A vos, Crucificado y Redentor,
que sois el rostro visible del Padre invisible
y el rastro de un Espíritu que nos da Vida.
A veces me quedo sin palabras y el silencio me llena de sueños.
Que todo el vivir es anhelo y los deseos nuestra métrica del alma.
Con el alma encendida de lenguajes nos entendemos e imaginamos.
Soñar es un modo de estar y una manera estética de versar la vida.
Señor Jesús, ¡danos tiernamente la gracia de ser poetas para loar!
Otras veces me quedo sin aliento y el corazón se me llena de poesía.
Crecido de inspiración, se vence el miedo y se convence el vuelo.
Volar tiene su espíritu de luz y su proclamación de santa libertad.
No en vano al amor se le pintan olas de cielo y un fuego de alas.
Señor Jesús, ¡danos eternamente el don de amar para ser virtud!
Porque nos hace falta repetir en bondad y repartir todas las cruces,
son muchos los inocentes heridos y también las puertas cerradas,
reaviva en nosotros la esperanza de tus brazos siempre abiertos,
tu victoria definitiva contra el mundo de la maldad y toda muerte.
Señor Jesús, ¡danos perennemente la fuerza de tu cruz cada día!
Redímenos, por siempre y para siempre, haznos siervos Padre.
Recóbranos ante nuestra mirada ciega por la codicia y el poder.
Rescátanos y llévanos a la morada del celeste mar por tu Hijo.
Que el impulso de tu silencio nos glorifique con los ojos abiertos.
Señor Jesús, ¡danos perpetuamente el gozo de verte y poseerte!
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre tuya y nuestra,
que nos asiste en su ternura, lo hace de generación en generación,
concibiendo con sus manos inmaculadas todas nuestras plegarias,
para no ceder al desánimo y tampoco retroceder a las hipocresías.
Señor Jesús, ¡si tu amistad redime, la paz de tu verbo nos vive!
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
11 de mayo de 2019
2019-05-11 19:28:52