La formación democrática de Leonel Fernández antes de ser una personalidad pública, lo diferencia de sus críticos y adversarios que no han superado la práctica autoritaria. De los que emiten opiniones a través de los medios de comunicación sobresale la conducta intolerante que cubren con palabras injuriosas y difamatorias contra el Presidente de la República. Unos han participado en política por mucho tiempo. Otros que viven el otoño, dieron sus primeros pasos en días de la dictadura de Trujillo (1930-1961) pero no les confirieron importancia a estudiar la cultura democrática.
Leonel en contraposición, ha sido un estudiante permanente. Desde los días de adolescente dedicó tiempo para investigar el pensamiento humano y compartirlo con estudiantes de distintas edades, amigos y compañeros de partido. Aprendió a abrir su pensamiento a las distintas ideologías y corrientes filosóficas. El conocimiento sustenta su sabiduría y comprensión de los alcances de la vida en una sociedad democrática.
Esto explica su capacidad para tolerar los ataques desconsiderados de la elite intelectual y política que no le reconoce ningún mérito. Otros no se liberan de la frustración que sienten al convencerse del respeto que motiva su liderazgo en el país y en el exterior. Piensan en los días en que tenían el privilegio de ser personas que se consideraban superiores al resto de hombres y mujeres que calificaban de ignorantes. Por eso no compartían conocimientos. En ese tiempo Leonel era un joven con la aspiración de un país que disfrute la igualdad social con instituciones de educación que aseguren la formación que requiere el pueblo dominicano. Eso explica la atención que motivaron sus ideas desde el inicio de su carrera política.
El 26 de octubre de 1994, en la presentación que hizo de la primera edición de la Antología del Pensamiento de Juan Bosch, de Justo Pedro Castellanos, sostuvo la idea de que los dominicanos, sobre todo los dominicanos de esta generación, hemos sido desafortunados en el sentido de no haber tenido la oportunidad de disponer de centros de educación superior que nos hubiesen formado adecuadamente, pero esa carencia, esa insuficiencia fue suplida por Juan Bosch que enseñó a los jóvenes que lo seguían dos cosas que son esenciales en todo intelectual: «el rigor del pensamiento, el saber pensar con lógica, el saber observar los hechos, el saber construir ideas; en segundo lugar el uso de la lengua, a pensar correctamente, a expresar correctamente lo pensado…».
Sus aportes se iniciaron cuando no pensaba ser Presidente, este es otro detalle que lo diferencia de sus adversarios. Con Juan Bosch aprendió: «el adversario de hoy puede ser el partidario de mañana».
Mirador, Héctor Tineo/El Caribe, 14 enero 2012.
2012-01-15 12:10:25