Por Victoria Argüello
CHUBUT, Argentina, 1 abr (Xinhua) — Con la llegada del otoño a la Patagonia argentina, los pingüinos de Magallanes, las aves marinas más abundantes de la costa atlántica sur y unas de las mayores atracciones turísticas de la zona, se preparan para emigrar a las aguas de Brasil luego de haber cumplido su fase reproductiva.
Entre los contrastes naturales de la provincia de Chubut, a más de 1.000 kilómetros al sur de la capital argentina, se encuentra la más grande colonia continental de estos pingüinos con acceso público en todo el mundo, con una población que en algunos casos supera el millón de aves.
Se trata del Area Natural Protegida Punta Tombo, una colonia natural de aproximadamente 600 hectáreas elegida por la también conocida «ave carismática» para nidificar y reproducirse, convirtiéndose en uno de los más emblemáticos sitios de interés de la provincia de Chubut.
En temporadas de otoño e invierno, los pingüinos nadan hasta unos 6.000 kilómetros para radicarse en el mar de Brasil, y a su regreso al Cono Sur, entre septiembre y abril, construyen sus nidos en medio de un paisaje de estepas, piedras rojas, senderos de madera y un mar turquesa, asombrando a miles de turistas durante la temporada.
«La colonia se constituye de alrededor de 250.000 parejas, unos 500.000 pingüinos reproductores. Después está el nacimiento de los pichones y el ingreso de los juveniles que vienen a buscar pareja o hacer la muda de pluma», explicó el guardafauna Elvio Haedo a Xinhua.
En algunas temporadas se han contabilizado hasta un millón de pingüinos, continuó Haedo, quien destacó a su vez la presencia marcada de otras especies como guanacos, zorros, hurones, choiques o ñandúes, martinetas, entre otras.
Punta Tombo reúne las condiciones climáticas y de terreno para garantizar la reproducción de esta especie marina colonial, siendo que «los nidos son cuevas subterráneas, la disponibilidad de alimento es relativamente cerca, y hay protección por la parte arbustiva de lo que es el viento patagónico», indicó el guardafauna.
La alimentación de las aves está basada en distintas variedades de peces y moluscos entre los que figuran anchoitas, pejerreyes, merluzas y calamares, y a veces éstas nadan hasta 600 kilómetros en búsqueda de alimento propio así como para sus pichones.
En su estancia de seis meses en la costa atlántica, los pingüinos establecen una dinámica que inicia con la migración del macho a la colonia, quien al cabo de una semana, cuando llega la hembra, debe tener finalizada la construcción de un nido.
«Una vez que llega la hembra, observa el nido y si éste está en condiciones (óptimas), esa pareja se mantiene», dijo Elvio Haedo.
«El pingüino es monogámico, mantiene la pareja de por vida. Si el nido está en condiciones garantiza (para la hembra) que el macho es fuerte y da la posibilidad de una buena reproducción. Si las condiciones no están dadas, la hembra busca un macho con un mejor nido», acotó.
Posterior a la nidificación comienza la cópula, después la etapa de postura e incubación y a mediados del mes de noviembre empiezan a nacer los primeros pichones.
Luego de cinco meses, los pingüinos entran a su etapa juvenil signada por la muda de plumas, un período que se prolonga hasta los cinco años y no contempla la reproducción pero sí la plena independencia de sus padres.
El Area Natural Protegida Punta Tombo funciona desde hace 30 años con el ingreso de turistas a la colonia, y no interfiere en el día a día de los pingüinos salvo en situaciones antrópicas, es decir, causadas por la intervención del hombre, como en el caso de aves empetroladas.
«Hay una red de recuperación de fauna costera, que una vez que capturamos al animal ( en situación de peligro) se le deriva a ese lugar, se hace una protección integral de todo lo que es la fauna de este lugar», sostuvo Haedo.
En línea con el turismo sostenible, el área natural tiene como pilar la protección y conservación de las especies, dentro de una amplia actividad turística que lleva a que miles de personas al año visiten este lugar. Fin
2019-04-02 09:00:22