Opiniones

EL TIRO RÁPIDO

EL TIRO RÁPIDO



De



Mario Rivadulla



Lunes 04/08/2008



En la misma medida en que se han venido incrementando las actividades criminales en el país e incorporado modalidades de delito que aquí no se producían o eran muy infrecuentes y también en el mismo grado en que la ciudadanía se siente irritada, indefensa y desprotegida ha venido proliferando la práctica de tomarse justicia por propias manos. No pasa un solo mes sin que no se registren uno o más linchamientos de malhechores, por lo general, de poca monta, sorprendidos en el momento de realizar sus fechorías y a los cuales la indignación ciudadana convertida en turba violenta, quita la vida. Esta reacción, como es natural, resulta ilegal y una forma insana de ejercer justicia sumaria. Es también un precedente peligroso que puede dar lugar a situaciones injustas. Al menos, en una ocasión se sabe de un fotógrafo, extranjero residente en el país, que estuvo a punto de perder la vida a manos de un grupo de exaltados ciudadanos, que lo confundieron con un ladrón. Si bien sobrevivió, quedó muy maltrecho.

En relación con este tema, el Jefe de la Policía Nacional, acaba de abrir un espacio polémico al culpar a la debilidad de la justicia y la consiguiente impunidad que disfrutan muchos delincuentes por esa razón, del incremento de los linchamientos, negando que estos sean fruto de negligencia policial. De seguro, esta opinión del timonel de la uniformada levantará ronchas en el área de la judicatura y es muy probable que de su seno emerja, como en otras ocasiones, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia para rechazar el alegato policial.

Estas polémicas serían saludables, si las mismas condujeran a resultados prácticos y soluciones positivas.



Lamentablemente, la mayoría de las veces no ocurre así. En el aire quedan flotando denuncias y desmentidos, acusaciones y réplicas, muchas veces insultos y malquerencias sin llegar a ninguna conclusión válida.

Por nuestra parte y desde un escenario y una óptica neutrales, creemos que los problemas que afectan la seguridad ciudadana no son de responsabilidad específica de ninguno de sus actores en particular, sino de la falta de una política integral que contemple sus diferentes aspectos. Los linchamientos no son más que una expresión de esa problemática.

En primer lugar, abrigamos la firme convicción de que es necesario lograr un alto nivel de profesionalización de la Policía Nacional, con elementos capaces, bien entrenados y bien retribuidos, con beneficios sociales garantizados, disciplinados, bien armados y equipados de todos los recursos móviles y técnicos requeridos, con oportunidad de hacer carrera en el cuerpo a base de méritos para que puedan desplegar un trabajo eficiente de prevención y combate a la delincuencia

Es preciso igualmente disponer de un equipo de fiscales, en cantidad suficiente y con adecuado manejo procesal, para que los expedientes lleguen a los tribunales de justicia debidamente instrumentados, sin debilidades ni fisuras que son aprovechadas con frecuencia por abogados avispados para apelar a toda clase de argucias legales a favor de su representado.

Demás significar la necesidad de contar con jueces probos, capaces y que no tengan temor de aplicar las sanciones de ley con el necesario rigor, en los casos que así lo justifiquen. Para ello, será preciso que en el Congreso se agilice la revisión del Código Procesal Penal a fin de corregir sus fallas y adaptarlo a nuestra realidad, de tal modo que sin violentar el derecho de los prevenidos no persista la percepción, por demás justificada en muchos casos, de que protege más a los criminales que a la sociedad.

En fin, que el problema de eficientizar la seguridad ciudadana y reducir la criminalidad, desde el punto de vista preventivo y represivo, depende de una política integral y no de polemizar sobre situaciones en forma aislada, sobre sus actuales debilidades y consecuencias. Todo ello sin olvidar que en el auge de la delincuencia hay un componente de diversos factores que van desde la marginalidad social hasta la carencia de valores cívicos y morales y la misma disgregación familiar.

2008-08-06 00:50:56