TEÓFILO LAPPOT ROBLES
Para concluir las breves pinceladas sobre la Batalla de El Número y entrar en los detalles de la Batalla de Las Carreras, ambas ganadas por los dominicanos en la tercera invasión armada de los haitianos a nuestra nación, es oportuno traer al presente una nota dejada para la posteridad por un personaje que jugó un papel importante en la defensa de la Independencia Nacional.
En efecto, el ciudadano francés Francisco Soñé, radicado desde hacía años en el sur del país, valiente héroe de la Batalla del 19 de marzo de 1844, en Azua, escribió en sus memorias que:»cuando Duvergé libraba la batalla de El Número Santana y sus amigos estaban en fiesta en Sabana Buey con lindas aldeanas de los contornos en un movido baile que duró toda la noche y se prolongó hasta el medio día.»65mi
Por su lado el historiador César A. Herrera Cabral describe que mientras Duvergé derrotaba a los invasores haitianos en el territorio azuano de El Número estaba «…el omnipotente caudillo Santana acampando como Señor de la Guerra en el Cuartel General de Sabana Buey.» Más claro ni el agua de un arroyo cristalino.
Sobre la Batalla de Las Carreras hay una miríada de interpretaciones, muchas de ellas con grandes inconsistencias; pero siempre hay oportunidad de sacar conclusiones aproximadas a la verdad de los hechos.
Una de las versiones al respecto es la del señor Max Rayband, un agente consular francés estacionado en Puerto Príncipe, quien un libro que tituló “El Emperador Soulouque y su imperio.”
En dicha obra, al referirse a la Batalla de Las Carreras, dicho cónsul relata que el suelo de ese poblado dominicano quedó lleno de cadáveres y de soldados agonizantes. Remata su opinión diciendo que: “más de mil fusiles abandonados por los invasores fueron recogidos sobre el campo, así como trescientos caballos.”
Los relatos más creíbles de nuestro ayer describen que el proyecto de los conservadores que hegemonizaron los inicios del ejercicio de la cosa pública en la República Dominicana no era mantener en pie la Independencia, sino entregar la soberanía nacional a un poderoso país que les asegurara privilegios económicos, políticos y sociales a sus miembros.
Para lograr sus propósitos antipatrióticos los conservadores maniobraban desde Santo Domingo, Sabana Buey, Santiago y otros lugares, rechazando una y otra vez (como hizo Santana contra Duarte el 23 de marzo de 1844) cualquier asomo de fortalecer los mecanismos de defensa que aseguraran la permanencia de la República Dominicana como una nación libre.
Como parte de ese entramado en contra de la patria desde el principio los susodichos conservadores minimizaron la trascendencia histórica de la Batalla de El Número y en cambio disfrazaron como héroe supremo de las Batallas del 19 de marzo y de Las Carreras a Pedro Santana Familias, creando alrededor de su figura una aureola que difuminaba a los verdaderos héroes de aquellas gloriosas jornadas de las armas dominicanas.
A Santana lo presentaron entonces, y así han seguido haciéndolo hasta ahora, como el héroe único de la Batalla de Las Carreras.
Para contrarrestar dicho invento, que distorsiona un tramo de la historia dominicana, alguien, en el 1858, con gracia y astucia, calificó a ese personaje como un hombre que “no tiene del tigre más que la figura y las mañas.”
Durante el régimen de Trujillo los santanistas tuvieron un gran impulso editorial procurando revertir la realidad de los hechos del pasado. Es una prueba más de que la historia dominicana está llena de mentiras sostenidas.
Analizar la importante obra del historiador César A. Herrera Cabral, titulada “La Batalla de Las Carreras: Sus antecedentes históricos y consecuencias”, permite tener una idea depurada de los hechos concernidos a esa jornada épica. (Editora Taller, 4ta.edición,1985).
La lectura de la abundante documentación recibida y despachada por el señor Román Franco Bidó, quien era el Ministro de Guerra y Marina del gobierno encabezado por Manuel Jimenes, permite comprobar que lo ocurrido los días 20 y 21 de abril del 1849 en el poblado de Las Carreras no fue como lo presentaron entonces y después los conservadores.
Al margen de algunos de sus juicios, no compartidos por mí sobre los alcances históricos de la Batalla de Las Carreras, resulta interesante resumir la opinión que sobre ese acontecimiento bélico hace el señor Joaquín Balaguer en su obra El Centinela de la frontera:
a)Que el 20 de abril de 1849 Santana se hallaba ausente en su cuartel de Sabana Buey y “sólo conoció los detalles de este primer episodio por los reportes oficiales enviados desde el campo de la acción por el coronel Francisco Domínguez” y
b)Que el segundo combate se libró el 21 de abril. Duró una hora y media “y culminó con un asalto al arma blanca…” Santana llegó al final de los combates, cuando ya el triunfo lo tenían los dominicanos. Ya había caído el bravo general haitiano Louis Michiel “con el pecho perforado por la lanza de Cleto Villavicencio, soldado del Batallón de Higüey.”
