Mario Rivadulla
Miércoles 22,07,09
EL COSTO MAS ELEVADO DE LA CRISIS ENERGETICA
Ayer, en Bonao, durante el primer día de una paralización de tres de esa comunidad en protesta por los apagones y reclamo de distintas obras, ocurrió una nueva y lamentable baja. La muerte de un joven de apenas 23 años, víctima de un disparo en el pecho. La prematura y violenta partida de Gregorio Manuel Hernández Peña se suma a la de Valentín Lazala Franco, de tan solo solo 24 y el estremecedor asesinato del menor de tan solo 13, Miguel Angel Encarnación, ocurridos en Capotillo.
Al menos en estos dos últimos casos registrados el mismo día, la amplia prueba testifical establece que fueron víctimas inocentes de una confrontación entre los huelguistas y la fuerza pública a la cual eran ajenos. Es el resultado sangriento de estas protestas, muchas veces contaminadas de oportunismo político y de actos de vandalismo y terrorismo. Aún cuando los mecanismos de justicia logren definir responsabilidades y sancionar a los autores de estos hechos, el balance seguirá arrojando el resultado doloroso, definitivo e irremediable de tres vidas tronchadas en plena floración que en conjunto apenas suma sesenta años.
Son también tres muertes que se agregan a la trágica cosecha atribuida a la interminable crisis energética que carga sobre el país por espacio de más de cuatro décadas, donde las protestas por los apagones se han sucedido, con mayor o menor intensidad pero sin excepción, a lo largo de los distintos gobiernos que se han turnado en el poder. Todas las medidas que se han adoptado en ese tiempo para enfrentar el problema han resultado fallidas. Hoy por hoy, la falta de una respuesta efectiva al grave problema energético no a base de parchos y remiendos sino de auténticas soluciones de fondo que permitan contar con un sistema estable, confiable y más económico continúa siendo el principal talón de Aquiles del gobierno en el orden político y del país en el plano social y económico. Los perjuicios son incuantificables y como en cierta ocasión sentenció una de las más preclaras mentes ejecutivas con que contaba el país, la del ingeniero Felipe Vicini, el principal daño no son las pérdidas que ocasiona el deficiente sistema eléctrico sino los mucho mayores beneficios que ha dejado de percibir el país por no contar con un servicio energético confiable.
Estemos claros que no se trata de una situación a la que se le encuentre fácil salida. El problema es de una enorme complejidad debido a los distintos factores que intervienen y las facetas que presenta. Un parque energético en gran medida obsoleto y que después del impulso inicial a la inversión en este campo, que se logró a través de la capitalización en que por vez primera la capacidad de generación superó al consumo ha vuelto a caer por debajo de los requerimientos del mercado. Una energía costosa en extremo, que en algunos casos duplica la de los países del área, encarece la producción, resta competitividad al sector industrial y golpea duramente la economía de los usuarios que pagan por el servicio. Contratos onerosos de generación que requieren ser renegociados. Cuantiosas deudas acumuladas con los generadores e imposibilidad del gobierno de seguir subsidiando el sistema en la cuantía que lo ha hecho hasta recientemente. Largos e inesperados apagones que hacen subir la bilirrubina y el nivel de inconformidad e irritación ciudadana y una arraigadísima y torcida cultura de tener luz sin pagarla, muchas veces por parte de usuarios de gran consumo y alta capacidad económica. Sobrenóminas, clientelismo y oportunista politización del tema hacen más compleja las posibles fórmulas remediales que necesariamente, sin embargo, tienen que comenzar por lograr la autosostenibilidad financiera del sistema.
Pero lo más penoso a fin de cuentas es este agregado de vidas casi siempre jóvenes, casi siempre víctimas inocentes que han ido quedando en el camino. Una planta de emergencia, un inversor, una linterna o un farol, hasta una simple vela son recursos a que echar mano en medio de un apagón. La vida humana en cambio, no tiene reemplazo. Y no son pocas las que se han perdido a lo largo de todos estos años en los numerosos escenarios de protesta que han tenido lugar y cuya agenda casi siempre comienza por el tema de los apagones. Es el costo más elevado de la crisis energética.
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TELEDEBATE. Telefuturo. Canal 23.
2009-07-23 14:23:12