Editorial

Gabriel García Márquez: un latinoamericano de cualquier país

«Me siento latinoamericano de cualquier país, pero sin renunciar nunca a la nostalgia de mi tierra: Aracataca, a la cual regresé un día y descubrí que entre la realidad y nostalgia, estaba la materia prima…»

Gabriel García Márquez abrió caminos, las dificultades en lugar de doblegarlo, lo estimularon a llegar a ser lo que quiso. Fue un periodista, un cuentista y un novelista sensible, que llegó a ser el escritor que él pensaba, y su compañera Mercedes, esperaba. La pobreza en lugar de obstáculo, fue estímulo para seguir adelante y conocer los detalles de la vida. La discriminación un desafío a vencer con hechos. Fue un hombre que hizo culto a la amistad.

Se distinguió por su sensibilidad social, el aprecio por la libertad y la esencia caribeña que fue expresión de su vida. En sus obras se aprecia la atención que confirió a la gente pobre que hace lo que puede frente a la adversidad, como hizo él cuando vivió unas duras pruebas en París y México. Lo vivido en lugar de olvido lo llevó a amar a México hasta el último hálito de su conciencia. En sus obras también deja como huella su admiración por la sabiduría e intuición que conoció de las mujeres. En «Vivir para Contarla», no olvida el día que el abuelo trató de entusiasmar a la familia con la fantasía de que en Cataca, o Aracataca, como dice la mayoría de la gente, el dinero corría por las calles, pero él no olvidó que Mina había dicho: «La plata es el cagajón del diablo».

Tampoco olvidó, como se lo contó a Gerald Martin, autor de «Gabriel García Márquez una vida», la paciencia de su compañera Mercedes para esperar. Dijo que si algo aprendió de la experiencia en Europa «es que no todas las mujeres tienen la solidez y la seguridad de ella».

Los Funerales de la Mamá Grande y El Coronel no tiene quien le escriba, son las primeras muestras de su sensibilidad. Plinio Mendoza, el amigo de la vida y que fue vía para que García Márquez llegara ser «feliz e indocumentado», en Caracas, con un buen empleo en «Momento», contó que fue testigo de su trabajo sigiloso de escritor, de

El cuentista, novelista, ensayista y político profesor Juan Bosch, líder fundador del Partido de la Liberación Dominicana, que fue uno de sus amigos y admirado por Gabriel García Márquez, anotó: «Cuando se lee Cien Años de Soledad no queda ánimo para emitir el menor juicio. El lector no se atreve a pensar que ese libro fue escrito por un hombre como él. No se puede relacionar Cien Años de Soledad con un ser de carne y hueso como no se puede relacionar con un ser humano la existencia de los Andes o del Magdalena».

Bosch resaltó que García Márquez elevó la actitud mágica del pueblo latinoamericano a una categoría insospechada y la trata, no con los procedimientos de un recurso literario, no desde afuera de los hechos, si no como si lo irreal fuera efectiva y verdaderamente real; en su obra no hay diferencia entre esos valores, y en consecuencia su libertad de creador no tiene límites y su facultad de presentar las situaciones más inesperadas es inagotable.

García Márquez describió el desarrollo de Macondo y también su decadencia, y son tantos los acontecimientos descritos que resulta difícil comprender cómo pudo hacerlo en tan pocas páginas. En realidad, lo que él dice trasciende más allá de Macondo, pues cada uno de sus personajes y de sus episodios es una versión de sus personajes y de sus episodios es una versión de personajes y episodios conocidos en toda América Latina y más particularmente en cada uno de los Países del Caribe. Como su personaje, a veces expresaba sus premoniciones, como el 1 de enero de 1958 cuando hizo cambiar los planes de una tarde de playa para recibir el nuevo año. Todo cambió cuando dijo: «Mierda, tengo la impresión de que algo va a ocurrir», por lo que les advirtió a todos que procuran estar atentos y cuidarse. Minutos después, el sonido de los bombardeos aéreos anunció que se inició un levantamiento para derrocar al dictador Pérez Jiménez.

Ese día el Gabo, como gustaba lo llamaran su familia y sus amigos comprendió el misterio del poder. Con la brevedad que cambia. Esa experiencia tampoco la olvidó. Esto explica que termina su vida física en la gloria del escritor, pues tuvo la oportunidad de conquistar su gran deseo: ser un creador que se ganó la admiración humana. Sabía por qué dijo a su madre, cuando su padre insistía en que fuera abogado: «yo lo que quiero es ser escritor».

Gabriel García Márquez ha muerto físicamente. Su obra inmortaliza su nombre y figura.

«Cien Años de Soledad», es para la posteridad una carta de presentación de Gabriel García Márquez.

¡Saludos desde la RD, un punto del Caribe!

2014-04-18 18:07:47