Efemerides, Portada

El secuestro y asesinato de  Jesús de Galindez dejó ver el poder de Trujillo

El profesor Jesús de Galíndez Suárez

El dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina

Por Héctor Tineo Nolasco

Diariodominicano.com

NUEVA YORK, EE UU, el12 de marzo de 1956, agentes de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, secuestraron en la ciudad Nueva York, Estados Unidos, al catedrático de la Universidad de Columbia, Jesús de Galíndez Suárez.

    El hecho estremeció a la sociedad estadounidense y fue llevado a cabo para poner al secuestrado en manos de Trujillo, quien había aprobado el plan tras Jesús de Galíndez, publicar  su obra “La Era de Trujillo”, en la que denunció la intolerancia de la dictadura y la situación de opresión que imperaba en la República Dominicana.

Galindez Suárez había residido  en la República Dominicana en condición de refugiado español.  Fue  uno de los ciudadanos españoles que, tras la derrota de los republicanos españoles por las fuerzas franquistas, en 1939, se vieron precisados a abandonar España.

En República Dominicana trabajó para el régimen de Trujillo, pero luego decidió abandonar el país, y radicarse en Nueva York, donde se expresaba como crítico de la tiranía de Trujillo.

   Jesús de Galíndez, de 42 años, impartía docencia y preparaba su tesis doctoral en la Universidad de Columbia. Había nacido el 12 de octubre de 1915, en Amurrio, Alava, España.

    Lo último que recuerdan del crimen testigos, es que a las 10 de la noche del 12 de marzo de 1956 entró en la estación del metro de la calle 57 y la Octava Avenida. Desde entonces, nadie volvió a saber de él, salvo las personas que lo raptaron, para luego consumar el asesinato en la República Dominicana.

Galindez, afrontó dificultades por sus actitudes que entraron en conflicto con la intolerancia del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.

   En el año 1946 llegó a Nueva York y comenzó la vida del exiliado en Estados Unidos. En la ocasión con una firme oposición a Trujillo. Rápidamente su mente fecunda y personalidad agradable, se hizo parte del círculo de  intelectuales y los exiliados de América Latina y el Caribe en la ciudad de los rascacielos.

    En su vida de exiliado en la República Dominicana, Jesús de Galíndez archivó muchas informaciones sobre la figura y el régimen de Trujillo. Esto lo llevó a escribir su tesis doctoral sobre la Era de Trujillo. En el momento que fue secuestrado el trabajo estaba  pendiente de revisión.

    De acuerdo con la mayoría de los que estudiaron el caso Galíndez, a pesar de que la obra era inédita, la dictadura dominicana ya tenía conocimiento y por eso Trujillo aprobó el plan para eliminar al académico vasco. De eso se encargarían sicarios del régimen.

     Los actores lograron involucrar a un refugiado español, descrito como un hombre cojo, con estrabismo en sus ojos.

Su concubina se encargaría de establecer una relación con Galíndez.  Ella era elegante y una mujer con la apariencia física que gustaba al profesor vasco.

   Se conocieron y casi de inmediato iniciaron una relación que Jesús de Galíndez, pensó era por amor. La noche del secuestro él fue a una cita con ella con la ilusión del hombre que viviría una experiencia inolvidable, pero nada de eso.    Lo esperaba una aventurera que era capaz de todo por dinero y falsas glorias. Como ella: Gloria Viera.

   Cuando llegó al lugar, Jesús de Galíndez fue sedado y llevado al Aeropuerto de Amityville, en Nueva York. El ex Jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM),  Alicinio Peña Rivera, dice que Gloria Viera, vestida de enfermera y el grupo que raptó a Calíndez en un carro, lo montó en el avión que lo traería a la República Dominicana.

    Era un BeechGraff, piloteado por el estadounidense Gerald Lester Murphy, y el copiloto dominicano Octavio De La Maza.

    En ruta hicieron un aterrizaje en West Palm Beach, Florida, para reabastecerlo de combustible.  Tras recibir el servicio partieron hacia su ruta definitiva: el Aeropuerto General Andrews, en Ciudad Trujillo, República Dominicana.

