Oscar López Reyes
En el tamboril del crecimiento del Producto Interno Bruto (el famoso PIB), a cada rato desahucian empleados mediáticos, y diarios centenarios reducen sus páginas, pasan del formato standard (sábana) a tabloide o berliné, y se disipan en las penurias y la incredulidad.
Desde las noticias manuscritas en la Roma antigua, la xilografía china y la impresión alemana o galaxia de Gutenberg, en 1450; el telégrafo Morse, la radio, los audiovisuales hasta las comunicaciones inalámbricas, la mantenencia de una compañía se ha recubierto de complejidad, más en las últimas transformaciones tecnológicas y económicas.
¿Por qué se reducen o esfuman…? Por lo menos, por 15 razones, que aglutinamos en 5 áreas:
1.- Baja audiencia o lectoría: pésima calidad del producto, parcialidad desbordada y vulgaridad o sensacionalismo desmedido.
2.- Escasez o ausencia publicitaria: discriminación por castigo oficial, elevados tributos e inflación.
3.- Desaceleración y/o recesión económica: distorsiones gubernamentales, perturbaciones internacionales y fenómenos naturales o sociales.
4.- Desvío a otras plataformas: prensa hacia la radio, radio hacia la televisión y radiotelevisión hacia los digitales.
5.- Torpeza gerencial: incapacidad, costos operativos incontrolables y limitados controles financieros-administrativos.
Actualmente, todas esas variables se amalgaman en un panorama sombrío para los impresos, y luminoso para los digitales, con extraordinarias oportunidades para periodistas y otros especialistas universitarios, siempre que desmenucen las teorías de la comunicación y la información.
¿Aprieta el gobierno? Sí, en un buen lote, y para edificarlos sigamos con el quintil:
1.- La contracción o caída de la inversión publicitaria, no obstante experimentar el PIB una corpulencia de un 7%, y el sector comunicación un 11.0%, por encima de por lo menos 10 áreas vitales de la economía. Si aplicamos el modelo econométrico: gasto publicitario-venta-rentabilidad, concluimos en que los precios son enormes y el rendimiento cortísimo.
2.- El desplazamiento de la publicidad de los cauces tradicionales (TV abierta, televisión por cable, radio y prensa) hacia el online.
3.- El aumento cíclico del Itebis. Se pagaba el 6%, el 10 %, el 12% y luego el 18%, más un inconstitucional anticipo de los ingresos, en muchos casos de publicidad cobrada con un gran retraso, o nunca pagada por instituciones gubernamentales, lo que resplandece como una arbitrariedad.
4.- Una retahíla de pagos: seguros, pensiones, Infotep, «anticipo», regalía pascual, prestaciones laborales, etc.
5.- La Selectividad o favoritismo oficial en la colocación publicitaria.
Los anuncios del gobierno han aterrizado, cuantitativamente, entre sus amigos/aportadores electorales y en digitales. Y los sueltos sobre licitaciones, en la prensa escrita. Si no es para propaganda política o para malversarla, la publicitadad orientativa y educativa nutre a los medios, que dinamizan la economía, crear empleos y abren espacios para opiniones y denuncias.
2019-02-12 19:26:44