Tomás Bobadilla
Ramón Matías Mella
José María Imbert
Por Eleanor Grimaldi
Una Batalla es un combate entre dos ejércitos contrarios. Todo el que va a una batalla está dispuesto a dar su vida, a perder o ganar.
En una batalla intervienen tres elementos fundamentales: el hombre, el terreno en el cual ocurren los acontecimientos, y las armas que se utilizan.
Para referirse al carácter de una batalla Don Radamés Hungría historiador militar, dice: “Una batalla será ofensiva o defensiva, según el predominio de uno sobre otro, siendo esta preponderancia, lo que caracteriza la modalidad de la acción”.
En el presente mes se conmemora el 178 aniversario de las batallas de marzo: La de Azua, librada el 19 de marzo y la de Santiago el 30 de marzo.
Todas las batallas que se libraron después de la proclamación de la independencia, han tenido una connotación importante como aportes a la liberación y soberanía de la Patria. Y han sido gestas para afianzar la Independencia Nacional.
La valentía, el arrojo de los hombres y mujeres que lucharon, con el propósito de mantener la Libertad lograda el 27 de febrero a costa de cualquier sacrificio, siempre motivados por el sentimiento de ser celosos guardianes de la nacionalidad dominicana.
Antecedentes de la Batalla del 30 de marzo.
Tan pronto los gobernantes haitianos se enteran de la proclamación de la Independencia, y de que ondeaba una bandera que no era la haitiana, se pusieron en acción.
Se enteraron de los planes que acordaron los afrancesados o conservadores, con el Cónsul francés Saint Denys, en los cuales se planteaba un tratado con Francia en el que se les ofreció ”Conceder a perpetuidad la Bahía de Samaná” y la entrega de recursos humanos y materiales, en caso de que Haití intentara dirigir fuerzas militares contra el territorio dominicano.
Haití consideraba este pacto conocido como Plan Levasseur, como una amenaza, porque no querían pensar que Francia dirigiera tropas desde la Parte Este contra su territorio, ni tampoco estaban dispuestos a negar la teoría de “indivisibilidad de la Isla”, que se había enarbolado desde la época de Toussaint. Esto alteró el ánimo al presidente Charles Riviere Hérard quien se dispuso a iniciar un plan para “restablecer el orden”.
Con este propósito preparó un ejército con 30,000 hombres, armados de artillería de obuses y piezas de grueso calibre.
Y ordenó en base a sus estrategias, que se emprendiera la salida del ejército hacia la parte Este. (Hoy República Dominicana), Bloqueó los puertos marítimos y dividió sus ejércitos en tres grupos. Y el Tercer grupo precisamente integrado por 10,000 hombres al mando del General Pierrot, fue el que tuvo la misión de cruzar el Yaque del Norte para apoderarse de Santiago, La Vega y Moca.
En ese momento la Junta Central Gubernativa gobernada en ese momento por Tomas Bobadilla, envió al presidente haitiano una proclama en los siguientes términos: “Estamos resueltos a dar al mundo entero el espectáculo de un pueblo que se sacrificaría en la defensa de sus derechos y que reducirá a cenizas y escombros si sus opresores que se vanaglorian de libres y civilizados, quisieran imponer condiciones aun más duras que la muerte”.
El Gral Pierrot al atardecer del 29 de marzo, dividió sus tropas. Se acercó a Santiago con mas de 2,000 soldados en cada columna. Y antes del amanecer narraron algunos testigos oculares que “Entró a la ciudad un desfile militar con banda de música, por el fuerte Libertad”. Se atrincheraron en Gurabito.
Antes de iniciarse la batalla de Santiago, los dominicanos realizaron preparativos como fue la obtención de armas y dinero, los que eran fundamentales para la lucha. En esta ocasión la ayuda de Ramón Matías Mella y Pedro de Mena fue fundamental, porque se dedicaron a buscar donativos de muchas personas pudientes de la ciudad. En Santiago: Ramón Bidó, Ciprián Mayol, Juan Luis Bidó y otros dominicanos contribuyeron con sus recursos económicos.
En los inicios de la lucha les llegaron refuerzos a los patriotas desde Baní, al mando del coronel Ramón Santana.