Trujillo lo torturó

De ahí lo llevaron a la Hacienda Fundación, donde se encontraba Trujillo, quien de acuerdo a la versión de Alicinio Peña Rivera, participó en la tortura y le hizo tragar el texto de un artículo en el que ponía en duda la legitimidad de Rafael Leónidas Trujillo Martínez (Ramfis), el hijo varón mayor del dictador.

   Según el jefe del SIM: «Jesús de Galíndez fue colgado hasta morir en una de las celdas de la prisión de La Victoria y su cuerpo, desnudo fue lanzado en la noche al mar, desde uno de los acantilados frecuentados por tiburones cebados con cadáveres humanos».

    El escritor estadounidense Robert D. Crasssweller, sostiene en su obra “Trujillo La Trágica Aventura del Poder Personal”, qué dados sus hábitos de bohemio, su desaparición el 12 de marzo de 1956, pasó varios días inadvertida.

Galindez se  sentía vasco

Constancio  Cassá Bernaldo De Quiros, anota  en “Jesús de Galindez. Escritos Desde Santo Domingo y Artículos Contra el Régimen de Trujillo. En el Exterior”, que  nació en Madrid, el 12 de octubre de 1915.  “Su madre, de origen asturiano murió siendo él aún un niño. Su crianza quedó bajo el cuidado único de su padre, don Jesús, oftalmólogo que ejercía en Madrid, quien lo internó desde muy joven en la escuela de jesuitas Nuestra Señora del Recuerdo, en el municipio de Chamartín de la Rosa, en Madrid, donde desarrolló los hábitos del estudio. Con el tiempo, su padre se casó en segundas “nupcias y procreó a su medio hermano Fermín, quien siguió los pasos de su padre y se graduó de oftalmólogo.

“Como su padre había nacido en el País Vasco, en Amurrio, en la provincia de Álava, toda la familia pasaba las vacaciones allí, y con el transcurrir de los años Galíndez, se fue encariñando con el pueblo paterno, al extremo de que sentía ser vasco”.

Galindez en Santo Domingo

En  la obra publicada en 2010 por la Comisión de Efemérides Patria y el Archivo General de la Nación: “Jesús de Galíndez. Escritos desde Santo Domingo y artículos contra el régimen de Trujillo en el exterior,  Constancio Cassá Bernaldo de Quirós,  quien  fue el Compilador, apunta que el  anhelo de protagonismo individual  de Galindez, “fue frustrado debido a las maniobras del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien había proclamado la «política migratoria humanitaria» en un esfuerzo por disipar el escándalo internacional creado por el genocidio de miles de haitianos en la zona fronteriza dominicana en 1937. Unos 4,000 refugiados republicanos españoles se acogieron a esa política migratoria.

“Desde Europa viajó a Nueva York y allí embarcó hacia Santo Domingo en el Borinquen. Viajaba solo, sin ningún compañero de exilio. Llegó a Santo Domingo el 28 de noviembre de 1939, según consta en la «Relación de pasajeros entrados del extranjero durante el mes de noviembre de 1939» y en la «Solicitud de permiso de residencia», ambos documentos de la Secretaría de Estado de lo Interior y Policía. No obstante a este dato fidedigno, Galíndez  plantea en La Era de Trujillo que llegó al país el 19 de noviembre. Al inicio de su estadía en Santo Domingo, soltero y con 24 años de edad, vivió en la casa de quien había sido su profesor en la Universidad Central de Madrid, Alfredo Matilla, que vivía con sus padres, esposa y sus dos hijos.

“En Santo Domingo Galíndez  inicialmente se desempeñó como taquígrafo: tomaba los cursos y conferencias de otros profesores y los vendía a los estudiantes. También prestaba servicios de redacción en las tesis de los estudiantes universitarios. Finalmente consiguió se le asignaran cátedras en la Escuela Diplomática y Consular del Departamento de Relaciones Exteriores, donde fue  profesor de Ramfis Trujillo y devengaba un sueldo de RD$100.00/ por mes. Fue además secretario del Instituto de Legislación Americana Comparada de la Universidad de Santo Domingo y, en su último trabajo en el país, fungió como asesor legal del Departamento de Trabajo y Economía, hasta fines de enero de 1946, con un sueldo de RD$150.00/mes. En esta posición colaboró en la confección de algunas leyes y entró en contacto con sectores sindicales, por lo que se ha especulado que estuvo involucrado en el intento de huelga azucarera que se produjo a fines de 1945.

