Opiniones

EL TIRO RAPIDO DE LA SEMANA

EL TIRO RAPIDO DE LA SEMANA



Viernes 26,09,08

Vigoroso y sin dudas impactante, el discurso pronunciado ayer por el Presidente Leonel Fernández, al agotar su turno oratorio en la sexagésima tercera Asamblea General de las Naciones Unidas, a la que concurrieron Presidentes y Representantes de Gobiernos de unos ciento cuarenta países.

Una vez más la palabra del mandatario transitó por los mismos caminos que ha seguido su discurso en los últimos tiempos, sobre todo a partir del Foro convocado por la FAO para analizar el impacto de los precios del petróleo y las alzas de los principales alimentos, que tuvo lugar en Roma, semanas atrás.  En esa oportunidad, se recuerda que el mandatario fue escogido a unanimidad como vocero del bloque de países latinoamericanos y caribeños.

Fue en esa ocasión, que el Primer Mandatario denunció las manipulaciones especulativas con los precios del petróleo que lo han llevado a niveles ruinosos para las economías de los países en vías de desarrollo, acusación que posteriormente ha reiterado en cada ocasión en que se ha referido al tema tanto en el plano local como en los foros internacionales.

No fue la excepción en esta oportunidad.  Por el contrario, el Presidente Fernández atribuyó a esas maniobras especulativas, de lo que ha calificado como “economía de casino”, la imposibilidad por parte de cumplir los llamados objetivos del Milenio, el primero y más importante de los cuales es el de reducir la pobreza mundial a la mitad al cierre del año 2015. 

En el caso específico de la República Dominicana, el discurso del mandatario dominicano destacó que la factura petrolera proyectada para el presenta año es del orden de seis mil 500 millones de dólares, contrastando su monto con lo erogado por este concepto en el año 2004, cuando fue del orden de mil 650 millones.  O sea, que el monto en este cuatrienio es del orden del cuatrocientos porciento en relación con esta última cifra.

En adición, cuentan las alzas significativas registradas durante ese mismo período en los precios de los principales renglones alimenticios: un ciento setenta y siete por ciento en el trigo; ciento noventa y seis en la soya y doscientos catorce el maíz.  En el tintero se le quedaron los incrementos también considerables en los lácteos y en los aceites comestibles.  En adición, materias primas e insumos esenciales también se han encarecido de manera notable.

Obvio que bajo tales condiciones, los logros que han registrado algunos países en vías de desarrollo han sido modestos, casi pírricos, como es nuestro caso,  en tanto otros, por el contrario, han sufrido mayor retraso.  ¿Quiere esto decir que el programa establecido en el año dos mil para ser llevado a cabo en los siguientes quince años está definitivamente condenado al fracaso?  A medio camino del calendario fijado pudiera pensarse que bajo las condiciones actuales imposible imaginar que los objetivos propuestos puedan ser alcanzados.

Sin embargo, el Presidente Fernández reclamó lo que en su discurso calificó de “un financiamiento económico audaz y urgente” ascendente a cincuenta mil millones de dólares, cantidad con la que estima las naciones de economías débiles podrán cubrir la brecha actual en el cumplimiento de esas metas.  En este sentido, el mandatario reprochó a las grandes potencias haber incumplido el compromiso asumido al principio del período de contribuir con un 0.7 porciento de su Producto Interno Bruto para apoyar el esfuerzo desarrollista de los países de economías frágiles. El aporte real ha sido en promedio de apenas la tercera parte, con algunos gobiernos honrando la obligación contraída y otros en cambio haciendo caso omiso de la misma o contribuyendo con cantidad ínfimas muy por debajo de lo que les correspondía.

¿Atenderán las grandes potencias que gastan sumas increíbles en sus presupuestos militares para adquirir instrumentos de muerte, el reclamo hecho por el Presidente Fernández?  ¿Qué son en realidad los cincuenta mil millones de dólares requeridos por los países en desarrollo frente a las cuantiosas sumas que ahora mismo ha dedicado el gobierno estadounidense, por citar solo su caso, en apuntalar su tambaleante sistema financiero?  ¿Qué representa esa cifra frente a las fabulosas ganancias obtenidas por los países exportadores de petróleo que semejan un capítulo extraído de Las Mil y Una Noches?

Ideal sería que su planteamiento no se pierda en el espacio como simple e inútil ejercicio retórico. Que no rebote en la insensible piel y los oídos sordos de quienes pueden y debieran atenderlo si tan solo una pizca de codicia cediera frente a un mínimo gesto de solidaridad. Ojalá estar equivocados pero preferible no hacerse ilusiones para no padecer de desengaños, y en vez de ello adoptar políticas de real austeridad y ajustarnos a vivir conforme a nuestras posibilidades actuales en tanto metemos el hombro en la tarea de buscar progreso y bienestar con nuestro propio esfuerzo.

2008-09-26 14:13:47