Editorial

El Golpe de 1963

El Golpe de 1963

En  la República Dominicana hoy se conmemora el 43 aniversario de la interrupción por las fuerzas de la intolerancia del  Gobierno constitucional del presidente Juan Bosch.

La efeméride debe ser recordada como una lección permanente. Enseñó las consecuencias que origina un atentado contra la voluntad popular expresada en las urnas. Lo que viene después rompe el orden constitucional.

El profesor Juan Bosch, y el doctor Segundo Armando González Tamayo, candidatos presidencial y vicepresidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ganaron las elecciones del 20 de diciembre de 1962, las primeras democráticas después de la caída de la dictadura de Trujillo, con  619 mil 491, el 59.83 por ciento de los votos, de un millón 54 mil 944 dominicanos y dominicanas que participaron en los comicios.

Sin embargo, las fuerzas de la intolerancia atentaron contra  la Constitución de la República.

La madrugada del 25 de septiembre de 1963, derrocaron el primer Gobierno democrático que escogió el pueblo luego que terminó la dictadura de Trujillo. Con ese hecho la República Dominicana  sufrió el resurgir de la represión, y el reparto de la Hacienda Pública.

Como consecuencia del  golpe cayeron los mártires de la guerrilla de 1963. Por el golpe de Estado de 1963, se produjo un hecho doloroso y traumático como la «Guerra de Abril de 1965», y la intervención militar de Estados Unidos. Fue una etapa trágica en la vida dominicana.

Es el acontecimiento más funesto que ha sufrido el país después de la caída de la dictadura de Trujillo. Tiene que constituir una lección permanente.

La lucha fratricida tuvo su origen en el  atentado a la democracia el 25 de septiembre de 1963.  El hecho desató una lucha por la democracia.

 La sangre derramada en abril  es parte de la memoria nacional. La ocasión es propicia para honrar a los hombres y mujeres que dieron lo más preciado de la vida para restaurar el proceso democrático.

La mejor manera de honrar su memoria es impulsar una reforma constitucional que cree los mecanismos institucionales que hagan posible las transformaciones que requiere la República  Dominicana, para impedir que jamás la voluntad o los caprichos de aventureros como los de 1963 puedan imponerse a la voluntad popular, para frustrar un proceso que tenía el propósito de construir bases democráticas  sólidas que permitieran convertir en una etapa superada la sociedad de las desigualdades y de la intolerancia.

Los dominicanos y dominicanas decentes,  que quieren  una Nación fundamentada en  instituciones democráticas, piensan que de nuevo el liderazgo del país vive otra prueba. Es la hora del pacto de Nación que haga posible el proceso de  las reformas políticas, económicas y sociales que demanda el país. Si no cambiamos  la sociedad de las desigualdades por una que propenda a la equidad social, no hay espacio para pensar que mañana la vida será diferente.

Impulsar el proceso de reforma constitucional, como lo hace ahora el presidente Leonel Fernández, es la mejor manera de honrar al ex presidente Juan Bosch y a los hombres y mujeres que como él enfrentaron la corrupción y la intolerancia en 1963.

Tenemos que terminar con un sistema excluyente para dar paso a  otro incluyente.

2006-09-25 11:20:56