El Gral. Francisco Antonio Salcedo avanzó hasta encontrarse con el ejército opositor en Talanquera y Escalante, con el propósito de contener el avance hacia Santiago. Este militar estableció un cuartel general en Escalante, cerca de Dajabón.
Las tropas del General Pierrot avanzaron rápidamente y este se posicionó en Dajabón el 23 de marzo. En aquella ciudad de Santiago existía un gran temor a lo que se sumaba la retirada de los ejércitos de Santana.
En San José de las Matas, Mella colaboró en la organización de la defensa.
Bajo riesgo de perder la vida el comerciante Theodore Stanley Heneken, avisó a las autoridades de Santiago sobre la proximidad del ejército invasor. Les detalló el plan de las tropas que dirigían los haitianos.
El General José María Imbert fue llamado por la Junta de Gobierno para que organizara el contraataque y este se dispuso a organizar las tropas.
Atrincheró la ciudad, construyó fosos y tomó precauciones importantes.
Se hizo acompañar de otros oficiales: Pedro Eugenio Pelletier, Jefe de la línea principal, Achille Michell, Encargado de la Defensa del Fuerte Libertad, el Comandante Ángel Reyes, los coroneles Ramón F. Bidó, José Nicolás Gómez, Fernando Valerio. Los astilleros José M. López, Lorenzo y Dioniso Mieses, José Gómez Mayol, Toribio Ramírez, Marcos Trinidad y otros.
El enemigo atacó y fue embestido por el Gral. Imbert en el Fuerte Dios Patria y Libertad, frente a la sabana de Santiago.
Los haitianos contraatacaron y fueron enfrentados por la Artillería dominicana y la fusilería de Fernando Valerio.
Fueron vencidos por los cañones de los fuertes Dios, Patria y Libertad, y por la infantería de Valerio.
El grupo de Andulleros de este patriota, jugó un papel importante en el triunfo dominicano. Pues, aunque muchos murieron con sus lanzas en las manos, los demás no se amedrentaron.
El general Imbert afirmó: Nuestra artillería le mató tanta gente que renunció a los esfuerzos por este lado del Fuerte Libertad”. Y se vieron obligados a replegarse en la Sabana.
La Batalla de Santiago conocida como Batalla del 30 de marzo, fue una lucha decisiva en el inicio de las gestas para enfrentar a las tropas invasoras.
Don Radamés Hungría para referirse a esta derrota afirma: “Los errores tácticos del contrario, ataque en masa y uso de caballería contra posiciones, artillerías atacadas de forma frontal, así como falta de coordinación en las maniobras y su limitado empleo, fueron aprovechadas por los nuestros (…) El triunfo de Santiago, pues consolidó definitivamente la Independencia Nacional.
El historiador José Gabriel García para referirse a este triunfo dice; “Triunfos tan espléndidos reanimaron el espíritu público, e hicieron renacer la confianza en el buen éxito de la causa nacional, reviviendo en las masas, el entusiasmo que tanto se había debilitado con la injustificable retirada del ejército del Sud a Baní, pues en vista de los últimos sucesos ya no le quedó sino a muy pocos, la duda de que los dominicanos pudieran sostener la independencia que habían proclamado y la integridad de su territorio, con el mismo denuedo y con la misma intrepidez con que sus antepasados defendieron los sagrados intereses de la Patria”.
No obstante este triunfo de la batalla del 30 de marzo, el enemigo no se dio por vencido y continuó sus planes de invasión. Luego vemos como continuaron sucediéndose otras batallas, en la que la de Sabana Larga fue la última que tuvieron que librar los ejércitos dominicanos.
Los ejércitos del invasor fueron perseguidos hasta el final. Dejaron abandonadas cajas de guerra, banderas, piezas de grueso calibre, caballos, fusiles y otros pertrechos militares.
Los soldados dominicanos mostraron un espíritu de patriotismo inigualable, sin importarles la superioridad numérica de los ejércitos extranjeros.
Hombres y mujeres valientes nos dejaron como herencia: una Republica Dominicana Libre.
Eleanor Grimaldi
Educadora y escritora.