Por Héctor Tineo Nolasco
Diariodominicano.com
SANTO DOMINGO, el 1 de febrero de 1960, el Gobierno de Los Estados Unidos de América, pidió un informe a su embajada en Santo Domingo, de la situación creada en la República Dominicana, luego de que la Iglesia Católica dispuso leer su Carta Pastoral del 25 de enero de 1960 en todas las iglesias de República Dominicana.
El documento de la Iglesia Católica constituye una reacción contra la represión que había desatado la dictadura de Trujillo en contra de los miembros de la Agrupación 14 de Junio liderada por el doctor Manuel Aurelio (Manolo) Tavarez Justo.
Los obispos expresaron que “asumiendo la obligación pastoral de cuidar el espiritual rebaño, confiado por la Bondad Divina a nuestra solicitud, no podemos permanecer insensibles ante la honda pena que aflige a buen número de hogares dominicanos.
“Por ello, expresamos nuestra paternal simpatía, nuestro profundo pesar y nuestro común sentimiento de dolor ya que es una obra de misericordia “consolar al triste” haciendo propia la frase del apóstol San Pablo: “Llorar con los que lloran”, del libro de Romanos capítulo 12 versículo 15.
Los obispos auguraron: “En medio de esta pena, esperamos con la más viva confianza en la intercesión poderosa de Nuestra Señora de la Altagracia que, por encima de las humanas pasiones, Ella hará resplandecer la caridad y la clemencia”.
Al enterarse el día 1 de febrero de 1960, de que la Carta Pastoral fue leída el día anterior en las iglesias católicas, el departamento de Estado pidió información a su embajada en Ciudad Trujillo. En el telegrama número 380, dirigido al Encargado de Negocios, expresa:
El Departamento, después de consultar al Embajador Farland, quien se encontraba en Washington, “le instruye acercarse al Nuncio Apostólico, en su condición de Decano del Cuerpo Diplomático para discutir la actual situación allí”.
El departamento de Estado precisaba a su Encargado de Negocios, señor Dearborn, que debía comunicarle al Nuncio la importancia que el Gobierno de Estados Unidos le concede a una posible amnistía general desde el punto de vista humanitario.
También le pedía al Encargado de Negocios, que sugiriera en forma discreta y confidencial, que el Nuncio trate de obtener la cooperación de los jefes de misiones de Latinoamérica, con los cuales el Encargado de Negocios tiene confianza para recoger evidencias documentales con relación a arrestos arbitrarios y violaciones fragrantes de los derechos humanos, teniendo en cuenta la posibilidad de que una consulta intergubernamental, o alguna forma de consideración interamericana, puede que tenga lugar.
Asimismo, les resaltó que datos reales sobre cualquier caso de asesinato y tortura son de particular importancia.
En el momento que el Departamento escribió el telegrama a su Encargado de Negocios, en la República Dominicana se sufría una situación de tensión.
El dictador Rafael Leonidas Trujillo había pedido el día 31 de enero de 1960, la opinión de varios colaboradores sobre la decisión de la Iglesia Católica de leer la Carta Pastoral del 25 de enero ese día.
De acuerdo con una versión dada por el doctor Joaquín Balaguer, ese día Trujillo llegó contrariado al Palacio Nacional, pero luego de darle lectura al documento ante el dictador, su colaborador Virgilio (Cucho) Alvarez Pina, le aconsejó a Trujillo:
“Hay que coger esto con calma. Con la Iglesia no se puede pelear”. El doctor Balaguer indica que al poco tiempo el dictador actuó contrario a la opinión de Cucho Alvarez Pina y comenzó a atacar a la Iglesia abiertamente.
En el momento que la dictadura de Trujillo acrecentó la represión contra los miembros o sospechosos de pertenecer al 14 de Junio, el mensaje de la Iglesia Católica se interpretó como una nota de rechazo a las acciones del régimen.
La Carta Pastoral la firmaron el Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Monseñor Ricardo Pitini, Monseñor Octavio A. Beras, Arzobispo Coadjutor de Santo Domingo; Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, Obispo de Santiago de los Caballeros; Monseñor Francisco Panal, Obispo de La Vega Real, Monseñor Juan Félix Pepen, Obispo de La Altagracia y Monseñor Tomás F. Reilly, Obispo Titular de Testimonio Prelado “Nullius” de San Juan de la Maguana.