Cassá de Quirós indica que paralelamente  a esos trabajos, Galíndez investigaba y escribía. Durante su permanencia en el país escribió La aportación vasca al

Derecho Internacional (Buenos Aires, 1942), Los vascos en el Madrid sitiado (1945) y su gran aporte al Derecho Internacional Privado Principales conflictos de leyes en la América actual (1945).

En la  obra están incluidos una serie de artículos publicados  en revistas y periódicos tales como Cosmopolita, Anales de la Universidad de Santo Domingo, Revista Jurídica Dominicana, Juventud Universitaria, Clío,La Nación y Por la República, algunos referentes al tema matrimonial, que lo convierten en el tema mejor estudiado por el autor. También relata experiencias personales que tuvo durante la Guerra Civil Española, como cuando le tocó dirigir un pelotón de fusilamiento en Torralba; en otros comenta visitas que realizó por el interior de la República Dominicana, algunas en forma de cuentos; y, sobre costumbres del País Vasco.

Ganó premio literario

El compilador indica que con ocasión  de la celebración del centenario de la independencia dominicana  en el 1944,  Galíndez, con su trabajo «El Bahoruco. Leyenda del lago Enriquillo», ganó el primer premio en el concurso literario. Más tarde, este trabajo constituyó el primer capítulo de su obra titulada Cinco leyendas del trópico, la cual está incluida también en esta recopilación, impresa en el mismo año con una portada de otro republicano español, José Gausachs.

Cassá de Quirós  resalta que “Galíndez  fue también un brillante conferencista. El 14 de noviembre  de 1941 dictó en la Universidad de Santo Domingo una conferencia titulada «La crisis de la propiedad»; el nutrido público asistente la ponderó muy favorablemente por el dominio del tema. En Santiago de los Caballeros, en los salones de la Sociedad Amantes de la Luz dictó, entre otras, la conferencia “Gernika, santuario de la democracia”.

Su última conferencia en República Dominicana, “dictada el 16 de diciembre de 1945, fue como una despedida subversiva, titulada «La quinta columna se bautizó en Madrid. Anécdotas y comentarios de una nueva especie jurídica»; presentada por don Julio Postigo, contó con un nutrido público, en el que se encontraban altos funcionarios del Estado, jefes de misiones diplomáticas y destacados intelectuales. Según él mismo relata en La Era de Trujillo, el contenido de la conferencia le valió una reprimenda de la Consultoría Jurídica de la Presidencia de la República «por estar creando un serio problema al Gobierno».

Desde el 14 de marzo de 1940, cuando se constituyó la Delegación Vasca en la República Dominicana, fue nombrado secretario, lo que fue ratificado por José Antonio Aguirre, presidente del Gobierno vasco en el exilio, cuando visitó el país en octubre de 1942. También fue tesorero del área de América Latina para el Gobierno vasco en el exilio, por lo que manejaba mucho dinero y lo hacía con la mayor escrupulosidad. Aguirre manifiesta en una carta lo siguiente: «La integridad y la honradez de Galíndez están a salvo de cualquier duda. Su escrupulosidad y actividad han sido ejemplares, y por esta razón Galíndez ha podido contar y puede contar todavía con mi confianza total y absoluta. Sus cuentas han sido siempre rigurosamente exactas y no ha hecho nada distinto de las órdenes que se le han impartido.

El Partido Nacionalista Vasco consideraba que su militancia debía ser beligerante contra el fascismo internacional, y se planteó colaborar con los servicios de información de Estados Unidos, en el entendido de que así ganarían el apoyo de ese país para derrocar a Franco.

De acuerdo con ese lineamiento, por instrucciones de José Aguirre, Galíndez pasó a ser el informante confidencial DR-10 del Federal Boureau of Investigations (FBI); posteriormente cambió de código para ser el agente Rojas 580-85, con el fin de colectar y reportar todos los datos de inteligenci a que pudiera sobre los nazis, comunistas, falangistas y fascistas en el país, reportándose al agente del FBI en Santo Domingo, Clement J. Driscoll.

