Editorial

Don Manuel de Ovín Filpo

Don Manuel de Ovín Filpo

No tenemos forma de evitar que los seres humanos mueran, aunque sí podemos evaluar lo que cada uno deja a su paso por la tierra. Hay seres que desde temprano asumen riesgos y compromisos, que, incluso, los exponen a pagarlos con sus vidas. Esos seres tienen en esencia vocación renovadora. Son visionarios, siempre están en mejor posición cuando sienten que sirven a los demás y no cuando reciben.

Don Manuel de Ovín Filpo fue uno de esos seres excepcionales que pasan por la vida y pisan la tierra abonando con sus huellas el camino. Nacido en España, en 1927, pero radicado en la República Dominicana desde 1954. Marcado por los acontecimientos que habían acontecido en Europa, y que cambiaron el mapa de aquella región, y siendo un actor directo pese a su juventud, llegó al país y quedó involucrado en los hechos del 30 de mayo que pusieron fin a la dictadura.

De Ovín Filpo fue un trabajador incansable, promotor constante de nuevas ideas para mejorar la situación de la producción nacional y la vida del país. Dirigió el Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y varios ingenios estatales y privados. Fue un renovador de la industria azucarera, y del sector agrícola desde el Instituto Agrario Dominicano (IAD) y desde el Banco Agrícola, instituciones que también tuvo la oportunidad de dirigir.

Don Manuel ha muerto y el país ha perdido a un gran servidor, a un héroe de la vida nacional. Y nosotros, en El Nuevo Diario, hemos perdido a un miembro del Consejo de Directores, y a un buen amigo, a los 83 años de edad.

Su alma descansará en paz, y su viuda, doña Milagros Castillo, y sus hijos Manuel Francisco, María De Las Nieves y José Antonio De Ovín Castillo, quedarán con la honra de su progenitor.

2010-08-29 16:37:53