Decía San Agustín:
«Canta, pero camina; alivia con el canto tu trabajo, no ames la pereza: canta y camina […]. Tú, si avanzas, caminas; pero avanza en el bien, en la recta fe, en las buenas obras: canta y camina»
Si para vivir lo vivido hasta ahora,
tuve que recobrar el verso que soy,
porque sí ante la poesía renazco,
en el camino, con Jesús, florezco.
Si para estar en el buen camino,
debí dejarme orientar por su amor,
ha valido el esfuerzo de ser un ser,
adicto a su pulso, afecto a su timbre.
.
Tras su huella sepultada en mi alma,
tengo por bien hallada su fuerza,
tengo por bien encontrada su cruz,
tengo por bien gemido lo suspirado.
Soy el que soy y soy libre por Cristo,
a él me entrego para transformarme,
para sentirme seducido por su rescate,
para renacer una y otra vez en su luz.
Si el Redentor vino para darnos vida,
y dárnosla a cada ser en abundancia,
no le pongamos grilletes al amanecer,
quitemos ataduras, rompamos cadenas.
Buceen mar adentro, salgan hacia fuera,
perseveren en el camino del sueño,
versen, vivan y conversen entre sí,
cultiven lo fraterno y cautiven la risa.
Que esta vida es para unirse y reunirse,
para amarse y experimentar esa pasión,
para quererse y reparar las torpezas,
para hallarse con el Padre y a él volver.
Sí, somos parte de una historia de amor,
en la que hemos de ser para los demás,
lo que queremos ser para uno mismo,
un espíritu en Dios, ¡su poema eterno!
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
27 de abril de 2019
2019-04-27 20:48:42