 A pesar de que era un demócrata, el FBI admitió que Galíndez era reticente a señalar sus compatriotas comunistas, pero en realidad Driscoll más tarde desmiente esto último al referir que Galíndez: “[…] ha suministrado información de valor y confiable, relativa a todos los diferentes tipos de refugiados españoles, incluyendo comunistas, así como sobre los falangistas y no titubea en dar la información que tuviera relativa a actividades comunistas. Se le considera una fuente valiosa de información con referencia al Partido Comunista”.

“Driscoll refiere también que: El contacto con este informante se establece únicamente bajo las más discretas circunstancias. La comunicación se efectúa una vez a la semana, normalmente los viernes por la tarde, en un lugar y hora previamente acordados. Este lugar por lo general es un sitio aislado y el contacto se realiza cuando anochece. El informante es recogido en un automóvil y frecuentemente se le entrevista mientras se conduce por las carreteras más desiertas en las afueras de Ciudad Trujillo.

“Nunca se puede establecer el contacto llamándolo a su residencia o al Ministerio de Asuntos Exteriores. En las ocasiones en que sea urgentemente necesario comunicarse con él, durante los días de trabajo, el informante puede ser localizado a las seis de la tarde, a la entrada del café Hollywood en la calle El Conde. Como se trata de un individuo extremadamente regular en sus hábitos, él llega siempre a ese lugar, diariamente, a las seis dela tarde, aproximadamente, y estaciona su motocicleta frente al Hollywood. El contacto deberá establecerse en ese lugar, dentro de las circunstancias, en la forma más discreta posible.  (Bernardo Vega, La migración española de 1939 y los inicios del marxismo leninismo en la República Dominicana, Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, 1984, p. 47.24 Jesús de Galíndez)

“Para cumplir con sus responsabilidades de agente del FBI, Galíndez disponía de cuatro sub-agentes que le su ministraban informaciones, uno en Santo Domingo, uno en San Pedro de Macorís, que era oficial del Ejército Dominicano, otro en Sabana de la Mar y el último en Montecristi.

En sentido general, todas las personas que tuvieron trato conél expresan una valoración positiva. Era simpático, capaz, conversador y, curiosamente, siempre estaba presente en todos los acontecimientos y actos sociales dominicanos. La republicana española María (Lily) Bernaldo de Quirós de Cassá, manifestó al autor: en honor a la verdad, cuando nos enteramos, después de su muerte, que era un agente del FBI fue una gran sorpresa, pues nunca trató de sacarnos informaciones políticas ni a mí, ni a mi padre Constancio Bernaldo de  Quirós, ni a mi esposo José Cassá Logroño, con quien inclusive realizó viajes al interior de la isla, como el que hicieron a la bahía de Samaná junto a un grupo de profesores y estudiantes universitarios, en visita de estudio y placer. Lo que sí nos ocasionaba extrañeza era que al poco tiempo de estar en el país se compró una motocicleta para transportarse, lo que para los exiliados, debido a la situación económica que atravesábamos, era algo casi imposible. Frente a esa percepción, generalizadamente positiva, contrasta la enemistad que lo enfrentó con su compañero de exilio José Almoina.

Todo parece indicar que la enemistad se suscitó cuando laboraba en la Escuela Diplomática y Consular, momento en que Galíndez recibió instrucciones de Almoina,  quien a su vez las había recibido de más arriba, para que se reprobara el estupendo examen que había presentado la novia de entonces de Galíndez, Rosa Báez López Penha.

“Evidentemente su trabajo de agente del FBI lo desarrolló bien, pues nadie lo supo hasta luego de su muerte, cuando el detective Anthony Bouza, del Departamento de Policía de Nueva York, encontró en el fondo de la chimenea de su apartamento un documento firmado por el agente Rojas, que informaba sobre encuentros entre exiliados dominicanos: quiénes estaban, cuántos había, sobre qué se habló, qué dijo cada uno, etc.

