Mario Rivadulla
Viernes 26,06,09
POBREZA: EL PRINCIPAL PROBLEMA
Hasta ahora se han reportado oficialmente en el país algo más de un centenar de casos de personas afectadas por el virus mutante de la gripe identificado cmo AH1N1. La mayoría de los afectados fueron tratados ambulatoriamente y ya han remitido la enfermedad. Un escaso número debió ser hospitalizado por ser considerados como pacientes de alto riesgo, ya por su precaria condición general de salud como en algunos casos por tratarse de mujeres embarazadas. Solo se han reportado 3 víctimas fatales.
Una de ellas, una señora de mediana edad, quien llevaba varios días aquejada de la gripe antes de ser sometida a tratamiento y la cual presentaba un cuadro de obstrucción pulmonar. Los otros dos corresponden a dos jovencitas ambas embarazadas de 17 y 14 años respectivamente. A ellas es que nos queremos referir.
La mayor fue la primera en sucumbir al virus. Su condición de salud no podía ser más penosa. A esa temprana edad estaba aquejada de problemas cardíacos, padecía de tuberculosis y llevaba una vida en su seno. Ni que decir que la coincidencia de estos factores la hacía una candidata propicia a un desenlace fatal, como efectivamente ocurrió. La segunda tenía apenas catorce años. Y ya a esa edad se encontraba en estado de gestación de un hombre de cuarenta, condición ya de por sí también de gran riesgo a edad tan temprana.
Ayer con certero diagnóstico la brillante colega Inés Aizpún, subdirectora del Diario Libre, afirmaba en la leidísima columna A.M. del matutino Diario Libre que comparte con su director Adriano Miguel Tejada, también excelente profesional de la comunicación, que esta última e infortunada adolescente Ruth Esther Carmona, murió de hambre, no del virus. Tiene razón. Como también murió de hambre la primera víctima, de diecisiete años, a que antes hicimos referencia.
El nuevo virus gripal, que de por sí no es mortal en modo alguno, no hizo más que servir de detonante a condiciones que ya predisponían a ambas a ese prematuro final, si no por ésta por cualquier otra dolencia de relativa importancia. Y esas condiciones, esa carencia de defensas orgánicas para enfrentar la más simple enfermedad, son fruto precisamente de la marginalidad en que se desenvolvía su existencia y que, por desgracia, es compartida por un elevado número de dominicanos.
Esa pobreza no es solo material. Es también, lo que resulta mucho más grave, ausencia de guía y valores. Falta de orientación para poder enfrentar los desafíos y las trampas de la vida. Extrema miseria y orfandad que marca sus existencias y las empuja en brazos del primero que pasa y que solo busca satisfacer sus ansias momentáneas de placer en la mayoría de los casos. Es el drama que al igual que estas dos infortunadas víctimas, concurre en muchas otras adolescentes y jóvenes que las lleva a un temprano, irresponsable e inseguro ejercicio del sexo que termina en el embarazo prematuro y de alto riesgo para el cual no están fisiológica ni psicológicamente equipadas.
Es una situación que ha dejado de ser excepción para convertirse en cada vez más generalizada. Las estadísticas de las maternidades sobre la elevada proporción de embarazadas menores de edad de hasta doce años, son evidencia preocupante como estremecedor el hecho de que son las que aportan la mayor proporción de muertes entre las parturientas. A menor edad, mayor el peligro de un desenlace fatal.
El virus AH1N1, que ha sido bien manejado hasta ahora por las autoridades sanitarias, no es el verdadero problema. El problema real que resulta preciso atacar consiste en la pobreza, fuente originaria de tantos males. Enfrentarla, paliarla y erradicarla es el principal desafío que tenemos por delante.
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2009-06-29 14:06:19