Mario Rivadulla
Martes 14,07,09
PERMANENTE Y RECURRENTE
El tema de la corrupción en el país es permanente y recurrentes los reclamos para enfrentarla y sancionarla. Ahora estamos en uno de esos momentos como consecuencia de una serie de irregularidades de diversa naturaleza detectadas en diferentes organismos públicos, en gran parte gracias al periodismo de investigación desarrollado por Nuria Piera y Alicia Ortega.
Con Trujillo, la corrupción se focalizó en torno a su figura omnipotente que le permitió acumular una inmensa fortuna de la que recibieron salpicaduras sus familiares y allegados. Con Balaguer, la corrupción se democratizó, si cabe el término, al punto de que el mandatario llegó a declarar en una ocasión que era un mal endémico propio de la sociedad dominicana. En determinado momento, llegó a decir que la misma se detenía a la puerta de su despacho, reconocimiento implícito del alto grado a que había llegado. Más tarde, reveló que en el curso de los cuestionados doce años su gobierno había creado trescientos nuevos millonarios, que si no en todos los casos, aunque no lo dijo pero lo dejó entrever, en un buen número debían su prosperidad a todo género de acciones dolosas.
Todas las promesas de erradicar la corrupción se han quedado en simples intenciones y los débiles esfuerzos desplegados en este sentido solo han arrojado resultados muy tímidos y frustrantes. La desidia mostrada para enfrentar este grave mal unido al deterioro general de valores ha hecho que la corrupción, tanto a nivel público como privado, se haya extendido en la medida en que ha crecido la economía del país, permeando todos los estratos de la sociedad nacional. La honestidad se ha convertido así en la excepción más que en la regla.
En el área oficial se manifiesta a través del clientelismo, el nepotismo, el gasto dispendioso y uso medalaganario de los fondos públicos, el tráfico de influencias, el abultamiento de los presupuestos de bienes y servicios y cobro encarecedor de jugosas comisiones y muchas otras formas de enriquecimiento ilícito. No son pocos los funcionarios que al llegar a una posición, hacen empleo desenfadado de los recursos como si se tratase de un patrimonio personal.
El sector privado no se queda rezagado en este festival de acciones dolosas. Los sobornos, la compra de leyes, el contrabando, las maniobras financieras fraudulentas, la grosera especulación, las prácticas engañosas y desleales de comercio y hasta en no pocos casos, el robo descarado de la energía eléctrica.
Ciertamente corrupción la ha habido siempre, la hay en todas partes y bajo todos los gobiernos y la seguirá habiendo. La diferencia la marca la impunidad que por falta de sanción incrementa el dolo en las sociedades permisivas, en tanto lo reduce al mínimo en aquellas otras donde estas acciones no quedan sin castigo. Es lo que ha estado ocurriendo aquí, salvo casos contadísimos para los cuales alcanzan los dedos de ambas manos.
En días recientes se reveló que en el despacho del Procurador que tiene a su cargo la tramitación de los expedientes por corrupción, se habían recibido alrededor de doscientos cuarenta, de los cuales algo más de la mitad habían sido desestimados de imaginar por falta de elementos probatorios. Hay que suponer por consiguiente, que el resto dispone de suficientes méritos para ser sometidos a la Justicia. ¿Cuál es la razón por la que estos expedientes no han tomado el camino de los tribunales?, es la pregunta que se hacen muchos ciudadanos preocupados por la corrupción y la impunidad que parece acompañarla. Es también la que nos hacemos nosotros y la que toca responder a ese despacho y a la Procuraduría General de la República, como superior jerárquico.
Por lo demás, insistimos nuevamente que en el caso de los servidores públicos, es justificado invertir el principio de presunción de inocencia, de tal modo que sea obligatorio transparentar el origen de todos sus ingresos cuando su nivel de ida exceda de manera ostensible los emolumentos reconocidos que perciba. Fue una propuesta hecha en su momento por el Presidente Leonel Fernández, que hoy reposa en el limbo y que entendemos pudiera ser un arma efectiva para combatir la corrupción y disuadir de caer en ella a quienes estén conscientes de que por esa vía existen grandes probabilidades de que no pueda escapar inmune a cualquier acto doloso en que incurra.
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2009-07-15 14:00:29