“Finalizada la Segunda Guerra Mundial, ya con facilidades para viajar de un país a otro, Galíndez marchó a Nueva York el 31 de enero de 1946. Al igual que muchos otros españoles republicanos, buscaba países donde reinaran más libertades y donde existieran mayores oportunidades de empleo. En Nueva

York siguió colaborando con la delegación del PNV, dirigida porAntón Irala, que consiguió la condena del régimen franquista por parte de las Naciones Unidas.

Desde su llegada a Estados Unidos trabajó principalmente como periodista; entre sus artículos destaca el escrito sobre la vida de los puertorriqueños en Nueva York. Puesto que dominaba perfectamente el francés y perfeccionó rápidamente su inglés, en ocasiones se desempeñaba como intérprete, como cuando José Giral, presidente del gobierno republicano, fue recibido en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Radicado ya en Estados Unidos, en 1947, escribió Derecho vasco, publicado en Buenos Aires, y junto con Gordon  Irelan describió Divorce in the Americas, que fue publicado en Búfalo.

En ese mismo año con la obra La Revolución Francesa repercute en Euzkadi, consiguió el primer premio en el II Congreso de EscritoresVascos.

Otras obras de este autor fueron: El divorcio en el Derecho Comparado de América (México, 1949); Estampas de la guerra (BuenosAires, 1951); La inestabilidad constitucional en el Derecho Comparado de Latinoamérica (México, 1952);  Nueva  fórmula de autodeterminación política de Puerto Rico (Puerto Rico, 1953); Iberoamérica. Su evolución política, socio-económica, cultural e internacional (NuevaYork, 1954).

También en Estados Unidos se destacó como conferencista. En 1949 dictó una conferencia en la Universidad de Columbia, sobre los vascos y América; posteriormente fue contratado para impartir conferencias en la Universidad de Princeton, que provocaban entusiasmo por parte de los estudiantes, y en 1951 la Universidad de Columbia lo contrató para impartir las cátedras de Derecho Público Hispanoamericano y de Historia de la Civilización Iberoamericana, a las que asistía un gran número de alumnos que lo respetaban y apreciaban. Laboró para los programas radiales de La Voz de América y colaboraba en El Diario de Nueva York.

Tan pronto llegó a Estados Unidos, Galíndez comenzó a criticar al régimen trujillista, por lo que en el otoño de 1946 el Consulado dominicano le suprimió el permiso de entrada al país. De inmediato comenzó a impartir conferencias ya publicar artículos en los que criticaba la dictadura trujillista, como en la revista vasca en el exilio (París) Eurosko-Deya, en el 1947; la revista cubana Bohemia,en el artículo titulado «La opereta bufa de Trujillolandia», aparecida el 20 de julio de 1952; en el periódico  Quisqueya Libre, editado en La Habana por los exiliados dominicanos; en la revista Elite, publicada en Caracas; en la revista Boletín del PRD editada en Nueva York en marzo de 1954, en el artículo «En la independencia de la República Dominicana»; en la revista Alderdi de marzo de1954, y en Cuadernos Americanos de marzo de 1955, en el artículo «Un reportaje sobre Santo Domingo».

Un ejemplar de Bohemia le fue entregado a Ramfis por el Servicio de Inteligencia de la Aviación; el artículo trataba el tema de la bastardía de Ramfis, como lo hizo en su tesis doctoral La Era de Trujillo en la que plantea que el «hijo mayor de Trujillo; nació en el año 1929, cuando su madre estaba casada con un cubano que lo desconoció como hijo, subsiguientemente Trujillo le reconoció como tal; siendo todavía hijo adulterino y estando casado su padre con la segunda esposa».

Ramfis, con un ejemplar de la revista en la mano, cuestionó a Trujillo diciéndole “¡Dime qué hay de cierto en esto!”. Este incidente le causó al dictador un distanciamiento con su hijo más querido, que Trujillo nunca perdonó; en adición,  parece haberle generado a Ramfis problemas psiquiátricos que nunca pudo superar.

La misma versión da cuenta de que Galíndez  frecuentemente participaba en piquetes y mesas redondas, acompañando a los exiliados dominicanos en su afán por desenmascarar a Trujillo. Galíndez,  se había convertido en un gran problema para el dictador.

