Por: Ing. Frederick López
En los últimos años se ha generado un gran debate, sobre el nivel de penetración de la tecnología en nuestras vidas y hasta donde se lo permitiremos. Apple, Amazon y Google han admitido que tienen toda una estructura de empleados dedicados a escuchar y a transcribir conversaciones de sus clientes que utilizan sus asistentes virtuales (Siri, Alexa y Google Asistant).
Explicaron, que esta práctica la llevan a cabo con el fin de mantener una mejora continua en el rendimiento de sus asistentes virtuales y que sus empleados no tienen acceso a identificar a las personas registradas por el dispositivo. Me parece muy ingenuo el último argumento de estos gigantes de la tecnología, hasta alarmante y espeluznante.
No es que están escuchando nuestras conversaciones a través de llamadas telefónicas convencionales, o que escuchen sólo lo que le decimos a Siri o Alexa cuando los activamos. Y esto va más allá cuando se confirmó que hubo grabaciones sin tener el asistente activado. En escenarios como: personas conversando con su doctor, en negocios y hasta intima entre parejas.
Si analizamos los servicios y productos que han surgido de los avances tecnológicos, todos venden algunas de estas ideas como, por ejemplo: mayor calidad de vida, facilitarnos nuestras tareas diarias, ahorro de tiempo, acercanos mas a nuestros seres queridos sin importar la distancia, mayor libertad, hasta que nuestra voz sea escuchada por más personas. Estoy totalmente seguro, que cuando la tecnología es puesta realmente para los mejores fines de la humanidad, se pueden obtener dichas ideas planteadas y mucho más.
Pero a través de la evolución de la tecnología algunos han desvirtuado el concepto de «Tecnología avanzada para la humanidad» (lema de la IEEE), el mayor ejemplo es el caso sonoro de Cambridge Analityca y Facebook. Con este ejemplo se demostró claramente que nuestros datos privados, actividades, opiniones, conexiones pueden ser vendidos al mejor postor.
¿Y cuál es el objetivo de obtener hasta el mínimo detalle de nuestros datos que colocamos en redes como Facebook o Instragram?, se dice que en estos tiempos la información es oro. Datos o actividades que registramos en plataformas tecnológicas, que a veces podemos creer insignificantes, pero pueden tener un gran valor para empresas como Cambridge Analytica.
Este alto nivel de información sometida a sistemas basados en Big Data y métodos psicográficos, arrojan resultados de tendencias de nuestro comportamiento, preferencias, gustos e ideología, hasta saber que tan manipulables podemos ser. Todos estos análisis conjugados arrojan como resultados, perfiles finamente construido sobre nuestros atributos psicológicos.
El gran nivel de información de nuestros perfiles de la mano del marketing digital bien dirigido, nos puede llevar sin darnos cuenta a ser arreado como borregos al corral o peor aún, al matadero en algunos casos. Esto significa que sin tener clara conciencia nos pueden inducir a consumir servicios o productos, despertarnos ideas sociales, hasta que nos inclinemos por un candidato presidencial, pero no con las prácticas convencionales de publicidad y mercadeo que conocemos.
Pensar que no podríamos tener privacidad en una conversación con nuestra pareja, socio o algún colaborador, y ver como una gran parte de nuestra sociedad pueden ser manipulables en diferentes ámbitos, de acuerdo con intereses de pequeños sectores muy poderosos y con una altísima tasa de éxito, sino observemos los casos de la candidatura presidencial de Donald Trump y el Brexit.
Ambas opciones en sus inicios parecieron absurdas, derrotadas y hasta con un nivel considerable de rechazo, pero tuvieron éxito en su cometido gracias a los datas points de Facebook, Big Data, psicografía y el ingenio de los especialista de Cambridge Analityca. Opino que ya a este nivel que estamos es sumamente peligroso para el bien común y la estabilidad de nuestras sociedades. Estos métodos soportados en alta tecnología son capaces de tocar de manera inteligente lo más sensible de nuestra psiquis, y a partir de ahí poder manipular situaciones sociales.
Estas malas prácticas basada puramente en tecnologías, las ya conocidas como estos dos casos tratados, la que aún no han salido a la luz pública y las nuevas que podrían desarrollarse con peores fines, vendría solamente a contribuir negativamente y a empañar todos los avances positivos que se han logrado gracias a la tecnología. No quisiera imaginarme que los humanos nos convertíamos en elementos de una red electrónica, como si fuéramos una PC más, donde conozcan nuestros más profundos intereses, con quien conversamos en el día, o hasta cuando sostengamos relaciones sexuales.
Los estados del mundo deben tomarse muy en serio este tema y darle alta prioridad en su agenda, deben someter a la industria tecnológica a una fuerte regularización donde el eje fundamental sea nuestra privacidad y seguridad. Que entiendan que no somos un cluster de servidores que pueden monitorearnos sin ningún tipo de límites o manejar antojadizamente nuestros datos personales. También, los grandes actores de la industria deben visualizar algo, con más escándalos y continuismo de estas prácticas, pueden provocar un alto nivel de escepticismo en sus productos y servicios, que provocaría una crisis en el sector tecnológico.
El autor es: Frederick López, ingeniero y consultor en materia tecnología.
26 de septiembre 2019
2019-09-30 21:02:53