Por Gilberto Lima
24 de mayo, 2009
Apostar es avanzar hacia la ruina.
Es salir de la alfombra e ir al barro.
Difícil quien jugando logre un carro.
Pero que fácil se pierden limosinas.
Cuantos caballos llevaban delantera,
cuando de repente en la recta final;
el buen yoqui ha dejado de azuzar.
Y el bueno es quien pierde la carrera.
En los juegos de buenos lanzadores,
donde el bate no suele aparecer,
en la defensa no caben más errores.
Son mil y una razones para perder.
Los que apuestan son grandes perdedores.
Y menos sabios que la pata de un buey.
2009-05-25 13:19:10