“A principio de 1955 Trujillo se enteró que Galíndez preparaba su tesis doctoral, y que el tema era sobre su régimen, por lo que le hizo ofertas económicas a cambio de la entrega de la misma. Para mediados de año, Galíndez ya había concluido las 700 páginas de su tesis, Trujillo´s DominicanRepublic, una magnífica obra sobre una de las dictaduras más férreas. La investigación, documentada con entrevistas y los periódicos de la época, que consultó durante semanas en la Biblioteca del Congreso, hacía serias acusaciones sobre malversación de fondos, inmoralidad sexual, enriquecimiento ilícito y nepotismo por parte de Trujillo, además de insistir sobre la bastardía de Ramfis, por lo que el dictador se preparaba para secuestrarlo y llevarlo ante su presencia.

“Para ello, a fines de año contrató a una joven para que lo sedujera y pudiese averiguar sobre la tesis, conocer sus movimientos y contribuir con el secuestro. Se trataba de Gloria Estebanía (Gogi) Viera Marte, quien fue vista en reiteradas oportunidades con el republicano español Félix (El Cojo) Hernández Márquez,  un espía de Trujillo. El Cojo visitó a Galíndez el 22 de noviembre, día siguiente a la presentación de la tesis en la universidad, indicándole que Trujillo conocía la existencia de la obra, y lo volvió a visitar el 8 de enero y luego el 16 de febrero de1956. Cansado del asedio, Galíndez  lo amenazó con llamar a la policía. La tesis finalmente fue aceptada por la universidad el 27 de febrero de 1956.

La desaparición de Galindez

“La desaparición de Galíndez se produjo el 12 de marzo de1956, con 41 años de edad. Luego de terminar su clase de Derecho Internacional, en el salón 307 del edificio Hamilton, del Departamento de Español de la Facultad de Estudios Generales, de la Columbia University, a las 8:45 de la noche, su alumna Evelyn Lang lo llevó para que tomara el metro en la calle 57, Esq. 8va Avenida, en Manhattan, para retornar a su apartamento, ubicado en la Quinta Avenida Núm. 30, de Greenwich Village, Apt. 15 F. Todo parece indicar que Galíndez  compró el periódico de ese día durante el regreso a su hogar, pues fue encontrado en el apartamento cuandola policía lo revisó, lo que indica que llegó allí y que de alguna forma lo hicieron salir para secuestrarlo. Fue sedado por el doctor Jesús o Miguel Rivera, o el Sr. Velázquez. (Este señor utilizaba diferentes nombres falsos y uno de estos era Jesús o Francisco Martínez Jara)

“El Cojo era un antiguo estudiante de medicina, que había sido secretario particular de  Millan Astray, y de Francisco Franco durante la legión, y luego fue infiltrado en el Servicio de Inteligencia del ejército republicano. Se fue al exilio como agente provocador, dispuesto a realizar cualquier tarea que le asignara la dictadura española, y una de estas fue ponerse al servicio de Trujillo en el año 1955. (Bernardo Vega, Almoina, Galíndez y otros crímenes de Trujillo en el extranjero, Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, 2001, pp. 83-86. Y Jesús de Galíndez. Escritos desde Santo Domingo… 29)

El piloto Gerald Lester Murphy, nativo de Eugene, Oregón, Estados Unidos.
El copiloto Octavio de la Maza

Galindez fue  transportado al aeropuerto de Linden, en Nueva Jersey, donde esperaba una avioneta que pilotaba el joven norteamericano de 21 años, Gerald Lester Murphy, nativo de Eugene, Oregón; el vuelo hizo escala para abastecerse de combustible en el aeropuerto de Zahn’s, en Amityville, Long Island, mientras otros refieren que fue en Miami donde los secuestradores simularon  que transportaban a un enfermo terminal con cáncer, para que visitase a su madre por última vez. El vuelo prosiguió hasta  Montecristi, donde esperaba el capitán Octavio de la Maza con una ambulancia para conducirlo a Dajabón, y desde allí, en otro avión, a Santo Domingo, para presentarlo ante el propio Trujillo.

“Se supone que, luego de interrogarlo y torturarlo hasta la muerte, su cadáver fue lanzado al mar.

