EL TIRO RAPIDO
Mario Rivadulla
Miércoles 10,02,09
Tal como avanzamos ayer, la captura de Ciro Mazzarella, sindicado como jefe del peligroso cartel conocido como la Camorra Napolitana, tiene una doble lectura.
Por un lado, destacar la labor eficiente de nuestros cuerpos de investigación que lograron detener en un apartahotel de la avenida José Contreras, al elusivo capo, quien habìa evadido a las autoridades italianas y luego suizas hasta venir a refugiarse en el paìs. Para ello, utilizó un pasaporte falso a nombre de otra persona. Una vez aquì, se informa, cambiaba de residencia con frecuencia para evitar ser detectado.
Y por el otro, el hecho de que un elemento de tal nivel de peligrosidad pudiera encontrar abrigo entre nosotros por no sabe cuànto tiempo debido a que esa información tan importante no fue facilitada a los medios de comunicación. Una evidencia más de que en gran medida nos hemos convertido en refugio de mafiosos de distintas nacionalidades reclamados por la justicia de sus respectivos paìses por la comisiòn de gravìsimos delitos y buscados por la INTERPOL.
En el caso de Mazzarella, el expediente criminal no puede ser más abultado. A este capo italiano se le atribuyen, entre otros delitos, el de extorsión y operar una red de narcotráfico en Europa. Pero sobre todo, nada màs y nada menos que unos 90 asesinatos.
Si fuera un caso único, podìamos simplemente felicitarnos por el trabajo eficiente desplegado por nuestros organismos de investigación. Lamentablemente, como señalamos antes, es solo uno más entre otros anteriores, de elementos criminales que aquì han encontrado acomodo. Por citar tan solo el más reciente y sonado, el de los hermanos Benítez, quienes de la noche a la mañana, llegaron al paìs y adquirieron bienes por la fabulosa suma de 3 mil millones de pesos en números redondos sin que nadie se le ocurriera investigar ni la procedencia de los mismos ni la de esos cuantiosos recursos provenientes de un escandaloso fraude al sistema de salud norteamericano de más de ciento diez millones de dólares.
Sin incurrir en temeridad puede asegurarse que es mucho mayor la cantidad de elementos asociados al crimen internacional que aquí viven una tranquila existencia disfrutando de sus dineros mal habidos, y en no pocos casos, dirigiendo sus operaciones delictivas dentro de un marco de discreción y complicidad que comienza por la obtención de identidades falsas.
Todo lo anterior es fruto de nuestros débiles y vulnerables mecanismos de defensa para controlar la llegada e instalación en el paìs de elementos maleantes de toda laya y peligrosidad, que convierten la República Dominicana en una auténtica, cómoda y confiable guarida para evitar el tener que responder de sus crímenes ante la Justicia.
Mucho ojo, pues, con los forasteros indeseables que es lo que menos necesitamos. Bien que el paìs sea paraíso para turistas, pero nunca para mafiosos.
2009-02-12 16:27:14