Mario Rivadulla
Jueves 10,09,09
Hasta donde nos alcanza la memoria no recordamos que el diputado peledeísta por Puerto Plata, Alfredo Crisóstomo, se haya destacado por presentar algún proyecto de ley de interés público o aportado ideas valiosas en el curso de los debates congresionales sobre temas de importancia nacional.
Ahora, sin embargo, su nombre salta a la palestra y lo ubica como personaje de actualidad aunque no precisamente porque haya roto esa persistente sequía cameral.
El hombre ha reaccionado con extrema violencia verbal por el tema de las famosas nominillas contaminadas de nepotismo. En la suya, aparece un hermano que le sirve de chofer porque según expresa se fajó en la campaña electoral que lo llevó al hemiciclo y también su señor padre, persona que dicho sea de paso nos merece todo respeto, y el cual figuraría en la misma percibiendo cinco mil pesos mensuales, una suma bien moderada. La que no ha sido moderada, en cambio, es la postura asumida por el legislador que como antes señalamos, ha mostrado un inusitado nivel de agresividad afirmando de manera categórica ?que nadie me va a sacar a ese viejo que come de su hijo, ni Valentín me lo saca? en obvia alusión al presidente del cuerpo congresional al que pertenece.
Al diputado Crisóstomo, el hecho de que se haya revelado a través de los medios de comunicación que en barrilitos y nominillas figuran numerosos familiares de los congresistas, la subida de bilirrubina le ha llevado al punto de cuestionar la Ley de Acceso a la Información Pública, que califica de disparate hecho a la carrera. Hay que suponer que olvida que tan duro calificativo apunta directamente a su compañero de partido, José Tomás Pérez, autor de la pieza, cuando era el único senador conque contaba el PLD, pero también a la totalidad de los miembros de ambos cuerpos camerales, que si mal no recordamos la aprobaron a unanimidad, o al menos por una abrumadora mayoría.
Olvida también que la referida ley no hace más que viabilizar el derecho que de pleno le corresponde a los ciudadanos, que bueno es que lo recuerde, son los que con sus impuestos pagan su sueldo y su nominilla, incluídos los cinco mil pesos que recibe su progenitor, a conocer la forma en qué se dispone de tales recursos, y el que por su parte le es inherente al ejercicio periodístico en toda sociedad democrática. Pretender categorizar la información por ley como plantea, no pasaría de ser un intento burdo e intolerable de cercenar la libre expresión del pensamiento y el derecho que es también deber de los medios de comunicación, de ofrecer al público toda información que considere de interés cuya selección es de su privativa escogencia. Violentar ese derecho es tanto como ejercer la censura. Y de ahí a la dictadura, no es muy largo el trecho.
Si el diputado Crisóstomo entiende legítimo mantener en su nominilla a su hermano y su padre, no tiene más que utilizar los argumentos que lo sustenten en vez de molestarse porque se haya hecho de conocimiento público. Si no considera que con ello quebranta la ética, ¿a qué temer que lo sepan los contribuyentes que son los que pagan? Mucho menos, advertir y proclamar de manera desafiante que él es ley, batuta y constitución con su nominilla. Porque no es para esos desplantes que fue llevado a ocupar su curul ni tal la actitud que corresponde a quien por estar investido del poder de elaborar las leyes debe ser el primero en dar ejemplo de respetarlas.
TELEDEBATE. Telefuturo. Canal 23. ?teledebate(a)hotmail.com?.
2009-09-11 14:59:16