Después de la desaparición de  Galíndez, el gobierno trujillista lanzó un sin número de calumnias para manchar su nombre y desinformaciones para tratar de desligarse de la desaparición, a la vez que la restaba importancia. En sentido contrario, en el entorno internacional se alzaron prestigiosas voces de elogio de la figura de Galíndez, como Indalecio Prieto y Pablo Neruda, quien le dedicó la poesía  “Desaparece un profesor”.

Eliminan a involucrados en el secuestro

Los que intervinieron en el secuestro fueron poco a poco eliminados por órdenes de Trujillo. Una persona que había abastecido el avión de combustible en el aeropuerto y que había venido al país en abril de 1956 y trabajó como piloto de la Compañía Dominicana de Aviación (CDA), cargo al que renunció el 17 de noviembre del mismo año, para casarse con la azafata de Pan American Airways, Rally Caire, y radicarse en los Estados Unidos.

Algunos días después del secuestro, Murphy regresó a Miami y compró en efectivo, en US$3,412.00, un convertible, marca Dodge. (Ver C. Gerón, Informey documentos…, pp. 18-19 y 248, y  el periódico El Caribe, 31 de mayo de 1956).

Joaquín Balaguer

 Joaquín Balaguer, siendo secretario de la Presidencia, indicaba que «Galíndez es personalmente un bandido y políticamente un comunista» y añadía que en España, durante la guerra, “Galíndez ejecutó once obispos españoles” y daba los nombres de estos. En una carta de Morris L. Ernst, enviada a Otto Vega el13 de marzo de 1959, hacía referencia de que  Galíndez estaba envuelto en la venta de armas a Nicaragua. (Ver Fondo Presidencia del Archivo General de la Nación (AGN).

El Cojo había  manifestado que en la cabina del avión había un hombre aparentemente dormido y que emanaba un raro olor, murió de un infarto antes de hacer declaraciones oficiales. El Cojo fue asesinado luego de aterrizar en Ciudad Trujillo, en un viaje rumbo a Venezuela, lo cual fue disfrazado como un accidente automovilístico ocurrido en agosto de 1956; su cadáver nunca fue entregado.

Fotografías de Jesús de Galindez y Gloria Viera

Gloria Viera fue asesinada, con 21 años de edad, y se justificó su muerte, también, con un simulacro de accidente automovilístico cercano a Villa Altagracia; se la encontró muerta sola dentro de un auto, a pesar de que no sabía conducir. Su muerte se produjo doce días después de haber dado a luz a Manuel, quien  dice ser hijo de Galíndez, mientras que otras versiones lo presentan como hijo de El Cojo.

 El médico Miguel Rivera se “suicidó» al ingerir una pastilla de cianuro. El coronel  Salvador  Cobian  Parra, jefe del Servicio de Inteligencia en 1956, fue asesinado a tiros en su despacho. La esposa del editor chileno de La Era de Trujillo sufrió un atentado en Los Ángeles. A otros, como el sacerdote Oscar Robles Toledano y el general Arturo (Navajita) Espaillat, se les puso impedimento para viajar a Estados Unidos, pues los implicaban con la desaparición.

El caso que más revuelo suscitó fue la desaparición, el 3 de diciembre de 1956, del piloto Gerald  Lester Murphy, cuando pretendía abandonar el país para contraer matrimonio en Estados Unidos. En vista de su obvio asesinato, sus padres acudieron al congresista Charles Porter, y este al Departamento de Estado de Estados Unidos. Se iniciaron los cuestionamientos y presiones sobre Trujillo. Para librarse de responsabilidades, se procedió a acusar a Octavio de la Maza de haber asesinado a Murphy,  tras una pelea, supuestamente porque le hacía proposiciones homosexuales.

