COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO
CADA CUAL EN SU REALIDAD…
Y DIOS EN LA DE TODOS
Me gustaría rescatarme, salvar la ternura, esperanzarme; gozaría con abrazar el verso que me alienta y ser poesía,
pues quiero ser para los demás, un naciente latido sin más.
Necesito liberarme de tantas tristezas que me envenenan; hago propósito de enmienda y mi ánimo se reconforta, forjo el entusiasmo en reconocerme como familia de todos.
Quiero recobrarme, sembrar hermosura en cada paso; descubrirme poeta, ser níveo cantautor del universo; quererme, crearme y recrearme en la vida sin dañar a nadie.
Quizás sea el momento de emprender nuevos caminos. Quizás también sea el instante preciso para reprenderme.
Quizás entre vueltas y revueltas, amanezca y renazca.
Hay que escucharse más para sentirse algo y oír a Dios. La cuestión no es ver, sino sentir al creador dentro de uno. Hay que dejarse llevar por sus manos y acoger su voz.
Quien de verdad se deja comprender, halla el sosiego. Todo en esta vida tiene su percusión y transcendencia, es cuestión de dejarse interpelar y de clarear los ojos.
Así, el agua de la muerte nos lleva al manantial de vida. Porque tras esta corriente mundana, el espíritu hallará consuelo, y purificados por la cruz, encontraremos la luz.
Ayudémonos a madurar y a crecer en el amor de amar. Socorrámonos y reconozcámonos como gentes de bien. Hagámoslo antes de que la noche nos deje sin amanecer.
Porque después de todo lo vivido, hemos de entender: Que no hay caída de la que no pueda uno levantarse, como tampoco hay tropiezo que no podamos evitar.
No perdamos las ganas de vivir y de experimentar. Las vivencias de este mundo nos resplandecen, vale la pena hallarse para vivirlas a pleno corazón.
Fraternicémonos en el camino, hagámonos comunidad, atrevámonos a vivir con pasión los pasos del encuentro, que si es bueno conversar, ¡compasivo es hacerse pueblo!
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
10 de agosto de 2019
2019-08-10 20:59:54