reformar la Ley Electoral, modernizándola, modificando disposiciones contradictorias y estableciendo normas y mecanismos que le otorguen un real poder de ejecución sobre sus decisiones. El uso de recursos del Estado; la auditoría de los fondos que reciben los partidos políticos provenientes del presupuesto así como de fuentes privadas, determinando su origen y poniendo límites a su cuantía, deben ser objeto de regulación y supervisión.
La otra es la necesaria Ley de Partidos, definiendo entre otros aspectos, la titularidad de los mismos sobre los cargos electivos obtenidos bajo su emblema, a fin de evitar que cualquier acto de transfuguismo implique como hasta el presente, el despojo de dichas posiciones.
Por lo demás, solo queda ahora dejar de lado el hacha de las guerras partidarias para concentrarse en el impostergable compromiso-país a fin de hacer frente a los graves retos y acuciantes problemas que tenemos por delante. Que nos afectan a todos y que requieren por tanto el esfuerzo de todos. De esperar que se entienda así, también por el bien de todos.
2008-05-20 20:17:40