La hermana Veronica Openibo, derecha, aparece junto al arzobispo de Chicago, Blase Cupich, izquierda, y el padre Tomaz Mavric a la espera del arribo del papa Francisco a la tercera jornada de la conferencia sobre el abuso clerical de menores, Ciudad del Vaticano, sábado 23 de febrero de 2019. (AP Foto/Alessandra Tarantino, Pool)
CIUDAD DEL VATICANO (AP) ? Una conocida monja nigeriana atacó el sábado la cultura del silencio que desde hace mucho tiempo encubre los abusos sexuales cometidos por el clero católico, al afirmar ante una cumbre en el Vaticano que la transparencia y el reconocimiento de los errores son requisitos para recuperar la confianza.
Posteriormente, una periodista mexicana dijo a los obispos y superiores en la cumbre sobre abuso sexual clerical convocada por el papa Francisco que al no denunciar el abuso e informar a sus feligreses sobre los curas depredadores, se convierten en cómplices de éstos.
Entre una y otra, un cardenal alemán reconoció que los archivos de la iglesia sobre los abusadores habían sido destruidos, las víctimas acalladas y las normas ignoradas, canceladas o soslayadas, todo con tal de ocultar el escándalo.
La hermana Veronica Openibo, la corresponsal mexicana Valentina Alazraki y el cardenal Reinhard Marx emitieron fuertes mensajes a los 190 jerarcas eclesiásticos reunidos en la tercera de las cuatro jornadas de la cumbre presidida por el papa Francisco, dedicada a la prevención del abuso y la protección de los niños.
Pocas mujeres, Openibo entre ellas, fueron invitadas a la reunión, y la monja aprovechó su momento en la tribuna para fustigar a los líderes de la iglesia por su silencio ante semejantes crímenes.
«¿Cómo es posible que la iglesia clerical permaneciera en silencio, encubriendo estos hechos atroces?», preguntó. «Debemos reconocer que nuestra mediocridad, hipocresía y complacencia nos han llevado a este lugar lamentable y escandaloso en que nos encontramos como iglesia».
Por su parte, Marx reclamó una redefinición del código legal conocido como «secreto pontificio» y la publicación de las estadísticas pertinentes. Dijo que sería un primer paso para restaurar la confianza de los fieles y salir al cruce de las teorías conspirativas de que la iglesia sigue ocultando los abusos.
«Si no lo logramos, perdemos la oportunidad de mantener un nivel de autodeterminación con respecto a la información o quedamos expuestos a la sospecha del encubrimiento», advirtió.
Alazraki, corresponsal en el Vaticano de la red Televisa, exhortó a una mayor transparencia y comunicación sobre los abusos.
«Hemos decidido de parte de quién nos colocamos», dijo, y advirtió que si no toman partido por las víctimas, los «periodistas, que buscan el bien común, serán sus peores enemigos».
Alazraki, quien empezó a cubrir el Vaticano durante el pontificado de Pablo VI, denunció la «corrupción» de la jerarquía al encubrir el escándalo más grave del siglo XX, el del padre Marcial Maciel, el pedófilo fundador de la Legión de Cristo.
Francisco convocó a 190 obispos y superiores de órdenes religiosos a la conferencia en un intento de dejar en claro ante la Iglesia en su conjunto que el abuso sexual no es un problema limitado a unos pocos países sino a toda la iglesia.
Las dos primeras jornadas se enfocaron en la responsabilidad de los jerarcas frente a la feligresía y cómo deben estar sujetos a rendir cuentas si son incapaces de proteger a los jóvenes de los curas depredadores. El tema del sábado fue la transparencia y poner fin al código de silencio que permitió ocultar los abusos durante tanto tiempo.
Grupos de víctimas que se congregaron en Roma para protestar las décadas de encubrimiento y exigir la rendición de cuentas marcharon hacia el Vaticano coreando «tolerancia cero».
Entre ellos se encontraba el mexicano Alberto Athie, uno de los primeros acusadores de Maciel.
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