Hay que señalar que el 23 de abril del citado 1849 hubo otros encuentros de los dominicanos con los invasores en desbandada. Esas acciones se debieron exclusivamente al instinto militar de los coroneles Aniceto Martínez, Bruno Aquino y Bruno del Rosario.
En La Batalla de Las Carreras el acre olor a pólvora lo sintieron con intensidad, entre otros valientes patriotas, Antonio Sosa, Francisco Domínguez, Antonio Abad Alfau, Marcos Evangelista, Blas Maldonado, Merced Marcano, Pascual Ferrer, Juan Cheri Victoria, Cleto Villavicencio y Baltasar Belén.
El ponderado historiador y pensador Emiliano Tejera, con su proverbial objetividad, al referirse a las acciones de guerra de El Número y Las Carreras señala que en los 12 años de enfrentamientos contra los haitianos Santana “sólo oyó los tiros del enemigo dos veces….»
Diferente a Duvergé, que el mismo Tejera dice sobre él lo siguiente: “Puso su pie victorioso en donde nunca lo puso Santana.”
Un repaso minucioso de los antecedentes de la Batalla de Las Carreras permite decir que la misma tuvo varios héroes ideológicos, entre ellos Duarte, Duvergé, Mella y José María Cabral. Esa condición excepcional les es aplicable porque fueron referentes que abanderaban la libertad del pueblo dominicano.
Al analizar el pensamiento militar de esos patriotas se comprueba que estaban en sintonía con las prédicas del famoso personaje real o ficticio chino conocido como Sun Tsu, al cual se le atribuye haber dicho: “El triunfo es el principal propósito de la guerra. Si tarda mucho en llegar, las armas se embotan y la moral disminuye.”(El Arte de Guerra.Capítulo II.Dirección de la Guerra.Ediciones Leyenda.México.)
Las enseñanzas militares de Mella jugaron un papel de mucha importancia en la Batalla de Las Carreras, como justicieramente señaló hace 131 años Federico Henríquez y Carvajal al desglosar sus haberes históricos: “Las Carreras su briosa intrepidez.”(Discurso.27-2-1891.)
En el referido enfrentamiento sangriento, reitero, se probó de nuevo, con impresionante eficacia, la táctica de combate creada como doctrina de guerra por el patricio Ramón Matías Mella para enfrentar en el fragor de los combates a los invasores.
Así resumió él sus enseñanzas: para las líneas de vanguardia ordenaba cuerpos en tierra cuando retumbaban los cañones enemigos y ágiles avances cuando los contrarios recargaban armas.
Santana y su grupo aprovecharon los méritos patrióticos de otros en las Batallas de El Número y Las Carreras para consolidar su poder: Iniciaron a los pocos días una rebelión contra el presidente Manuel Jimenes, al cual obligaron a renunciar el 29 de mayo de 1849, con el apoyo eficaz de los cónsules de Inglaterra, Francia y EE.UU.
Un congreso con muchos paniaguados y no pocos adocenados declaró a Santana como Libertador de la Patria, con orden expresa de que su imagen fuera colocada en la sala de sesiones del Congreso “en medio del inmortal Colón y el de don Juan Sánchez Ramírez.”
Como una suerte de jugosa “ñapa” al después de la Anexión designado por una reina española como el Marqués de Las Carreras el Estado le donó en mayo de 1849 una casa de dos plantas en la calle El Conde, de la ciudad capital, dizque a “título de indemnización por sus sacrificios.”
En cambio, como una amarga paradoja, luego del triunfo de los patriotas dominicanos en las Batallas de El Número y de Las Carreras el gran héroe Antonio Duvergé fue apresado y se le abrió un primer juicio por una acusación insostenible, de la cual salió absuelto, pero fue confinado en el Seibo, donde posteriormente se le abrió otro falso expediente y fue fusilado por órdenes de Santana el 11 de abril de 1855.
El triunfo dominicano en la Batalla de Las Carreras, que a mi modo de ver ha sido injustamente cuestionado por algunos historiadores, fue en gran medida por la aplicación de la referida doctrina militar de Mella y una secuela del éxito arrollador de las tácticas elaboradas y desplegadas en los teatros de la guerra por Antonio Duvergé Duval, el héroe de muchos combates y batallas de gran significación en la cronología que marca con luminosidad la dominicanidad.
Hay que resaltar, por su valor intrínseco en el frag
or de los combates, que el Dr. Pedro Delgado estuvo en la Batalla de Las Carreras, en calidad de médico para asistir a los heridos; tal y como escribió en el 1885 el sacerdote Francisco Xavier Billini.
También vale decir que el himno de ese acontecimiento bélico, donde los dominicanos salieron triunfantes, lo escribió el poeta, militar y clarinetista Juan Bautista Alfonseca Baris.
En resumen, las Batallas de El Número y Las Carreras están entre las más importantes de todas las desarrolladas por los dominicanos contra los invasores haitianos, desde el bautismo de fuego en el sitio llamado Fuente del Rodeo, en el área de Neiba, el día 13 de marzo de 1844, hasta la última que se libró en Sabana Larga, Dajabón, el 24 de enero de 1856.