A OBAMA LE FALTÓ EMPATÍA AL TRATAR EL CASO DE ALEX RODRIGUEZ
por JOHNNY ARRENDEL
Sorprende la dureza con que el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, abordó el caso de Alex Rodríguez, cuando durante su primera rueda de prensa, ya instalado en la Casa Blanca, fue preguntado en torno a la admisión del jugador estelar de que consumió esteroides, situación detectada en 2003 pero que hoy trasciende.
El primer presidente mulato de la potencia calificó de deprimente y decepcionante la noticia, al tiempo de alarmarse ante la posibilidad de que este mal ejemplo afecte a los infantes que siguen el deporte.
La sorpresa por la severidad viene a cuento porque al parecer Obama carece del don de la empatía (Capacidad de ubicarse en el lugar de los demás), ya que en su momento él mismo reconoció haber consumido cocaína y marihuana.
Obama ponderó, eso sí, la forma en que las autoridades de las Grandes Ligas enfrentan el problema, sin tomar en cuenta que en su momento esos mismos ejecutivos se hicieron de la vista gorda al presenciar como se abultaban estadísticas ofensivas que por mucho tiempo lucieron inconmovibles.
El ex toletero José Canseco, confeso usuario de los esteroides anabólicos, y quien dio la clarinada sobre la masificación de esta aberración, sostiene que los verdaderos culpables son Gene Orza, Donald Ferh y Bud (Selig), jefe de Operaciones para el Sindicato de Jugadores, presidente de ese gremio y comisionado de la Gran Carpa, respectivamente.
Se recuerda la complacencia de estos señores mientras se desarrollaban las batallas que hicieron añicos los records de antaño, como los 61 cuadrangulares en una campaña de Roger Maris, destrozado primero por Mark Macgwire, seguido de Sammy Sosa y luego superado por Barry Bond, quien también dejó atrás los 755 de por vida de Hank Aaron.
Pero de nuevo con Obama, en una obra escrita hace más de diez años, Dreams from my father: A story of race and inheritance (Sueños de mi padre: Un relato de raza y herencia), el recién graduado de abogado y posterior senador por Illinois, admite que incurrió en el uso de sustancias cuando asistió al instituto.
Incluso, entre las expectativas fundamentales del proceso comicial pasado en Estados Unidos estuvo comprobar en que medida la confesión de Obama sobre su breve incursión en el uso de drogas podría afectar sus posibilidades de ser electo presidente.
Ahora se observa que la decisión asumida por Alex de reconocer su desatino le favorecerá a mediano y largo plazo en la percepción de la opinión pública, tal como acontece con otros que han optado por igual postura, entre ellos Andy Pettitte y Jason Giambi.
En cambio, los peloteros que niegan de manera sostenida el uso de esteroides, a pesar de que testimonios de involucrados y el rumor público indican lo contrario (Véanse los casos de Roger Clemens y Barry Bonds, son estigmatizados y en cierto grado depreciados por la fannaticada.
Menos mal que los Yankees de Nueva York, equipo de Alex Rodríguez, asume una actitud de solidaridad frente a la admisión del error cometido por parte de su antesalita.
De todas formas, todo mundo está acorde en que esta revelación constituye una gravosa mancha sobre las figuras de los señalados, que obstaculiza sus correspondientes trayectos, antes expeditos, hasta el Salón de la Fama del Béisbol.
Pero aunque lo de Alex es el impacto del momento y su efervescencia coincide con la primera rueda de prensa de Obama, llama la atención que ninguno de los periodistas presente en la Casa Blanca le preguntara al mandatario sobre el caso de Michael Phelps, el nadador que se cubrió de gloria en los juegos olímpicos de Beijing, China.
Phelps, héroe indiscutible de las Olimpiadas y portaestandarte del orgullo estadounidense, acaba de admitir que consumió marihuana, tras la publicación de unas fotos donde se le ve inhalando el alucinógeno por medio de una gran pipa especial.
Phelps es el protagonista de la gesta más grande en la historia olímpica al obtener ocho medallas de oro en la edición de Beijing. Totaliza 14, pues colectó otras seis doradas en Atenas 2004.
2009-02-10 20:44:47