Encarcelado De La Maza, se aparentó su suicidio el 7 de enero de 1957. El caso de Murphy provocó una fuerte polémica en Estados Unidos. Según el congresista Charles Porter, varios congresistas norteamericanos se confabularon con Trujillo en el tema de la desaparición, “quienes, por un precio, están dispuestos a pasar por alto o ignorar los aspectos poco agradables de la dictadura”. (Revista¡Ahora!, Núm. 131, 9 de mayo de 1966. Revista Time, 11 de febrero del 1957.Jesús de Galíndez. Escritos desde Santo Domingo… 31)

Se refería a personajes como el republicano por Pennsylvania, James Fulton, y el republicano de Kentucky, John M. Robsion Jr., quienes no perdieron tiempo para desaprobar el ataque de Portera una nación “amiga”. Porter también mencionó un conjunto de oficinas de abogados que representaban a Trujillo en Estados Unidos, como Franklin D. Roosevelt Jr. y a Charles Patrick Clark, “con unos honorarios anuales de $60,000”; “Cummings, Sellers, Reeves y Conner  (en Washington)  por $2,000 al mes; Joseph Gerald Feeney, por $1,500 al mes; y dijo que International Services, Inc., de 1625 Eye St., N.W., recibía $12,500 cada tres meses para gastos de relaciones públicas y servicios”.

Se ha especulado que en el secuestro de Galíndez debió existir una complicidad estadounidense, pues en algunas instancias, como los aeropuertos, las influencias de Trujillo difícilmente llegasen por sí solas. Más aún, después del secuestro alguien entró en el apartamento de Galíndez y se llevó importantes documentos y libros de sus archivos; se argumenta que esa acción no hubiese sido posible sin la colaboración de la policía estadounidense.

El Compilador anota que “Posiblemente Galíndez sabía demasiado, y podía hacer graves acusaciones. Por ello no sería de extrañar que alguna institución poderosa de Estados Unidos colaborara con todo el episodio, tal y como manifestó el historiador Francisco Alberto (Chito) Henríquez Vásquez.

En adición, el Gobierno estadounidense había cambiado su política con relación al Gobierno franquista: logrado un entendido  para el establecimiento de bases militares en la península ibérica, se dio cabida en la ONU al Gobierno franquista.

Cerrado el caso Galindez. Entregan a su padre US$37,000.00 como indemnización

El caso Galíndez se mantuvo abierto por mucho tiempo en Estados Unidos, sobre todo por las presiones de la familia del piloto Murphy. Para tratar de aplacar los ánimos de esa familia, un tribunal dominicano sentenció a un hermano de Octavio de la Maza, en su calidad de albacea del fenecido, al pago de RD$50,000.00 por daños y perjuicios. Después de separarRD$15,000.00 para cubrir honorarios de los abogados, los esposos Murphy recibieron RD$35,000.00, los cuales depositaron el 28 de marzo de 1957 en el Departamento de Estado, ante el secretario de Estado, John Fuster Dulles, pidiéndole que lo retuviera hasta que se cerrara el caso, pues consideraban que su hijo tal vez estaba vivo.

El caso fue oficialmente cerrado tras la muerte de Trujillo, el 30 de agosto de 1963, es decir, transcurridos siete años desde la desaparición de Galíndez. El asistente del fiscal de la Corte de Distrito de la Testamentaria de Manhattan lo dio oficialmente por muerto, y entregó las pertenencias de Galíndez a su padre y la suma de US$37,000.00 como indemnización.

Este episodio le costó caro a Trujillo. Además del gasto que significó la compra de asesinos y los sobornos a congresistas norteamericanos para que lo defendieran ante la opinión pública, el asesinato de Galíndez motivó protestas en diferentes países latinoamericanos, y el asesinato de Murphy deterioró las relaciones de Trujillo con Estados Unidos. Antonio de la “Maza, hermano de Octavio, fue uno de los principales integrantes del grupo que asesinó al dictador, la noche del 30 de mayo de 1961”.

En honor a Galíndez, una de las calles del Ensanche Ozama, en Santo Domingo Este, lleva su nombre, refiere Constancio Cassá Bernaldo de Quirós.

(Ver Artículo del New York Times, 1ro de marzo de 1957, en Fondo Presidenciadel AGN.Documental Galíndez, producción de IgeldoKomunikazioa, S. U. e ImpalaS. A., con la participación de Televisión Española (TVE), producida por Ángel Amigo y dirigida por Ana Diez, citados por  Constancio Cassá Bernaldo de Quirós. )