Mario Rivadulla
Miércoles 17,06,09
BALANCE NEGATIVO DEL DR-CAFTA
Durante los tres primeros años del presente decenio, el paìs acumulò una balanza negativa en su comercio con los Estados Unidos en escala descendente, desde 895 millones de dólares en el 2000 a solo 81.3 millones en el 2002. Ya a partir del siguiente año, la situación comenzò a revertirse cuando logramos alcanzar un superávit de 249.8 millones en el 2003 y 168.8 en el 2004. A la firma del Tratado conocido como DR-CAFTA, negociado en los finales del gobierno de Hipólito Mejìa, la balanza comercial con el coloso norteño, nuestro principal socio comercial, cerraba con un balance favorable al paìs.
¿Què ha ocurrido de entonces a la fecha? Los números, con toda su fría y contundente realidad. arrojan un saldo altamente negativo para Republica Domiinicana, con un déficit comercial que ha ido creciendo de manera cada vez màs abultada e insostenible. En el 2007, fue de 486.6 millones de dólares, al año siguiente, o sea, el pasado 2008 subiò a 959.9 millones y en el primer cuatrimeste del presente 2009, de enero a abril, la diferencia entre lo que le vendimos a Estados Unidos y lo que le compramos arroja una cifra sin precedentes de 628.8 millones de dólares en contra nuestra. De mantenerse esta tendencia, terminaríamos el año con cerca de mil 900 millones de dólares de balance comercial adverso con Norteamérica.
Cuando nos montamos en el tren del DR-CAFTA a ùltima hora, a la carrera y enganchados en el postrer vagòn se levantaron voces que advirtieron sobre sus posibles perjuicios al tiempo que cuestionaron los proclamados potenciales beneficios. Si nos guiamos por las cifras precedentes, a las que precisa sumar el tambièn déficit registrado con Centroamérica, hay que convenir en que màs que pronósticos agoreros eran predicciones certeras.
Quienes sostienen que no habìa otra alternativa que sumarse al Tratado seguramente estaban animados de la mejor buena fe y posiblemente tuvieran razòn. Pero en todo caso, hay que convenir en que el paìs no estaba preparado para aprovechar sus proclamadas bondades o al menos, poder mantener un intercambio comercial en términos de equilibrio. El propio sector empresarial, que celebrò con tanto jubilo la firma del acuerdo, al parecer no valorò esta realidad, soñando presumiblemente con la posibilidad de que el gobierno compensara con ventajas fiscales y otros incentivos su falta de competitividad. No ha ocurrido asì, al menos en la medida necesaria. No solo hemos demostrado incapacidad para poder competir dentro del marco del Tratado, sino que además se està dando el caso de que algunos paìses centroamericanos estàn dados a la tarea de inundarnos con artículos que gozan de subsidios encubiertos elaborados bajo el règimen privilegiado de zona franca, en solapada competencia desleal y violación del marco jurídico del mismo.
Obvio que se trata de una situación totalmente insostenible. Y que, de alguna forma, serà preciso pasar de las tradicionales lamentaciones y denuncias a acciones concretas que a la luz de lo que nos ha estado ocurriendo y de los negativos resultados cosechados hasta la fecha, pongan en pràctica cuanto antes medidas correctivas que nos permitan competir en términos de igualdad y con estricto sujeción a las normas legales y èticas establecidas en el Tratado.
No hacerlo asì significarà pura y simplemente arruinar nuestra limitada base productiva con mayor celeridad, aumentando el desempleo y la pobreza y amenazando el delicado equilibrio político y social en que nos hemos venido manteniendo durante las ùltimas décadas.
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2009-06-18 13:38:09