Opiniones

EL TIRO RAPIDO

Mario Rivadulla

Martes 24,02,09

Como si fuesen pocos los problemas que encara el país, particularmente en este año tan difícil y plagado de retos y escasas las muchas fisuras que acusa nuestro deficiente sistema educativo, con muy honrosas excepciones, ahora debemos sumar los detalles de una preocupante encuesta y estadística comparativa ofrecida por el Consejo Nacional de Drogas sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas en la población estudiantil adolescente comprendida entre los doce y diecisiete años.

El estudio fue llevado a cabo en noventa centros educativos, tanto públicos como privados. El total de entrevistas abarcó a 5 mil 983 alumnos que representan un universo de 282 mil 784 a nivel nacional. Los detalles arrojados por la investigación, han sido divulgados en una tabla comparativa contrastando los registrados en el año 2008 con los obtenidos en una encuesta similar realizada en el 2004.

En estos cuatro años, el consumo de bebidas alcohólicas en ese rango de 12 a 17 años, descendió ligeramente por encima de un 3 porciento y el de cigarrillos, un 4. El uso de tranquilizantes bajó del 15.16 al 12.80. Estos modestos avances son la cara positiva de la estadística comparativa.

La negativa en cambio, acusa un significativo incremento en el consumo de estimulantes, marihuana, cocaína que creció casi al doble al igual que el crack y éxtasis. La heroína, la más adictiva y peligrosa posiblemente de todas las drogas, aumentó tres veces y media, las anfetaminas siete y media, los alucinógenos cinco y el uso de otras drogas se triplicó.

El consumo de sustancias prohibidas en las escuelas, tanto públicas como privadas, es de vieja data. Ya desde la época distante en que Ivelisse Prats era Secretaria de Educación, fue necesario tomar medidas para tratar de evitar su venta en algunos liceos. Con el tiempo y en la medida en que el país se fue convirtiendo en autopista para el tráfico internacional de narcóticos, se fue ampliando el consumo local extendiéndose de las clases pudientes hasta los barrios marginados y de la capital al interior del país. El aumento del uso de estupefacientes por parte de escolares en edad adolescente no debe por consiguiente ser motivo de sorpresa, sino consecuencia lógica de la ?democratización? en la venta y consumo favorecidos por la profunda crisis de valores que aqueja a nuestra sociedad. Imaginar que las escuelas al igual que los demás sectores de la vida nacional puedan quedar al margen, es un grave pecado de ingenuidad.

Válido y de toda urgencia por tanto, el reclamo de monseñor Francisco José Arnaiz, una de las cabezas

la sociedad dominicana, la familia y la escuela recobren su papel de promotoras de valores esenciales que hemos ido torciendo en el camino. Que la educación deje de ser simplemente informativa para convertirse en fragua de auténticos ciudadanos y que la familia complemente esa tarea esencial en el hogar con sus enseñanzas y su ejemplo.

Porque bien, insistimos, que pongamos énfasis en la más exigente depuración de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para eliminar los focos de corrupción que las infestan y que, con ribetes cada vez más escandalosos, han estado surgiendo a la luz pública en los últimos tiempos. Pero sin olvidar que esas expresiones dolosas y dolorosas, son también reflejo de las que surgen de todos los estratos sociales donde la inversión de valores y ausencia de principios son cada vez más notorias y en cuyo rescate al hogar y la escuela, tal como plantea Arnaiz, les corresponde desempeñar un papel esencial y decisivo.

2009-02-25 18:27:47